El arte ciencia de los oráculos

“que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad

lo que aún no era hecho; que digo: 

Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”

(Is 46:10)

Un oráculo es un pronóstico o predicción de algo que ocurrirá en el futuro. Es una respuesta de la divinidad dada por sacerdotes, sacerdotisas, pitias o pitonisas (sacerdotisas de Apolo), canalizadores, profetas o expertos. Estos sirven de mediadores entre el consultante y la divinidad (el Ser, el Íntimo, Chesed, Atman, el Padre interno, Dios en nosotros) mediante la intuición o voz del corazón.

La persona que sirve de intermediaria, ya sea sacerdote o sacerdotisa, pitia o pitonisa, sibila, profeta, gurú, guía espiritual o simplemente una persona con conocimientos prácticos relativos a las claves del oráculo; ha desarrollado las tres formas de conocimiento interior, como lo son la imaginación creadora, la inspiración y la intuición. La Teomancia, el don de la profecía a través de los auténticos oráculos y métodos de predicción permitidos por la divinidad, constituye motivo de aprendizaje, reflexión y práctica en los estudios gnósticos. El don de la profecía mediante la interpretación de oráculos, forma parte de los principios y vida cotidiana en la cosmovisión gnóstica y constituye una amalgama de arte y ciencia esotéricas, una sabia combinación holística y transdisciplinar de saberes.

La interpretación de oráculos, no debe confundirse con el trabajo de adivinadores, prestidigitadores o magos de espectáculo o con médiums y personas que para dar sus respuestas consultan a los ídolos del Antiguo Testamento, al Ego o entidades negativas del submundo o bajo mundo astral. En toda la historia ha habido también adivinaciones de este tipo, como las que realizaban los habitantes de Siria y de Judea mediante sacrificios humanos repugnantes; auténticos trabajos de magia negra

En la antigüedad varios pueblos, entre ellos, los griegos y romanos buscaban la respuesta de la divinidad ante una consulta, generalmente, a través de un intermediario y en un lugar sagrado. Fue famoso el oráculo de Apolo en Delfos, el de la Sibila de Cumas, el de Heliópolis y el de Amón Ra en el oasis de Siwa, en el antiguo Egipto. Hay múltiples y variados oráculos. Incluso animales, plantas o piedras, pueden servir de intermediarios, como una bastante curiosa y singular en la actualidad descrita por Jesús Iglesias Janeiro, en su Cábala de predicción, acerca de los cocodrilos, en las islas del lago Victoria Nyanza. Platón, menciona a los oráculos en varios de sus Diálogos. Así, en el Fedro, pone en labios de Sócrates que “los sacerdotes del santuario de Júpiter en ‘Dodona’ decían que los primeros oráculos salieron de una encina”. En dicho diálogo, el gran sabio, hace mención al oráculo de Ammón. Platón en La República, cita el oráculo dado al último rey de Lidia, Creso: escapa a lo largo del Hermo pedregoso sin miedo a que alguno le llame cobarde.

 Platón, vuelve a citar el oráculo de Ammón, en el Segundo Alcibíades, en relación con una consulta que hicieran los atenienses, quienes no entendían por qué los lacedemonios (espartanos), siempre les vencían en batalla, a pesar que los atenienses frecuentemente ofrecían a los dioses grandes procesiones, ofrendas y sacrificios. Sócrates, narra y explica ampliamente la respuesta breve del oráculo: “He aquí lo que Ammón responde a los atenienses: que estima más las bendiciones de los lacedemonios que todos los sacrificios de los atenienses. El profeta no dijo más. Por estas bendiciones de los lacedemonios entendía, a mi juicio, sus oraciones, que en efecto difieren de las de los demás pueblos; porque todos los otros griegos, ya ofrezcan toros con sus cuernos dorados, o ya consagren ricas ofrendas, piden en sus oraciones todo lo que les sugieren las pasiones, sin averiguar si son bienes o males. Pero los dioses que oyen sus blasfemias, no agradecen sus procesiones ni sus sacrificios suntuosos. Se necesita, a mi parecer, mucha precaución y mucha atención para saber lo que se debe decir y lo que se debe callar. En Homero encontrarás un ejemplo semejante al precedente: Mientras construían un fuerte, dice, los troyanos ofrecían a los inmortales grandes hecatombes, y los vientos llevaban de la Tierra al Cielo un olor agradable; y sin embargo los dioses se negaron a gustarlo, porque tenían aversión a la ciudad sagrada de Troya, a Príamo y al pueblo de este rey hábil en el manejo de la lanza. Y así, en vano era hacer sacrificios y ofrecer dones a los dioses, que les aborrecían; porque no es posible, dada la naturaleza de los dioses, dejarse corromper por presentes como un codicioso usurero; y seriamos unos insensatos, si pretendiéramos por este medio hacernos más agradables a sus ojos que los lacedemonios”.

