Los desastres naturales (parte III)

Introducción

En la primera parte del tema, se hizo un breve análisis de diferentes causas naturales y humanas para que ocurran desastres naturales. Especial atención se dio a la degradación del ambiente y a la destrucción de insensata de los bienes de la Naturaleza. Se anotó además, que la Tierra es un organismo muy delicado y que para que una sociedad cambie y dejé detrás conductas indeseables, es preciso que cambie el individuo.

En la segunda parte del tema, se hizo un análisis de otras causas naturales y sociales para los desastres naturales. Se dedicaron párrafos especiales a la pobreza y la alarmante pérdida de vidas humanas en los desastres y que muchas muertes, están asociadas a la pobreza. Se estudiaron también causas psicológicas para la muerte en determinadas circunstancias en un desastre, así como diferentes causas de la pobreza: tanto en el individuo como en el enemigo secreto de la humanidad.

En la presente entrada, se aborda el tema desde la perspectiva metafísica. Se desarrollan ideas antiguas ya olvidadas o nunca consideradas seriamente por la civilización occidental. Muchas de las ideas parecerán nuevas y otras no tan fáciles de aceptar, entender o digerir. Sin embargo, gracias a los estudios gnósticos, poco a poco se podrán ir clarificando con el estudio, la práctica, la investigación y experimentación propia.

La Tierra: un ser vivo

Las concepciones del mundo de diferentes pueblos, desde tiempos antiguos, coinciden en que el planeta Tierra es un ser vivo y por ende un organismo muy delicado y sensible. Hermes Trismegisto, el tres veces grande Dios Ibis de Thot, legó el aforismo que sintetiza el principio hermético de correspondencia: “Tal como es arriba es abajo”. Si cualquier persona del siglo XXI al sentirse mal de cualquier enfermedad infecciosa tiene como opción, dejar que agrave su situación hasta el riesgo de la muerte o tomar medicamentos agresivos que terminen con el agente infeccioso En forma similar, la Tierra puede reaccionar o reacciona enérgicamente ante los males que la humanidad le provoca.

La carta del jefe Seattle a Franklin Pierce, Presidente de los Estados Unidos, en 1854, resulta muy ilustrativa al respecto. Bien merece dedicarle tiempo a leerla o releerla para entender esa cosmovisión que gran parte de la humanidad olvidó o desconoce.

El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña. Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia…

Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados…Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños…

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.

La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.

Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.

¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo”.

Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.

Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo. Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.

Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.

La Tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.

Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.

Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.

¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció. ¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció. La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

El Askokin sagrado

En la primera parte del tema, se hizo especial referencia a que cada ser vivo del planeta, procesa y transforma energías cósmicas esenciales para mantener el equilibrio planetario. De esta dinámica, no se escapa el animal intelectual, es decir, la humanidad que actualmente puebla el planeta Tierra. La humanidad actual es un órgano de la Naturaleza y al no procesar adecuadamente las energías que el planeta necesita, el planeta, la Tierra se torna más exigente.

Es indudable que la degeneración humana es tan grande que la calidad de energías que provee el animal intelectual a la Tierra no es la adecuada. Al no recibir las proporciones debidas de energía, la Naturaleza tendrá que obtenerla por medios extremos. Entre los medios que elije la Naturaleza para obtener su alimento, están los procesos masivos de muerte de personas, ya sea por la vía de la guerra o mediante desastres naturales.

Si cada especie viviente es un órgano de la Naturaleza, con la enorme destrucción de los bienes de la Tierra y la desmesurada contaminación ambiental, la humanidad enferma al planeta. Al desaparecer las antenas transmisoras de las ondas cósmicas que alimentan el mundo, la Tierra se torna exigente y busca opciones para captar esa energía. El cuerpo humano material, en última instancia es energía y con la muerte, se cumple el principio de transformación de la energía y la Tierra obtiene su alimento.

En el capítulo 9 de su obra: «Transformación social de la Humanidad», el Kalki Avatar, Samael Aun Weor, explica lo siguiente: ”La Naturaleza nos ha dado la vida pero tenemos que pagársela muy caro, nosotros nos aliméntanos de la Naturaleza, pero ella se alimenta de nosotros. “Los viejos sabios asiáticos descubrieron dentro de la psiquis de todo individuo, dos sustancias sagradas que ellos denominaron Abrustdonis y Helkdonis”.

