El arte de amar, segunda y tercera parte

Aunque parezca increíble, es muy cierto de toda verdad que esta tan cacareada civilización moderna es espantosamente fea, no reúne las características trascendentales del sentido estético, está desprovista de belleza interior. Las gentes se han vuelto espantosamente crueles, la caridad se ha enfriado, ya nadie se apiada de nadie. Las gentes de estos tiempos se han tornado demasiado groseras, el perfume de la amistad y la fragancia de la sinceridad han desaparecido radicalmente, el sentido del verdadero amor se ha perdido y las gentes se casan hoy y se divorcian mañana. (Samael Aun Weor, La gran rebelión. Capítulo Nº 2)

¿Es el amor un arte? En tal caso requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es acaso, una sensación placentera cuya experiencia es cuestión de azar, algo con lo que uno tropieza si tiene suerte? Este seminario se basa en la premisa de que el amor es un arte, aún cuando sabemos que la mayoría de la gente cree que el amor es algo así como una especie de química, un asunto meramente sensorial que produce satisfacciones personales.
Con tales afirmaciones no intentamos, en modo alguno, suponer que para la gente el amor carece de importancia. Sabemos que realmente todas las personas están sedientas de amor, por eso ven innumerables películas y telenovelas basadas en historias de amor; unas felices, otras desgraciadas; y escuchan centenares de canciones triviales cuyo tema es el amor. Sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor, es decir, que se aprende a amar, que el amor surge dentro de nosotros mediante un proceso de aprendizaje y de eliminación de los factores psicológicos del contra-amor, del anti-amor, que lamentablemente existen dentro de cada persona.
Esa actitud equivocada consistente en creer que la mecánica de la vida lo prepara a uno para amar, tiene su basamento en la falsa educación y desde luego en los falsos conceptos sobre los que se fundamenta esa educación.
Así las cosas, para la mayoría de la gente, el amor consiste en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para millones de terrícolas el concepto de amor se refiere a cómo lograr que se les ame o cómo ser dignos de amor. Para alcanzar ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los varones, es tener éxito, ser tan adinerado y poderoso como lo permita el margen social de la propia posición. Otro, usado particularmente por las mujeres, consiste en ser atractivas por medio del cuidado del cuerpo, la ropa que visten, etc.
Existen otras formas de ejercer atracción, que utilizan tanto los varones como las mujeres, como tener modales agradables y conversación interesante, mostrarse ante los demás como persona útil, amiga de hacer favores, aparentar modestia, etc. Muchas de las formas de hacerse querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar el éxito, a las técnicas mentalistas (de psiquismo inferior) para ganar amigos y dinero e influir sobre la gente.
En realidad lo que para la mayoría de personas de nuestra cultura moderna equivale a digno de ser amado, es en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal, un asunto puramente físico, relacionado con el centro motor-instintivo-sexual.
Otro error conceptual que sustenta la tesis de que uno (por el hecho de existir como criatura humana) ya está capacitado para amar, consiste en suponer que esto no requiere de un esfuerzo consciente y que todo se reduce a encontrar un objeto apropiado (léase persona) para decirle: “yo te amo”, o bien para ser amado por ese objeto en cuestión.
En una cultura como la nuestra, en la que prevalece la orientación mercantil (de producción de bienes y consumo, de oferta y demanda) y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sentir asombro porque las relaciones amorosas humanas sigan el mismo sistema de intercambio de bienes y de trabajo, que se fundamenten en el “yo te necesito”, en el “tú me haces falta”, en el “yo te doy y tú me das”…
De ese modo, dos personas (él y ella) creen que están enamoradas cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus capacidades económicas y la posición social.
Ella cree haber “comprado” un marido y él supone que ha “comprado” una buena esposa, lo cual lleva posteriormente a una confusión entre la experiencia inicial del “enamorarse” y la situación permanente, dentro del matrimonio, de intentar permanecer enamorados.
Esa excitación inicial, combinada con la atracción sexual y su consumación en las relaciones íntimas, a pesar de su carácter emocionante, con el paso del tiempo pierde su condición estimulante debido al antagonismo entre las parejas, hasta que un día ambos se sienten desilusionados y caen en un terrible aburrimiento mutuo que incluso suele convertirse en desprecio. Porque el amor convencional es, por su misma naturaleza egoica y pasional, poco duradero.
Así pues, esa falsa idea de que “no hay nada más fácil que amar”, sigue siendo la opinión prevaleciente cuando se habla del amor, aún a pesar de las abrumadoras pruebas en sentido contrario.
Vea que prácticamente no existe otra relación que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectativas, y no obstante, fracase tan a menudo como el amor entre las parejas, entre padres e hijos, entre amigos. Si ello ocurriera con cualquier otra actividad económica, política o social, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores, o bien renunciaría a la actividad fracasada.
Empero, puesto que la renuncia es imposible tratándose del amor (el amor es el fundamento de todo, nadie puede vivir sin amor), sólo hay una fórmula adecuada para superar la bancarrota de tan sublime sentimiento, esto es: estudiar qué es el amor en sí mismo y examinar las causas que han originado su pérdida.
El primer paso es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir, y que si realmente queremos aprender a amar, debemos proceder en la misma forma que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte como la música, la pintura, carpintería, la medicina o la ingeniería. Sólo que en el caso del arte de amar, el objeto de estudio es la persona misma, eso que yo soy en este momento, ahora.

