Simbolos de Navidad

Belén
En uno de los evangelios apócrifos, el Protoevangelio de Santiago, se lee lo siguiente: Y habiendo llegado a tres leguas de Belén, José se volvió y vio que María estaba triste, y se dijo a sí mismo: “Tal vez lo que lleva en su vientre la hace sufrir” Y de nuevo José se volvió y vio que reía. Y le dijo: “María, ¿qué significa esto? Veo tu rostro tan pronto sonriente, tan pronto triste.” Y María dijo a José>: “Es que mis ojos contemplan dos pueblos, uno que llora y se aflige ruidosamente y, otro que se regocija y salta de alegría”. (Tomado de los evangelios de la Infancia de Cristo, textos presentados por Alexandre Micha, Editorial EDAF).
La Navidad, el nacimiento del niño Dios de Belén está rodeado de prodigios y símbolos extraordinarios. Conforme al Mito Solar, el nombre de la ciudad de Belén es profundamente simbólico. Bel, nos recuerda al dios Beleno o Belenus de la mitología celta adorado antiguamente en regiones de España, Francia, Irlanda y otras regiones de Europa. Belenus, significa brillante, resplandeciente y designa al dios de la luz, el fuego y el Sol. Algunas tradiciones afirman que los iberos denominaban al Sol con el nombre de Beleno.
Con las herramientas de la Antropología Gnóstica, Belén, también se asocia a la famosa Torre de Babel. El Presidente Fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, explica al respecto: “Bel es una raíz caldea que significa «Torre del Fuego». De manera que, propiamente dicho, «Belén» es «Torre de Fuego». ¿Quién podría ignorar que Bel es un término caldeo que corresponde, precisamente, a la Torre de Bel, la Torre del Fuego?. Así, pues, Belén es simbólico completamente”.
Explica además el Avatara en su conferencia:“El verdadero significado de la Navidad, que: El Sol físico no es más que un símbolo del Sol espiritual, del Cristo-Sol. Cuando los antiguos adoraban al Sol, cuando le rendían culto, no se referían propiamente al Sol físico. No, se le rendía culto al Sol espiritual, al Sol de la medianoche, al Cristo-Sol. Es necesario aprender a conocer los movimientos simbólicos del Sol de la medianoche. Él es quien guía siempre al iniciado, él es quien nos orienta, él es quien nos indica lo que debemos y no debemos hacer. No se trata de la adoración a un Sol físico, no, sino a lo que oculta tras ese símbolo físico. Obviamente, se adoraba al Logos Solar, al Segundo Logos. Ese Logos Solar es unidad múltiple perfecta (la variedad es unidad).

La mula y el buey
En Guatemala, tradicionalmente se adornan las representaciones del nacimiento de Cristo, los “nacimientos”, pesebres o belenes con la figura de dos animales: una mula y un buey. Ambos animales encierran un simbolismo esotérico maravilloso.
La mula es un animal estéril y el buey es eunuco, La mula viene al mundo estéril, mientras el buey fue castrado por el ser humano. Esto nos recuerda el pasaje del Evangelio “Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mt 19:12). Indiscutiblemente, entre la tradición de ubicar junto al niño a la mula y el buey, como en este pasaje del Evangelio, se encierra un simbolismo alquimista relacionado con la verdadera castidad, indispensable para que nazca Cristo en el ser humano.
Pero además, desde el punto de vista de la Gnosis, se explica que Cristo nace en medio de los animales del deseo. La tradición de otros pueblos del mundo, coloca a un burro en lugar de la mula. Así, en otro de los evangelios de la infancia de Cristo, el libro de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo y sus infancias según el pseudo Mateo, se lee lo siguiente: El tercer día después del nacimiento del dulce y sabio niño, su madre, la Virgen María, salió de la gruta. Las Escrituras que no son una fábula, dicen que entró en un establo, depósito a su hijo en un pesebre, un viejo pesebre completamente seco. El buey y el asno le adoraron y le manifestaron su respeto. Más adelante se lee en la obra citada: Entonces se cumplió la profecía anunciada por Isaías. “El buey y el asno conocieron a su Señor al que veían en el pesebre”. Se lee también en este Evangelio que se cumplió lo que profetizó Habacuc, que se reconocería a Dios porque estaría entre dos animales.