“Decían los viejos sabios que trasmutando inteligentemente estas dos sustancias metafísicas, se liberaba una vivificante sustancia sagrada llamada Askokin. El Askokin es la sustancia con la cual se alimenta la gran Naturaleza. La Madre Natura nos da la vida pero la cobra bien caro, ella exige Askokin, y si no se lo damos voluntariamente, ella lo arrebata a la fuerza…”

El Avatara de Acuario explica que liberando la Esencia y estableciendo un centro permanente de consciencia mediante el recto pensar, recto sentir y recto actuar, podría la humanidad liberar el Askokin sagrado que requiere el planeta para su mantenimiento equilibrado.

Más adelante dice el maestro: “Nosotros estamos seguros que solo disolviendo el Yo psicológico (el Ego), podemos liberar el sagrado Askokin que la natura necesita para su alimento”.

El destino, los accidentes y los actos conscientes

En el capítulo 40 de su obra: «El Cristo Social», el Buda Maitreya, Samael Aun Weor, explica que: En el mundo existen tres tipos de actos: 1º Actos nacidos del destino. 2º Actos nacidos de la voluntad consciente. 3º Actos relacionados con la ley de los accidentes.. Dice además, el venerable Maestro que: El bípedo tricentrado realmente no es capaz de hacer nada; sólo es víctima de las circunstancias, está sometido a dos leyes: 1º Ley del destino. 2º Ley de los accidentes. La gente le echa la culpa de todo a la ley del destino cuando en realidad las inconscientes máquinas locas tricerebradas están muy especialmente sometidas a la ley de los accidentes.

Pero es claro que la mayoría de accidentes ocurren por la imprudencia humana. Es innegable que muchas personas mueren en medio de la tragedia derivada de desastres naturales, pero gran parte de estos, mueren por imprudentes. Tampoco podemos negar la manifestación de extraordinarios milagros que ocurren para salvar a determinada persona que no le tocaba morir. Muchos exclaman: ¡Milagro!, pero desconocen el extraordinario esfuerzo que tuvo que hacer algún ser celestial para que tal milagro ocurriese.

En otras circunstancias, en medio del desastre, se salvan vidas por la intervención decidida de alguien que toma conciencia de la gravedad del peligro y está dispuesto a salvar a quien está expuesto a la muerte. Los grandes cambios sociales en la historia de la humanidad, han sido conducidos por individuos diferentes, con cualidades superiores a los de la masa, que tomaron consciencia de que algo andaba mal y era preciso un cambio de rumbo. Esos individuos convencieron a otros y emprendieron esos cambios por el impulso decidido de su voluntad.

Es de tomar en cuenta también el orden causal cósmico. Este ha sido investigado muy a fondo por los sabios orientales. Llega un momento en el que determinadas esencias perciben que su tiempo en el mundo físico está por terminar, determinadas personas pierden el anhelo de vivir o aceptan la inevitabilidad de la muerte y se resignan a esperar la desencarnación. Pero existe también la ley de acción y consecuencia; no hay efecto sin causa. La ley física de acción y de reacción, el principio filosófico de causa y efecto en actos humanos corresponde a la ley del Karma. El Gnosticismo Universalenseña que la ley divina interviene también a la hora de los desastres naturales.

El Karma colectivo

Es el karma que se cobra a un conjunto de personas, cuando por ejemplo se desploma algún teatro, ocurren incendios, accidentes de algún medio de transporte de pasajeros, sea un avión, un autobus, un barco o un tren. Cuando sucede un terremoto u otro desastre natural. Cada persona sale dañada de una forma, dependiendo de lo que la ley tenga que cobrar: unos mueren, otros se queman parcialmente, otros se les rompe el brazo y algunos salen ilesos…

No es la ley del karma la que provoca los accidentes, sino que los jueces de la ley Divina, aprovechan estos para cobrar cuentas. La ley de accidentes es una ley mecánica de la Naturaleza que está íntimamente relacionada con la ley del karma.

Annie Besant, la gran escritora teosófica, en su obra titulada: «Karma», transcribe un texto atribuido a Jámblico, el gran mago: Lo que a nosotros nos parece estricta¬mente justo, no lo es para los dioses, porque nosotros sólo vemos esta breve vida, las co¬sas presentes y la manera como subsisten; pero las Potestades superiores a nosotros co¬nocen todos los ciclos de vida….