El arte de amar
(Tercera parte)

Esta cuestión del mí mismo, lo que yo soy, eso que piensa, siente y actúa, es algo que debemos auto-explorar para conocernos profundamente.
Existen por doquier muy lindas teorías que atraen y fascinan, empero de nada serviría todo eso si no nos conociésemos a nosotros mismos. Es fascinante estudiar astronomía o distraerse un poco leyendo obras serias; sin embargo resulta irónico convertirse en un erudito
y no saber nada sobre sí mismo, sobre lo que yo soy,
sobre la humana personalidad que poseemos. (Samael Aun Weor, La gran rebelión. Capítulo Nº 10)

¿Cuáles son los pasos necesarios, desde el punto de vista gnóstico, para aprender cualquier arte? Según la Gnosis, el procedimiento puede y debe dividirse en dos partes: A) La adquisición del conocimiento, del saber. B) La práctica, la implementación en los hechos de los conocimientos adquiridos, para lo cual es indispensable un tercer factor. C) La comprensión que surge de la unificación del saber con el ser.
Además de la obtención de las ideas gnósticas relacionadas con el arte de amar y la comprensión o vivencia de esas ideas, hay un requisito fundamental para poder implementarlas de forma continuada en la vida diaria, a saber: nada en este mundo físico debe ser para nosotros más importante que el desarrollo de esa capacidad de amar. Porque en la ausencia de ese anhelo místico radica el motivo por el cual la humanidad de nuestra decadente cultura, a pesar de sus continuos fracasos en las relaciones, no trata de aprender ese arte.
Aún sintiendo la intrínseca necesidad de amar, para las multitudes son otras cosas las que tienen más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder, satisfacciones personales, auto-consideraciones…
Por consiguiente, en este difícil arte de amar se debe tener en cuenta que lo exterior es una proyección de lo interior, y que siendo el arte, por definición “la búsqueda de la belleza en todas sus manifestaciones”, inferimos que no puede existir hermosura, armonía y equilibrio en nuestras vidas externas sin belleza interior, sin la posesión específica de valores estéticos que permiten el desarrollo de la capacidad de amar.
Como secuencia o corolario, un verdadero artista es aquel que sabe amar porque mediante un trabajo interior ha eliminado de sí mismo ciertos valores inferiores o yoes, y de ese modo ha cristalizado en su esencia anímica, valores estéticos o virtudes que le han proporcionado equilibrio y armonía en su centro pensante, en su cerebro emocional y en su cilindro motor-instintivo-sexual.
Entiéndase pues, por valores estéticos, la bondad, la generosidad, el altruismo, el sentimiento de amistad y de fraternidad, la sinceridad y la cortesía, la caridad, la equidad, la justicia, la temperancia y muchos otros afines con el amor, que es el primero, el más elevado y el más hermoso de todos los valores del alma.
“La sociedad es una suma de individuos”. Para estructurar un mundo nuevo y mejor, una sociedad más justa y más humana, el amor es un requisito indispensable, pero esto exige equilibrio y normalidad pensante, emocional y sexual de parte de los individuos que forman las distintas sociedades del planeta Tierra.
El verdadero arte es justo, exacto, matemático, equilibrado, armonioso, mesurado e incluso sencillo, y por lo tanto hermoso, bello, consciente e inteligente, saturado de amor hacia los semejantes, a quienes les transmite un mensaje de alegría, o bien una enseñanza que habrá de convertir sus vidas en algo distinto, en una obra maestra.
¿Cómo podría una persona injusta, precipitada, impaciente, torpe, agobiada o embargada por odios, resentimientos, frustraciones, insatisfacciones, miedos, angustias, depresiones, pensamientos tristes y pesimistas, preocupaciones, etc., desarrollar la capacidad de amar, convertirse en un artista del amor?
El amor se manifiesta como recto pensar, recto sentir y recto obrar. Vale decir, el amor exige, para su manifestación, un corazón comprensivo, una mente tranquila, serena y un centro motor-instintivo-sexual no violento, que no sea víctima de la violencia ni de la pasión sexual, que vibre en armonía (artísticamente) con el infinito.

Colaboración de
Franklin Ugas/Venezuela

Continúa este tema en: El arte de amar, (cuarta y quinta parte).

Gnosis en la Civilización Maya

Introducción
En una de las escuelas gnósticas en Guatemala: el Grupo Gnóstico: Los Samaelianos, ubicado en Calzada Justo Rufino Barrios, zona 21 de la ciudad de Guatemala, se imparten conferencias públicas, los días sábado de 17:30 a 19:00 horas. En cierta ocasión, se le planteó al conferencista la explicación que da la Gnosis a las deidades o divinidades en la cosmovisión Maya. Esto como parte de exploración de saberes previos, inquietudes e intereses de los asistentes, que llevaban de sus hogares, antes de iniciar la conferencia, De esta manera construiría el tema con base en esas inquietudes formuladas por el auditorio. El conferencista comentó que por el nivel del auditorio, resultaría más adecuado desarrollar primero un tema introductorio de esoterismo maya, pero a la luz de la Antropología Gnóstica. A continuación, .trasladaremos, con sumo cuidado, la primera parte de la información relativa al tema desarrollado.