Son muchas las referencias históricas en los distintos pueblos, en los que se habla de un anuncio, un destino manifiesto, una nabia, profecía u oráculo de algo que acontecerá, de ciertos signos que aparecerán en determinado momento. Tal es el caso de la peregrinación mexica y el oráculo de Aztlán, en el que se encontrarán con el águila sobre el nopal, devorando una serpiente.

La tradición esotérica relativa a los oráculos es antiquísima. Samael Aun Weor, en su obra Curso Zodiacal, explica que: “En la Atlántida existieron siete oráculos importantes en el mundo físico, donde los hombres estudiaban la sabiduría de las estrellas y consultaban a los dioses siderales. Los guardianes de esos misterios eran grandes iniciados. En el oráculo de Marte se enseñaba el ocultismo marciano; en el oráculo de Júpiter, la religión jupiteriana; en el oráculo de Venus, las artes, sabiduría venusina; en el oráculo de Saturno, la sabiduría de Saturno; en el oráculo de la Luna, el ocultismo lunar; en el oráculo de Mercurio, la sabiduría mercuriana; y en el oráculo solar, nuestra sabiduría gnóstica. Los antiguos sacerdotes enseñaban a sus discípulos a interpretar las señales del firmamento; esas señales se interpretan basándonos en la ley de las analogías filosóficas”.

Es frecuente el lenguaje simbólico, alegórico, en clave, de los oráculos para que quien “tenga el entendimiento, que entienda”. Es mediante el lenguaje de la intuición, de la Gnosis Kardias, la Gnosis del corazón, que se expresan e interpretan los oráculos. En este sentido, Pedro Ouspensky, en su obra Un Nuevo modelo del Universo cita a Oswald Wirth, quien en su libro Le Symbolisme Hermetique, habla del lenguaje de los símbolos de una manera muy interesante:

“Un símbolo puede estudiarse siempre desde un número infinito de puntos de vista, y cada pensador tiene el derecho de descubrir en el símbolo un significado nuevo de acuerdo con la lógica de sus propias concepciones. En realidad la finalidad de los símbolos es la de despertar ideas que duermen en nuestra conciencia. Despiertan un pensamiento por medio de la sugestión y hacen que la verdad que se encuentra oculta en lo profundo de nuestro espíritu salga a la luz. Para que los símbolos puedan hablar, es esencial que tengamos en nosotros mismos los gérmenes de las ideas, cuya revelación constituye la misión de los símbolos. Pero no es posible ninguno revelación si la mente se encuentra vacía, estéril e inerte. “Por esta razón los símbolos no llegan a todo el mundo, no pueden hablar a todas las gentes. Rehúyen especialmente a las mentes que se precian de ser positivas y que basan su razonamiento solo en inertes formulas científicas y dogmáticas. La utilidad práctica de estas fórmulas no puede discutirse, pero desde el punto de vista filosófico son la expresión solo del pensamiento estático, artificialmente limitado, inmóvil a tal grado, que parece estar muerto en comparación con el pensamiento vivo, indefinido, complejo y móvil, que se refleja en los símbolos. “Queda perfectamente claro que los símbolos no han sido creados para expresar aquello a lo que se llama verdades científicas. “Por su propia naturaleza los símbolos deben permanecer elásticos, vagos y ambiguos, como los designios de un oráculo. Su papel es descubrir misterios, dejando a la mente toda su libertad”.

Volviendo a la predicción mediante la consulta a la encina y a las piedras, el ocultista francés Alphonse Louis Constant, más conocido como el abate Constant o Eliphas Levi, en su obra: El libro de los esplendores, cita al sueco Emanuel Swedenborg, “ese místico admirable, sostenía que el Universo es, en realidad, un hombre inmenso, con cabellos luminosos, brazos y piernas estrelladas; que este hombre está hecho tan inmenso y tan brillante que ningún ojo humano puede verle. Aun en nuestros días, los mormones se imaginan que el Universo es limitado, y que Dios, bajo la forma de un hombre gigantesco que ocupa el centro, está sentado sobre una colosal Urim-Thumin, es decir, sobre dos piedras talladas en innumerables facetas, en las que ve reflejarse cuánto pasa en los mundos. En tal sentido no son más progresivas que los escandinavos, quienes sientan a Odín sobre una encina, por cuyo tronco una ardilla sube y baja sin cesar para decirle al oído cuánto ocurre en el Universo”.