El establo
La tradición y los evangelios apócrifos hablan del niño Dios en un establo de Belén. El símbolo del establo, lo encontramos también en uno de los famosos 12 trabajos de Hércules o Heracles. La mitología griega cuenta que Augías, el rey de Elis tenía una enorme grey de vacas y bueyes, pero sus establos no habían sido limpiados en mucho tiempo. “Era esta la causa de un hedor y de una insalubridad sin igual que invadía todo el Peloponeso” (Mitología griega, Editorial Porrúa). Se lee en la obra citada que Hércules: “rompió la pared del establo en dos partes y por cada una de ella hizo entrar un río, que fueron el Alfeo y el Peneo. Inmediatamente acarrearon con toda la inmundicia. Pasó a limpiar los campos y cumplió lo que había prometido”.
Indudablemente, el establo de Belén y los establos de Augías, son la morada del deseo y se encuentran en nuestra propia psiquis. Los animales del deseo, constituyen la personificación de los elementos indeseables de nuestra conducta, la personificación de nuestros errores, el yo pluralizado, el yo de la Psicología Gnóstica. El yo psicológico, personifica al orgullo, al odio, la pereza, la ira, la lujuria, la mentira y miles y miles de defectos de carácter que posee la máquina humana.
Cristo debe nacer el corazón del ser humano auténtico para limpiar el establo de la psiquis, como lo hizo Hércules en el Peloponeso, con la fuerza de la castidad auténtica, combinando sabiamente las aguas de los dos ríos de la vida, las corrientes energéticas que en Oriente son conocidas con el nombre de Idá y Pingalá.

El pesebre:
“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento”. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. (Lc 2:6,7).
El Cristo que debe nacer en el corazón del ser humano auténtico, nace entre la paja del pesebre. La paja representa la palabra vacía, insustancial, sin fundamento, sin experiencia, sin comprobación, sin conocimiento de causa, alejada de la verdad. Cristo es la luz del mundo que nos muestra la verdad. Por eso recomienda: “Encuentra la verdad y ella te hará libre”.
La verdad no se encuentra fácilmente, tampoco se encuentra fuera de nosotros mismos, Samael Aun Weor explica que “la verdad es lo desconocido de instante en instante”. La verdad se encuentra en el conocimiento de sí, en la autognosis. Con la eliminación del yo psicológico, que es la mentira, surge la verdad. Los alquimistas medievales decían: “blanquea tu latón y quema tus libros”.

Los reyes magos y la estrella
En los evangelios canónicos se habla poco de los reyes magos que visitan al señor en Epifanía. No hablan de sus nombres, sus características o su procedencia. Sin embargo, estos datos han sobrevivido por la tradición y gracias a los evangelios de la infancia de Cristo. Así, en el libro armenio de la Infancia, se encuentra lo siguiente: “En primer lugar llegó Gaspar, rey de la India. Esparció precioso nardo, mirra, canela, cinamomo, incienso y otros aromas y esencias olorosas. Y de inmediato se expandió un perfume de inmortalidad por la cueva en la que se hallaban. Después, Baltasar, el rey de los árabes, abriendo sus opulentos tesoros, extrajo de ellos para ofrecerle al niño oro y plata, piedras preciosas, magníficas perlas y zafiros de gran valor. A su vez, Melchor, el rey de los persas, aportó mirra, áloe, muselina, púrpura y también cintas de lino”.
Mucho se ha dicho también en la tradición acerca de los colores de los reyes magos. Samael Aun Weor, en su conferencia: El verdadero significado de la Navidad, explica: Todo el simbolismo relacionado con el nacimiento de Jesús, es alquimista y Cabalista. Se dice que tres reyes magos vinieron a adorarle, guiados por una estrella. ¿Cuál es esa estrella y quiénes eran esos reyes magos? Yo les digo a ustedes que esa estrella no es otra que la del Sello de Salomón, la estrella de seis puntas, símbolo del Logos Solar. En cuanto a los tres reyes magos, éstos no existieron como personas; son únicamente, el símbolo de los colores de la Gran Obra, es decir de la Piedra Filosofal
También explica el Venerable Maestro, en el capítulo titulado La Cruz de San Andrés, de su obra: «la Doctrina Secreta de Anáhuac» lo siguiente: Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo.
En los sagrados templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la Iniciación, un Maestro se acercaba a él y le murmuraba al oído esta frase misteriosa: «¡Acuérdate que Osiris es un Dios negro!”. Evidentemente, éste es el color específico de las tinieblas, de las sombras cumerías, el del Diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunden totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo.
Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad. Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la Sangre del Cordero (el Fuego sexual), serán siempre vestidos con vestiduras blancas… En la Tierra sagrada de los faraones, Path, el Regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos.
El color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los Reyes sagrados de las Dinastías Solares se sucede siempre al amarillo… Cuando el Bendito llegó a la Tierra del color rojo, ciñó sobre sus hombros la púrpura de los Reyes divinos y resucitó de entre los muertos.”
Por esta explicación alquimista se entiende la tradición los reyes magos y sus colores distintivos: negro, blanco, amarillo y porqué todos visten la púrpura (de color rojo) propia de los reyes. Aunque, también la tradición habla de un cuarto rey mago. Es claro que el cuarto rey mago corresponde al color rojo. Por ese motivo, este último, logra conocer a Cristo hasta en su viacrucis, después de que Cristo ha sido vestido con la púrpura y ha llegado a la tierra del color rojo
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Feliz Navidad

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