Ante todo es importante tener claro que Gnosis es conocimiento. Un tipo de conocimiento espiritual que conduce al ser humano a Dios. Es un conocimiento de Dios, pero no un conocimiento teórico, sino intuitivo de la divinidad. Es a través del conocimiento propio, de la autognosis que se llega a obtener ese conocimiento de Dios.

Luego es importante distinguir lo que no es Gnosis. Por ejemplo, sabemos que hay una Gnosis cristiana. Pero, no todo el cristianismo es gnóstico. Si vamos un poco más al interior de esta afirmación, veremos que, si en un sistema espiritual, lo más importante es la creencia, la imitación mecánica de lo que hace el gurú, seguramente este sistema no es gnóstico. En él no encontraremos la Gnosis. Incluso si en el sistema se encuentra un discurso teórico de Dios, pero olvida la vía del conocimiento propio, lo más probable es que tampoco dentro del mismo, se encuentre la Gnosis.

En forma similar y a la luz de la Antropología Gnóstica debemos tener claro que aunque tradicionalmente se piensa que el gnosticismo antiguo se encuentra en las regiones cercanas al mar Mediterráneo, tal como se puede leer en muchos diccionarios y enciclopedias y en los cuales, se afirma incluso que la capital del gnosticismo asociado al Cristianismo primitivo, se encontraba en la antigua Alejandría; no podríamos pensar que toda la cultura de esta ciudad, sea gnóstica. En forma similar, podemos afirmar que en el helenismo hubo Gnosis, pero no que toda la cultura griega sea gnóstica. Tampoco podríamos afirmar que todas las obras realizadas por lo antiguos egipcios, sean gnósticas, pero sí podemos afirmar que hubo Gnosis en el antiguo Egipto. En forma similar, podemos afirmar que hubo Gnosis en la antigua civilización maya, aunque no todo lo que hicieron los mayas sea gnóstico.

Para ser más precisos, podemos encontrar Gnosis en los cultos a Júpiter, Venus y Mercurio en la Roma antigua, pero no podríamos atribuir a la Gnosis las invasiones romanas. En forma similar, no podríamos encontrar Gnosis en los sacrificios humanos.

Samael Aun Weor, en el capítulo titulado: Antropología Gnóstica de su obra: La Doctrina Secreta de Anahuac, da la siguiente explicación en relación con el ámbito de la Gnosis: “Como quiera que los estudios gnósticos han progresado extraordinariamente en estos últimos tiempos, ninguna persona culta caería hoy, como antaño, en el error simplista de hacer surgir a las corrientes gnósticas de alguna exclusiva latitud espiritual”.

“Si bien es cierto que debemos tener en cuenta en cualquier sistema gnóstico sus elementos helenísticos orientales, incluyendo Persia, Mesopotamia, Siria, India, Palestina, Egipto, etc. Nunca deberíamos ignorar a los principios gnósticos perceptibles en los sublimes cultos religiosos de los nahuas, toltecas, aztecas, zapotecas, mayas, chibchas, incas, quechuas, etc., etc., de Indoamérica”.

Reforzando la afirmación del Avatara, Elaine Pagels, en la página 34 de la traducción de su libro titulado: Los evangelios gnósticos y publicado por Crítica anotó lo siguiente: “recientemente varios eruditos han buscado el impulso para el desarrollo del gnosticismo no en sus orígenes culturales, sino en acontecimientos o experiencias concretas”. En esa misma página, cita a Hans Jonas, quien “ha ofrecido un esquema tipológico que describe el gnosticismo como una clase específica de visión filosófica del mundo”.También cita al “erudito británico E. R. Dodds (quien) caracterizó el gnosticismo como un movimiento cuyos escritos procedían de la experiencia mística”.

Elaine Pagels, reconocida internacionalmente por sus estudios del gnosticismo antiguo, es profesora de la Universidad de Princeton, con un doctorado obtenido en Harvard y cuya tesis doctoral trató precisamente acerca de la Gnosis. Es importante también, el recordatorio que hace José Montserrat Torrents en la Introducción General a su versión de El Evangelio de Judas, publicada por Edaf: “la antropología gnóstica, al igual que su cosmología, está subordinada a una doctrina de la salvación”. Montserrat Torrents, de origen catalán, es una autoridad internacional en copto y textos del antiguo cristianismo. Doctor en teología y Filosofía, es catedrático emérto de la Universidad de Barcelona.

Muchos estudiosos del esoterismo, se han referido al legendario continente Atlante, el mismo que cita Platón en sus diálogos: Timeo y Critias. Referencias a la Atlántida se encuentran en el mito del Diluvio Universal narrado por medio de la tradición oral en muchos pueblos desde la antigüedad. En el Popol Wuj o Pop Wuj de los quichés aparece este relato también, cuando se narra que uno de los intentos de diosas y dioses por crear a los primeros seres humanos, fracasa y que esa humanidad pereció por grandes acontecimientos naturales, en especial, por una gran inundación.