Respecto de las piedras que funcionan como oráculo, el Kalki Avatar, en su obra Las tres montañas, anota lo siguiente: “Incuestionablemente las «piedras animadas» que en la antigua Arcadia modificaron radicalmente la forma de pensar del sabio Pausanias (historiador y geógrafo griego), pueden ser clasificadas en dos clases: ophites y siderites, la «piedra-serpiente» y la «piedra-estrella». Eusebio, especialmente, nunca se separaba de sus ophites que llevaba en su seno, y recibía oráculos de ellas, proferidos por una vocecita que se parecía a un tenue silbido. Arnobio cuenta que siempre que encontraba una piedra de estas, no dejaba de dirigirle alguna pregunta que ella contestaba con una vocecita clara y aguda”.

El Presidente fundador de las instituciones gnósticas, amplía la explicación de las “piedras parlantes”, en su obra Mensaje de Navidad 1968-69, La Magia de las runas: “En los antiguos tiempos existieron gigantescas piedras que andaban, hablaban, pronunciaban oráculos y hasta cantaban. La “piedra de Cristo”, la “roca espiritual” que, seguía a Israel, escrito está que se convirtió en Jupiterlapis devorado por su padre Saturno bajo la forma de un pedernal. Si no hubieran existido gigantes que moviesen rocas tan colosales, jamás hubieran tenido realidad, un Stonehenge, un Carnac (Bretaña), y otras semejantes construcciones ciclópeas. Si en los tiempos idos, no hubieran existido sobre la faz de la Tierra, la verdadera y legítima ciencia mágica, jamás hubiera habido tantos testimonios de piedras, «oraculares y parlantes». En un poema atribuido a Orfeo, estas piedras son divididas en ophites y siderites, la «piedra-serpiente» y «piedra-estrella».

La ophites es áspera, dura, pesada, negra, y tiene el don del habla; cuando uno va a tirarla, produce un sonido semejante al grito de un niño. Por medio de esta piedra fue como Heleno predijo la ruina de Troya, su querida patria”.

“Antiquísimos documentos sagrados afirman que Eusebio jamás en la vida se separaba de sus ophites y que recibía oráculos de ellas, proferidos por una vocecita que se a un tenue silbido, el mismo que escuchó Elías o Elijah después del terremoto en la boca de la cueva. La famosa piedra de Westminster era llamada Laifail, la «piedra parlante » y solo elevaba su voz para nombrar al rey que debía ser elegido. Esa piedra tenía una inscripción borrada ahora por el polvo de los siglos que decía: ni fallat fatum, scoti quocumque locatum invenient lapidem, regnasse tenenturibiden. Suidas, habla de un hombre, que podía distinguir de una ojeada, las piedras inanimadas de las que estaban dotadas de movimiento. Plinio menciona piedras que se apartaban cuando una mano se aproximaba a ellas. Las piedras monstruosas de Stonehenge eran llamadas antiguamente chior-gaur o el “baile de los gigantes”.

“Varios autores muy eruditos hablando sobre las ruinas de Stonehenge, Carnac y West Hoadley, dan informes maravillosos sobre este asunto tan especial. En esas regiones se encuentran inmensos monolitos, pesando algunos sobre 500 000 kilogramos. Fueron los “gigantes” de los antiguos tiempos quienes pudieron un día levantar esas moles, colocarlas en forma simétrica perfecta, y asentarlas con tan maravilloso equilibrio que parece que apenas tocan el suelo, y que aun cuando el contacto más ligero de un dedo las pone, en movimiento, resistirían, sin embargo, la fuerza de veinte hombres que intentasen desplazarlas. Fueron “gigantes” los que transportaron las piedras para la construcción de las pirámides de Egipto. La “piedra oscilante”, fue un medio de adivinación usado por los gigantes, pero ¿por qué oscilan? Las más enormes de ellas son, evidentemente, reliquias de los atlantes; las más pequeñas, como las “rocas de Brimham”, son piedras giratorias en su cúspide, son copias de los lithoi más antiguos”.