Afirma además Annie Besant, que: No castiga o premia el Rector o Maha¬raja con permisión de Dios o sin ella, sino que el mismo hombre se castiga o premia por su karma, que cuando erróneo acarrea individual y colectivamente (como sucede a veces en las naciones) toda clase de males y calamidades.

Los tiempos del fin

Es indudable que los actuales, son tiempos difíciles y que la espada de la Justicia Cósmica pesa amenazante sobre la cabeza de la humanidad. La divina Gnosis enseña que desde mediados del siglo XX, la actual quinta raza humana o raza aria, entró en los tiempos del fin anunciado por los pueblos antiguos, profetas y videntes.

Este proceso es lento lleva ya varias décadas, pero es inevitable. Eso sí: “solo el Padre sabe el día y la hora”. Ya en la década de los años sesenta, el Presidente fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, advertía de la catástrofe ecológica y del drástico cambio climático que se avecinaba. En esa época, pocos le prestaron atención. Actualmente, la degradación del ambiente, el calentamiento global y el peligro de una catástrofe mundial, es motivo de serios estudios por muchos especialistas.

De lo que anunció el maestro Samael, por esa época, entresacamos algunos párrafos del capítulo 6, del Mensaje supremo de Navidad 1967-68: Resulta muy singular y significativo que llueva ahora en el SAHARA y en muchos otros lugares donde antes no llovía. Se ha comprobado que los hielos del polo Norte se están derritiendo y esto trae como consecuencia los terribles huracanes y ciclones que actualmente azotan al mundo…

Los terremotos se suceden ahora en forma encadenada, tan pronto se sacude Turquía como el Indostán, hoy tiembla en Norte América mañana en Italia, o en Centro América o en Sur América, etc., demostrándose con esto que dentro del Interior de esta afligida tierra en que vivimos, el Fuego planetario, ha entrado en un terrible desasosiego.

Los viejos volcanes como leones dormidos están despertando de su sueño milenario y comienzan a Rugir, recordemos al Vesubio que acabó con Pompeya, al Fuji en el Japón, al Etna y a muchos otros.

Lo más curioso es que no solamente los leones viejos empiezan a despertar; nuevos volcanes han nacido algunos con vida efímera, otros con vida intensa, mencionemos por ahora al Paricutín … y aquel otro de la tierra fría y martirizada de Siberia….

Más adelante explica el Maestro: Se ha comprobado en forma definitiva que ciertas corrientes de agua en el Atlántico se han venido calentndo desusadamente en el Golfo de Guinea, que está sobre el Ecuador, de manera que al viajar estas corrientes de aguas hacia las regiones del Norte en el conocido «Gulf Stream», han ido socavando secretamente los hielos, fraccionando las montañas de hielo que en pedazos comienzan a viajar hacia el Ecuador para llenar con ansiedad el Vacío dejado por la gigantesca evaporación.

No cabe la menor duda de que esto produce una corriente inversa al «Gulf Stream», pero muy fría que altera fundamentalmente los climas de las Costas por donde pasa, terminando por dar vida a los ciclones, huracanes, terribles tempestades, lluvias torrenciales y toda clase de trastornos climatéricos que causan alarma al género humano…

Ante este panorama, ante estas condiciones de vida anormales y difíciles, ante este futuro terrible que se avecina, ¿que le queda al individuo sensato?

Iniciar un profundo trabajo de revolución de su conciencia, trabajar interiormente, conocerse a sí mismo, exterminar a los elementos indeseables de su conducta, nacer espiritualmente, aprender a ser más por lo que se da que por lo que se tiene o recibe, vivir en la verdad y difundirla, hacer que su luz brille y aprender a respetar y amar los bienes de la Naturaleza.

El individuo consciente de esta realidad, puede trabajar porque desaparezca el hambre del mundo y combatir la explotación, la exclusión y la miseria humana, trabajar en la difusión del conocimiento, fomentar la educación cimentada en valores eternos, en la búsqueda de la verdad y el desarrollo de la capacidad de pensar de manera diferente e independiente, generar cambios en sus hábitos y conducta que tiendan a la disminución del calentamiento global y la degradación del ambiente.

2 comentarios en “Los desastres naturales (parte III)”

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