Para mayor información respecto de la Atlántida, puede consultarse, el capítulo VII de la obra citada de Samael Aun Weor, capítulo que lleva precisamente el nombre de la Atlántida. En dicho capítulo, el Avatara de la Era de Acuario explica que el origen de los pueblos americanos se encuentra en el tronco atlante, en forma similar al de los pueblos mediterráneo-semitas.

El Kalki avatar en el capítulo titulado La Raza Aria, de su Mensaje Supremo de Navidad 1967-1968, afirma lo siguiente: “La Atlántida pasó por terribles y espantosas catástrofes antes de desaparecer totalmente”. La primera catástrofe se sucedió hace 800 000 años poco más o menos; la segunda catástrofe se sucedió hace unos 200 000 años; la tercera catástrofe acaeció hace unos 11 000 años y de la cual como de su diluvio, guardan más o menos confuso recuerdo todos los pueblos.  Es indudable que si la invención de la escritura, se estima que ocurrió entre el quinto y tercer milenio antes de nuestra era, es imposible que haya registro histórico escrito de la última catástrofe del continente Atlante y que lo sumergió definitivamente en el océano del mismo nombre. Sin embargo, la tradición oral de muchos pueblos conserva el recuerdo de este terrible acontecimiento.

Distintos estudiosos del esoterismo, afirman que poco antes de ocurrir la última catástrofe Atlante, los iniciados, los elegidos, los más sabios, se diseminaron por diferentes partes del mundo, hicieron grandes fundaciones y contribuyeron al desarrollo de la civilización tal como la conocemos. Esta civilización corresponde a nuestra raza Aria o quinta raza.

G. I. Gurdjieff, en el primer libro de su obra. Del todo y de todo, hace referencia a la sociedad Ajaldán, como una sociedad científica o sociedad sabia “como jamás se había visto en la Tierra y como probablemente jamás se verá en la Tierra”. Es indudable que los sabios ajaldaneses provenientes de la Atlántida enseñaron sus conocimientos de ciencia, arte, filosofía y religión a mayas, egipcios y a tantos pueblos más. De ahí que haya tantas concordancias y paralelismos por diferentes regiones del mundo. Así se explica la construcción de monumentales templos piramidales en Egipto, Guatemala y México, así como similares costumbres funerarias y muchas correlaciones más.

Primera parte

Una interesante etimología de la palabra Maya es la que da Gabriel Ángel Castañeda en su libro: Monumento a Tecún Umán. Castañeda afirma que maia o maya, significa. sabio. En el Popol Vuh de los quichés al referirse a los hombres de maiz se afirma: que poseían una gran sabiduría. Así, en el capítulo primero del Popol Vuh, en la versión de Adrián Recinos, se lee: «De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza». En la versión de Sam Colop, de libro sagrado o Popol Wuj, se lee: «su esencia», en lugar de «su naturaleza».

A lo largo de mucho tiempo, diversos estudiosos, como Erick Thompson, (en el capítulo 6 de su libro: Historia y Religión de los mayas), han afirmado que hubo una casta de sacerdotes mayas los ahau can mai. Sus principales funciones eran enseñar la escritura jeroglífica, los cómputos calendáricos, los rituales, la medicina, la adivinación, el arte de la profecía y oficiaban solo en ceremonias muy importantes. Otros autores afirman que eran los sumos sacerdotes del culto a Kukulkán.

Resulta sumamente interesante que Castañeda en su obra, relaciona la palabra maia o maya, con el maíz. Castañeda afirma que la palabra maíz devino de una mala pronunciación de Colón cuando conoció el grano y que la palabra correcta es maixh que significa semilla de sabiduría o semilla maia.

Es muy significativa esta interpretación, ya que de la antigüedad, se reconocen tres grandes civilizaciones agrícolas: las civilizaciones del arroz en China e India, la del trigo en el Mediterráneo y la del maíz en América. Esotéricamente hablando, el maíz tiene los mismos atributos que el arroz y el trigo. El simbolismo esotérico del maíz, equivale al del trigo. El trigo adorado por los cristianos como el pan de vida o el cuerpo de Cristo tiene idéntico significado entre los mayas. En el Popol Wuj de los quichés se explica que la abuela Ixmucané, preparó nueve bebidas a base de maíz blanco y amarillo, para la creación de los cuatro hombres de maíz. Ixmucané tiene los mismos atributos que Santa Ana, la madre de la virgen María en la tradición cristiana. El nueve se explica simbólicamente con auxilio de la ciencia hermética de la Cábala.