Los escritos clásicos abundan en referencias a los oráculos. Así, en la tragedia de Sófocles: Edipo rey, se lee el siguiente canto: “¡Oh dulce oráculo de Zeus! ¿Con qué espíritu has llegado desde Pito, la rica en oro, a la ilustre Tebas? Mi ánimo está tenso por el miedo, temblando de espanto, ¡oh Dios, a quien se le dirigen agudos gritos, Delios, sanador! Por ti estoy lleno de temor. ¿Qué obligación de nuevo me vas a imponer, bien inmediatamente después del transcurrir de los años? Dímelo, ¡oh hija de la áurea esperanza, palabra inmortal! Sabido es que el oráculo de Apolo anunció la tragedia de Edipo, quien mataría a su padre y se casaría con su madre. De esa cuenta, la ciudad fue castigada con un extraño karma y resultó sacudida por una peste. Edipo envía a su cuñado, Creonte a consultar “a la morada Pítica de Febo, a fin de que se enterara de lo que tengo que hacer o decir para proteger esta ciudad.” Es decir, lo envió a consultar al oráculo de Apolo en Delfos.

En labios de Creonte, se escucha la respuesta del oráculo: “Diré las palabras que escuché de parte del dios. El soberano Febo nos ordenó, claramente, arrojar de la región una mancilla que existe en esta tierra y no mantenerla para que llegue a ser irremediable… Con el destierro o liberando un antiguo asesinato con otro, puesto que esta sangre es la que está sacudiendo la ciudad”. El oráculo manda entonces castigar al asesino de Layo, el anterior rey. Piden al clarividente Tiresias que devele el misterio. Tiresias le explica a Edipo que el mismo soberano es el azote impuro de esa tierra, por ser el asesino del rey anterior y porque. ha estado conviviendo muy vergonzosamente, sin advertirlo, con los que le son más queridos.

Yocasta, madre y esposa de Edipo le narra el oráculo que fue revelado a Layo, su primer esposo y la forma en que le dieron muerte: “Una vez le llegó a Layo un oráculo -no diré que del propio Febo, sino de sus servidores- que decía que tendría el destino de morir a manos del hijo que naciera de mí y de él. Sin embargo, a él, al menos según el rumor, unos bandoleros extranjeros le mataron en una encrucijada de tres caminos. Por otra parte, no habían pasado tres días desde el nacimiento del niño cuando Layo, después de atarle juntas las articulaciones de los pies, le arrojó, por la acción de otros, a un monte infranqueable”.

Edipo, narra a la vez, su propia historia y cómo, huyendo del oráculo, vino a cumplir el destino manifiesto. “Mi padre era Pólibo, corintio, y mi madre Mérope, doria. Era considerado yo como el más importante de los ciudadanos de allí hasta que me sobrevino el siguiente suceso, digno de admirar, pero, sin embargo, no proporcionado al ardor que puse en ello. He aquí que en un banquete, un hombre saturado de bebida, refiriéndose a mí, dice, en plena embriaguez, que yo era un falso hijo de mi padre. Yo, disgustado, a duras penas me pude contener a lo largo del día, pero, al siguiente, fui junto a mi padre y mi madre y les pregunté. Ellos llevaron a mal la injuria de aquel que había dejado escapar estas palabras. Yo me alegré con su reacción; no obstante, eso me atormentaba sin cesar, pues me había calado hondo. Sin que mis padres lo supieran, me dirigí a Delfos, y Febo me despidió sin atenderme en aquello por lo que llegué, sino que se manifestó anunciándome, infortunado de mí, terribles y desgraciadas calamidades: que estaba fijado que yo tendría que unirme a mi madre y que traería al mundo una descendencia insoportable de ver para los hombres y que yo sería asesino del padre que me había engendrado. Después de oír esto, calculando a partir de allí la posición de la región corintia por las estrellas, iba, huyendo de ella, adonde nunca viera cumplirse las atrocidades de mis funestos oráculos”.

“En mi caminar llego a ese lugar en donde tú afirmas que murió el rey. Y a ti, mujer, te revelaré la verdad. Cuando en mi viaje estaba cerca de ese triple camino, un heraldo y un hombre, cual tú describes, montado sobre un carro tirado por potros, me salieron al encuentro. El conductor y el mismo anciano me arrojaron violentamente fuera del camino. Yo, al que me había apartado, al conductor del carro, le golpeé movido por la cólera. Cuando el anciano ve desde el carro que me aproximo, apuntándome en medio de la cabeza, me golpea con la pica de doble punta. Y él no pagó por igual, sino que, inmediatamente, fue golpeado con el bastón por esta mano y, al punto, cae redondo de espaldas desde el carro. Maté a todos. Si alguna conexión hay entre Layo y este extranjero, ¿quién hay en este momento más infortunado que yo? ¿Qué hombre podría llegar a ser más odiado por los dioses, cuando no le es posible a ningún extranjero ni ciudadano recibirle en su casa ni dirigirle la palabra y hay que arrojarle de los hogares? Y nadie, sino yo, es quien ha lanzado sobre mí mismo tales maldiciones. Mancillo el lecho del muerto con mis manos, precisamente con las que le maté. ¿No soy yo, en verdad, un canalla? ¿No soy un completo impuro? Si debo salir desterrado, no me es posible en mi destierro ver a los míos ni pisar mi patria, a no ser que me vea forzado a unirme en matrimonio con mi madre y a matar a Pólibo, que me crio y engendró. ¿Acaso no sería cierto el razonamiento de quien lo juzgue como venido sobre mí de una cruel divinidad? ¡No, por cierto, oh sagrada majestad de los dioses, que no vea yo este día, sino que desaparezca de entre los mortales antes que ver que semejante deshonor impregnado de desgracia llega sobre mí!”

Entre los himnos homéricos, en el Himno a Apolo, se lee: “Tenga yo la cítara amiga y el curvado arco, y con mis oráculos revelaré a los hombres la verdadera voluntad de Zeus”.

De los oráculos caldeos, la ocultista y escritora inglesa Violet Mary Firth Evans; más conocida como Dion Fortune, en su obra: La sacerdotisa del mar, cita la siguiente frase: “así dicen los oráculos caldeos: «El hombre sabio mira hacia la Naturaleza y contempla en ella el rostro luminoso del Eterno, y la naturaleza humana —me contaba— es una parte de la Naturaleza, y se aprende bastante sobre ella, la Naturaleza y los dioses si lo estudias».

Platón, en la Apología de Sócrates narra que Jenofonte acudió a Delfos y se atrevió a preguntar a la pitia si habría en Atenas hombre más sabio que Sócrates, a lo que la pitia respondió que no había nadie más sabio. Muy oportuno resulta citar nuevamente a Platón, quien en el Primer Alcibiades, pone también en labios de Sócrates, las siguientes palabras acerca de Delfos y la Gnosis: “Así, mi querido Alcibiades, sigue mis consejos, y obedece al precepto que está escrito en el frontispicio del templo de Delfos: Conócete a ti mismo”. Frase que repite en el Protágoras: consagraron a Apolo, como primicias de su sabiduría, estas dos sentencias que están en boca de todo el mundo y que hicieron que se fijaran en la portada del templo de Delfos: Conócete a ti mismo y nada en demasía. ¿Por qué os he referido todo esto? Es para haceros ver que el carácter de la filosofía de los antiguos consistía en cierta brevedad lacónica. (Platón, 129)

 Virgilio, en la Narración de los viajes de Eneas, en el libro III de su Eneida, al narrar el éxodo de los sobrevivientes troyanos a la guerra con Grecia, en búsqueda de la tierra prometida, narra cómo Eneas y su tripulación en su viaje divisan la isla del oráculo de Delfos. “En medio del mar, se alza una frondosa isla, tierra sagrada, gratísima a la madre de las Nereidas y a Neptuno egeo; errante en otro tiempo por los mares de playa en playa, el dios flechador, compadecido, la fijó entre Micón y la alta Giaro, concediéndole que permaneciese inmoble y arrostrase el furor de los vientos. Allí vamos a parar, aquella apacible isla nos recibe, fatigados navegantes, en su seguro puerto. Ya desembarcados, saludamos con veneración la ciudad de Apolo, Anio, rey de aquellos pueblos y al mismo tiempo sacerdote de Febo, ceñidas las sienes de la real diadema y del sacro laurel, nos sale al encuentro y reconoce a su antiguo amigo Anquises; nos damos las manos en señal de hospitalidad y le seguimos a su palacio. Voy luego a adorar a Apolo en su templo, labrado de vetustas piedras. «Concédenos», le dije, «¡oh Timbreo! morada propia…»” (Virgilio, 35, 36)