En los estudios gnósticos, el arroz, el trigo y el maíz tienen el significado esotérico de la simiente, el ens seminis, fuente de la energía creadora. La semilla de sabiduría es la única capaz de crear al hombre de maíz, al hombre auténtico dentro de nosotros mismos. En el capítulo primero, de la tercera parte de la versión de Adrián Recinos, para el Popol Vuh, se lee: «De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas». Es indudable que de la sabia combinación de átomos solares (maíz amarillo) y de átomos lunares (maíz blanco), dan como resultado transmutaciones alquímicas maravillosas. Al cristalizar en el ser humano esos átomos combinados, dan como resultado en última instancia la creación de los cuatro hombres de maíz, de los cuatro cuerpos existenciales superiores del Ser indispensables para lograr el auténtico Nacimiento Segundo.

A este respecto Samael Aun Weor, combina este relato con el contenido en el Popol Wuj y en el Memorial de Sololá o Anales de los Kakchikeles. Así, en el capítulo XXIII, titulado: La Serpiente voladora, de su libro: El Matrimonio Perfecto explica lo siguiente: “el ave y la serpiente figuran como creadores sexuales del Universo. Tepeu y Cocumatz envían un gavilán al inmenso mar de la gran vida para traer la serpiente, con cuya sangre maravillosa amasan el maíz amarillo y blanco. (…) Con esa masa de maíz blanco y amarillo, mezclado con la sangre de la serpiente, el dios Tzacol formó la carne de la gente.”.

“El ave representa al Espíritu Universal de Vida. La serpiente representa al fuego sexual del Tercer Logos. La sangre de la serpiente indica las aguas del Génesis, el gran esperma universal, el ens seminis o semen cristónico, en cuyas aguas está el germen de toda vida. Estas aguas son la sangre de la tierra, según el filósofo maya. La diosa Coatlicue es la Madre de la vida y de la muerte”.

“Realmente, el fuego sexual del Tercer Logos hace fecundas las aguas de la vida para que surja el Universo. En la teogonía maya, dos dioses intervienen en la creación: uno que da la vida y la forma al hombre, y otro que le da la conciencia. El Tercer Logos hace fecundas las aguas de la vida y cuando estas han sido fecundadas, interviene el Segundo Logos infundiendo conciencia en todos los organismos. Los vehículos de acción de todas las fuerzas logoicas son los dioses inefables. El Gavilán H´ Ch´ Uuy, el guacamayo Mo, el cernícalo X´ Cen Cen Bac, el tapir, Tzimink, Aax y la serpiente Can son los factores básicos de los mitos geogénicos mayas. Estos símbolos se utilizan exotéricamente y esotéricamente. En el campo exotérico o público simbolizan hechos de tribu, acontecimientos históricos, etc. En el aspecto esotérico o secreto, la cuestión es altamente científica, profundamente filosófica, sublimemente artística y tremendamente religiosa. Entre los mayas, el Paraíso Terrenal es Tamoanchán, el sagrado lugar del Pájaro Serpiente. Tamoanchas son de hecho los iniciados de la serpiente. El mito de los tamoanchas es el del Pájaro-Serpiente. Los tamoanchas descienden de los toltecas, olmecas y mayas”.

Otro aspecto, no menos interesante de los orígenes de la civilización Maya es el que ya hemos citado en relación con el continente perdido de la Atlántida y la sociedad Ajaldan. En las tradiciones orales y libros sagrados de mayas y nahoas, se hace enfática referencia a que sus orígenes se encuentran en oriente, de donde nace el Sol, es decir, en la Atlántida. Sin temor a equivocarnos, fueron esos ajaldanes o mayas, quienes, como dice Megaloni Duarte, quienes llevaron su religión sabiduría a todas partes.

Carlos Barrios, en su obra Ch’umílal Wuj o Libro del destino, narra que «En las antiguas historias, los sabios mayas nos relatan que en el principio de la actual humanidad fueron designados cuatro grandes maestros para educar los sobrevivientes de un cataclismo. Catástrofe en que se destruyera el continente de Atlántida. Maestros que se dirigieron, el primero a la India, conocido como Naga Maya, el segundo a Egipto u Oriente Medio, conocido como  Maya Chez, el tercero a Grecia, conocido como Kara Maya y el cuarto difundió su enseñanza en América y es conocido como Kukulkan«. De allí se explica el porqué, en libros tan distantes cultural, geográfica e históricamente, como el Ramayana hindú, se haga mención a los mayas, quienes, como misioneros de la espiritualidad y conocimiento fueron primero a Brahma y allá instruyeron la conciencia de los Naga«.

Continúa en: Gnosis en la Civilización Maya (segunda parte).

Antropología Gnóstica (Parte III y final)

Desde los Gnósticos sincretistas pre-cristianos hasta los modernos se ha explicado el Gnosticismo, como la “Doctrina de la Síntesis”. De la unidad filosófica, religiosa, científica y artística.
Es por eso que en la Gnosis encontramos los cuatro pilares fundamentales del conocimiento, esto es:, ciencia, arte . filosofía y mística trascendental..

LA GNOSIS COMO CIENCIA nos permite acercarnos al conocimiento, y aunque por «ciencia» entendemos, normalmente, «conocimiento», no todo conocimiento es científico, al menos en sentido estricto, ya que para ello ha de reunir al menos dos condiciones: ser cierto y ser evidente, lo cual implica que sea demostrable. Además ha de exigirse al conocimiento científico que sea ordenado y total, aunque es evidente que en la mayor parte de las actuales investigaciones científicas aun no se ha alcanzado la ordenación sintética de hechos aislados.
En este sentido, no es exagerado afirmar que la llamada ciencia moderna ni es completamente cierta, ni es absolutamente evidente, puesto que sobre el origen de la vida, de las especies y del ser humano, no existe un orden total. Por el contrario casi todos son hechos aislados que se fundamentan en simples hipótesis.
Un ejemplo concreto de lo expuesto anteriormente, lo tenemos en el nuevo reto de la ciencia, el universo sub-atómico. Este no es objetivamente demostrable con el llamado «método científico» de la observación, experimentación y clasificación.
La más pura observación no existe para aquellos fenómenos que escapan a nuestro universo tridimensional, la experimentación entre «el sujeto que observa» y «el objeto observado» siempre estará condicionada por la constitución subjetiva del propio observador y su aparato de medida.
El método gnóstico para la experimentación científica, permite penetrar en «la cosa en sí» del fenómeno y extraer de éste sus principios psicológicos-cósmicos, más allá de la barrera de la velocidad de la luz, coincidentes éstos, con la teoría de la relatividad, el hiper-espacio y los universos paralelos.
La ciencia gnóstica estudia la materia y la anti-materia, la constitución de los átomos, aun en cuestiones totalmente desconocidas para la ciencia de hoy, como ejemplo tenemos «los Puncta» que no son átomos, ni nucleones, ni partículas de alguna clase, y que no ocupan espacio.
La Gnosis, conoce objetivamente el origen de los mundos, soles, universos y, particularmente el Sistema Solar de Ors, donde vivimos y tenemos nuestro ser. Todo pasa por el crisol de la Gnosis.
La Gnosis, como ciencia pura, nos permitirá estudiar la Anatomia Oculta del ser humano, su Ultra-Biología y Ultra-Patología, y como desarrollar una serie de facultades latentes en esa anatomía multidimensional, a partir del desarrollo de la parte superior de las glándulas de secreción interna, que en Oriente se les llama «ruedas, discos, o chakras».
Nos permitirá estudiar y comprobar la ciencia de las mutaciones o transformaciones, que es la Alquimia, La ciencia de la meditación, la cienca mágica de los Jinas y la salida consciente al mundo astral o quinta dimensión. Así como, la ciencia de la elementoterapia de Paracelso y la Medicina natural, la ciencia de las vibraciones táttwicas. Estudiarenos la Cosmogénesis y la Antropogénesis, la Kábala y ciencias de predicción y muchos temas más.
LA GNOSIS COMO FILOSOFÍA, nos da respuesta a los diversos enigmas de la existencia: ¿Quienes somos, de dónde venimos y para dónde vamos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? ¿Qué hay más allá de la muerte y qué antes del nacimiento? ¿Por qué nacemos bajo un signo astrológico y no bajo otro, precisamente en esa familia y con ese cuerpo?
La filosofía es en sí misma reflexión evidente, cognición mística del Ser., conocimiento directo de la conciencia despierta. La filosofía, es el amor a la sabiduría.
En la Gnosis, su método es la introspección que nos conduce al conocimiento directo, aunque ella participa también de la reflexión evidente.
Incuestionablemente, el conocimiento filosófico gnóstico escapa siempre a los normales análisis del racionalismo subjetivo. El correlato de este conocimiento es la intimidad infinita de la persona, el Ser. «La razón de ser del Ser es el mismo Ser». Sólo el Ser puede conocerse a sí mismo. El Ser, por lo tanto, se Auto-Conoce en la Gnosis.
El Ser, revaluándose y conociéndose a sí mismo, es la Auto-Gnosis. Esta en sí misma es la Gnosis. El auto-conocimiento del Ser es un movimiento suprarracional que depende de El, que nada tiene que ver con el intelectualismo.
La filosofía gnóstica brota de diversas latitudes y mediante la Antropología Gnóstica podemos evidenciar esa tremenda realidad.
Estudiaremos las tradiciones esotéricas y la simbología de las antiguas culturas, nos dedicaremos a estudiar el desarrollo espiritual del ser humano, cómo ha de pasar de un simple «animal racional» al reino del auténtico hombre y después al del super-hombre. También los misterios de la vida y de la muerte. el árbol sephirotico o kabalístico, los sistemas para el despertar de la conciencia y de desarrollo de la razón objetiva del Ser, y otros muchos temas de gran profundidad y una sencillez que asombran.
LA GNOSIS COMO ARTE, es la búsqueda de la armonía, belleza y perfección, tanto en la expresión artística como en la magna obra o Magnus Opus a realizar, es decir, en la cristalización dentro de cada uno de nos, de esa armonía, esa belleza y esa perfección para que desde nuestro interior se expresen y extiendan a la sociedad, ayudando a crear una nueva civilización y una nueva cultura.
El arte es el fiel testigo de esa gran obra humana que llamamos cultura. En todas las grandes obras de la literatura universal, en la producción de los genios de la música, de la pintura, de la escultura y de la arquitectura ha estado presente la Gnosis.
Hay dos clases de arte: primero, el arte subjetivo que a nada conduce; segundo, el Arte regio de la Naturaleza, el arte trascendental fundamentado en la leyes del tres, del siete, del doce, etc.. Obviamente tal arte contiene en sí mismo verdades cósmicas, antropogenéticas, cosmogónicas, científicas y místicas
El arte gnóstico lo encontramos en todas las piezas arcaicas. En las pirámides y en todos los viejos obeliscos del Egipto de los faraones, en el México antiguo, entre los mayas, en las reliquias arqueológicas de los aztecas, zapotecas, toltecas, etc., en los viejos pergaminos china, fenicios, asirios, de la Edad Media, etc. En los jeroglíficos y en los bajos relieves del antiguo Egipto. En las pinturas y esculturas de Miguel Ángel, en la Gioconda de Leonardo Da Vinci, en la música de Beethoven, de Mozart, de Lizt, de Richard Wagner; en las grandes obras de la Literatura Universal: «La Iliadada y la Odisea» de Homero, «La Divina Comedia», de Dante y muchísimas otras.
Sin el arte como testigo, la filosofía, la mística y la ciencia de nuestros antepasados, no hubiesen podido llegar a nosotros.
A este respecto nos dice el Venerable Maestro Samael Aun Weor: Hemos investigado en las fuentes de la China, en las obras sáncritas de la India, en los viejos manuscritos tibetanos, etc, y hemos llagado a la conclusión de que la sabiduría es universal, que es siempre la misma. Sólo cambian sus distintos aspectos de expresión, de acuerdo con los pueblos, naciones y lenguas...
LA GNOSIS COMO RELIGION da respuesta a todos los requerimientos del espíritu, del alma, de la conciencia o budhata del ser humano.
Todas las religiones verdaderas son piedras preciosas engarzadas en el hilo de oro de la divinidad. Las religiones conservan los valores eternos, Es absurdo decir que la religión del vecino no sirve y que sólo la mía es verdadera. Si la religión del vecino no sirve, entonces la mía tampoco sirve, porque los valores son siempre los mismos. Todas las religiones enseñan lo mismo y buscan lo mismo: Re-Ligar, volver a unir al ser humano a su principio Pneumático, a su Real Ser Interior Profundo.
Las doctrinas religiosas en su esencia son perfectas, los imperfectos somos siempre los practicantes de las religiones. Sería absurdo decir que el Cristianismo, o el Islam o cualquier otra religión inciten a la guerra, a matar o quemar seres humanos, porque en ninguna parte de su doctrina o textos sagrados lo indica. Esto siempre es culpa de los ignorantes que pertenecen a esa religión y que para desgracia ocupan puestos relevantes.
Es estúpido decir que la religión de las tribus indígenas de América es idolatría, entonces ellos también tienen derecho a decir que nuestra religión es idolatría. Y si nosotros nos reímos de ellos, ellos también pueden reírse de nosotros.
No podemos desacreditar la religión de otros sin desacreditar la nuestra también, porque los principios son siempre los mismos.
Bajo el Sol, toda religión nace, crece, se desarrolla, se multiplica en muchas sectas y muere. Así ha sido siempre y así será siempre. Pero los principios religiosos nunca mueren. Pueden morir las formas religiosas, pero los principios religiosos, es decir, los valores eternos, nunca mueren. Ellos continúan, ellos se revisten con nuevas formas.
Hay hombres profundamente religiosos que no pertenecen a ninguna forma religiosa. porque han unido su mente y su conciencia a la divinidad.
Decía Albert Einstein: Una ciencia sin religión está coja; una religión sin ciencia está ciega…
Estudiaremos las religiones comparadas, sus principios eternos, sus deidades, sus ritos ancestrales, sus maestros, sus preceptos, etc.
A través del estudio y experimentación de la Ciencia pura, del Arte regio, de la Filosofía hermética y de la Religión-ciencia, el aspirante gnóstico empieza a recorrer su propio camino, su propio sendero. El sendero está dentro de cada uno de nosotros.
Nadie puede introducirse en el sendero sin antes tener un conocimiento conceptual sobre ese mismo camino. De allí que el neófito deba entonces –al principio- estudiar en forma intelectiva todo el cuerpo de doctrina gnóstica donde se le enseñarán los mapas del camino.
Posteriormente, a medida que avance en los estudios de Primera Cámara, el Instructor le explicará cómo vivenciar esos conocimientos, utilizando para ello la técnica de la meditación y otros métodos que poseen las asociaciones gnósticas internacionales de estudios antropológicos, filosóficos y culturales.
Esta es una enseñanza seria, para gentes serias, vale decir: está destinada a aquellos aspirantes sinceros que verdaderamente quieran trabajar sobre sí mismos, para cambiar su conducta, su modo de ser, para aquellos que quieren respuestas reales y concretas. En consecuencia, la Gnosis se aparta, nada tiene que ver con santerías, espiritismos, brujerías, cartomancias y astrologías de feria, charlatanería y todas esas manifestaciones del psiquismo subjetivo inferior que tanto abunda hoy en los mercados de libros, revistas y periódicos.
La Gnosis es una enseñanza cósmica que busca restituir dentro de cada ser humano, la capacidad de vivir consciente e inteligentemente, a través del estudio, comprensión y experimentación del arte, la ciencia, la filosofía y la mística trascendental.
Tener Conciencia de la propia ignorancia es un paso hacia el Conocimiento… Benjamín Disraelí-.

Colaboración de
César Owen/España

El arte de amar, parte I

Este tema está particularmente dirigido a aquellas personas inteligentes y comprensivas que dentro
de sí mismas experimentan una simbiosis de amor y rebeldía.

Hay un arte de amar que debe ser aprendido, como quien aprende a leer y a escribir para luego convertirse en escritor. Asimismo, nadie es excelente amador o amadora por el simple deseo de querer serlo. Uno necesita pasar por un proceso de aprendizaje que, en el terreno del gnosticismo universal, implica conocer -por sí mismo y por experiencia directa- los misterios del amor.

PLANTEAMIENTOS BÁSICOS
1- “Juan, el inefable, recuesta su cabeza en el corazón del gran Kabir Jesús, como declarando: el amor se alimenta con amor”. (Samael Aun Weor, “El Parsifal Develado”)

2- “Cuando uno no tiene amor, nada es”… (Pablo, el gran iniciado Gnóstico-Cristiano)

3- “El conocimiento psicológico (de sí mismo) es una condición necesaria para el desarrollo de la capacidad de amar”. (Erich Fromm)

Auspiciado por la Asociación Gnóstica de Estudios Antropológicos, Culturales y Científicos.

EL ARTE DE AMAR

“Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas”. (V.M. Aureola Paracelso)

“No podemos forjarnos ninguna concepción de un desarrollo de la capacidad de amar sin un desarrollo de la conciencia. No podemos amar lo que no conocemos conscientemente. El amor verdadero es consciente. Amor es igual a conciencia despierta”. (Sabiduría Gnóstica)

REFLEXIÓN INICIAL: Según las profundas investigaciones esotéricas y gnósticas, realizadas por hombres de conciencia despierta en el mundo interior o espacio psicológico, el “animal intelectual” está dormido. En él, todo está mezclado con sueños, con la imaginación mecánica o fantasía, y de hecho con emociones negativas a las cuales se aferra más que a ninguna otra cosa. Gran parte de su vida (la casi totalidad, digamos) tiene lugar en la subjetividad, en la inconsciencia, de donde se infiere que está gobernado por los “agregados psíquicos” o “yoes” de la falsa personalidade esa máscara ilusoria que desde luego no es el Ser y a quien obedece ciegamente. Tal como es (afirman los maestros-investigadores) no puede discernir entre el amor y la pasión, confunde el uno con la otra. Y luego añaden: pero un hombre verdadero, el que mediante un riguroso trabajo sobre sí mismo ha llegado a otros estados superiores de conciencia, sí ve las cosas como son en realidad, pues ya no está más en los estados inferiores de sueño y de vigilia, es objetivo, y así, de ese modo, experimenta el verdadero amor.

Esto último sucede cuando el hombre llega a ser consciente de sí mismo, de Dios y del prójimo, es decir, cuando se auto-conoce y se identifica o consustancializa con su Ser Real. Empero el “animal intelectual”, que como hemos dicho, vive de acuerdo con los condicionamientos de su falsa personalidad, que sólo conoce las pequeñas y falsas emociones, fundamentadas casi siempre en la auto-consideración surgida a su vez del amor propio. ¿Cómo podría, estando tan lleno de prejuicios, de dogmas, con el alma tan pequeña, tan embotellada entre el egoísmo, que mira con desprecio a quienes no pertenecen a su mismo bando, que rechaza con odio a todo aquel que pertenece a una religión diferente, comprender qué es el amor a Dios y al prójimo?

De modo que, los hechos demuestran que el hombre común o “animal intelectual” no puede saber lo que en sí mismo es el amor a Dios y al prójimo porque está dormido y sólo sabe apreciar su propia opinión de Dios (al que cree adorar) y el concepto parcial que tiene de sus semejantes. Su opinión, obviamente, es egocéntrica y si alguien no opina lo mismo que él, se enfurece y hasta lo persigue y desea matarlo. Secuencialmente, todo lo que puede decirse del hombre dormido es que no puede, en esas condiciones psicológicas, amar verdaderamente a Dios y al prójimo.

PRIMERA CONCLUSIÓN: Sólo la conciencia despierta puede llevarnos a sentir verdadero amor.“La esencia libre nos confiere belleza íntima. De tal belleza emanan la felicidad perfecta y el verdadero amor”… Hay, pues, una diferencia muy grande entre amar y la atracción entre los opuestos (de la mujer hacia el varón y viceversa, entre él y élla). Amar presupone conocimiento de sí mismo y entendimiento de ciertas leyes; lo segundo es una cosa mecánica (instintiva-motora y sexual), predeterminada por la Inteligencia de la Naturaleza para los fines de la reproducción y supervivencia de la raza.

Colaboración de:
Franklin Ugas/Venezuela

Continúa este tema en: El arte de amar, segunda y tercera parte.