 El Avatar de la Era de Acuario, en su obra Mensaje de Navidad 1968-69 –La magia de las runas, comenta la consulta que hicieran Eneas y los troyanos sobrevivientes a la guerra de Troya: “Reverendísimo lugar al que llegó Eneas: ¡Delos! Lugar de arcaicas leyendas hiperbóreas que se esconden como piedras preciosas en el fondo profundo de todas las edades. Y protestando en tierra, mordiendo el polvo de los siglos, invocó dentro del sagrado recinto a Apolo, el dios del fuego, suplicándole con su adolorido corazón que protegiera a la ciudad que iba a fundar, la segunda Pérgamo troyana. Dice la historia que este ínclito varón, consultó a Apolo sobre el lugar que le designaba para establecerse. Entonces la tierra tembló espantosamente. El héroe y su gente, agazapados y abrazados al suelo, poseídos de un misterioso temor, escuchó y escucharon todos, la terrible voz de Febo Apolo que decía «¡Fuertes descendientes de Dárdano! Para estableceros de modo perdurable habéis de buscar la tierra de donde sois originarios; la primera que os ha llevado en su seno. Ahí la estirpe de Eneas dominará todo el país, y los hijos de sus hijos, y los que nazcan de aquellos». Cuenta el épico líder, que después de escuchar el Oráculo de Apolo, lleno de preocupación, pensaba en cuál podía ser la tierra más remota de su origen…” Es entonces, cuando Anquises, su anciano padre confunde la profecía y los motiva para asentarse en Creta.

El Buda Maitreya comenta de esta manera, cómo tiempo después el héroe llegó  la correcta interpretación del oráculo: “En la mente de Eneas, furibunda, se desató la tempestad del pensamiento, y desesperado como un náufrago, agarrado a la roca cruel, pensó en regresar al santuario de Apolo, el Dios del Fuego, para consultar el oráculo nuevamente. Pero aquélla misma noche, en esas horas deliciosas en que el cuerpo duerme y el alma viaja por los mundos superiores fuera del organismo físico, se encontró Eneas con sus dioses penates; los genios tutelares de su familia, los jinas o ángeles de Troya. Y hablaron los señores de la llama: «No es necesario, hijo, que regreséis navegando a donde está el oráculo de Apolo, interpretasteis mal la profecía. Vuestra patria de origen no es Creta, sino Hesperia, la antigua tierra que ahora llaman Italia. De ahí salieron los antiguos fundadores de la raza de Troya, el héroe dárdano y su antepasado Jasio. Anda y relátale a tu padre esta noticia».

“Y sorprendido su padre recordó entonces a Casandra, la profetisa troyana, esa pobre mujer que había dicho lo mismo antes de la destrucción de la soberbia llión, y a quien nadie hizo caso pues Apolo la tenía castigada. Esa noble mujer que se llamaba Casandra, tan adorada y bendecida pagó un tipo de karma muy singular, por mal uso de sus divinales facultades en vidas anteriores. Y cuenta la leyenda de los siglos, que Eneas y su gente, sin perder más tiempo se hizo nuevamente a la mar, rumbo a las tierras del Lacio”. En la Eneida, se encuentran las siguientes palabras del anciano Anquises: “Hijo mío, trabajado por los adversos hados de Ilión, Casandra era la única que me presagiaba estos sucesos y ahora recuerdo que presagió a mi linaje la posesión de un imperio, al que unas veces daba el nombre de Hesperia, otras el de Italia; pero ¿quién habría de creer que los teucros irían a las playas de Hesperia? O ¿a quién entonces hacían fuera los vaticinios de Casandra? Rindámonos a Febo, y persuadidos de su oráculo, sigamos mejores rumbos”. (Virgilio, 38)

 Respecto de la relación entre Platón y los sacerdotes egipcios, Eliphas Levi, en su Historia de la magia, apunta lo siguiente: “La doctrina de Platón hizo época en la historia del género humano, pero él no la inventó, pues, comprendiendo que fuera de la religión la verdad no existe, acudió para consultar a los sacerdotes de Memfis y obtener la iniciación en sus Misterios. Incluso se le acredita un conocimiento de los libros sagrados judíos. En Egipto, su iniciación pudo ser solo imperfecta, porque los sacerdotes de entonces habían olvidado el significado prístino de los jeroglíficos, como lo indica la historia de aquel sacerdote que pasó tres días descifrando una inscripción hierática de la tumba de Alcmene, enviado por Agesilao, rey de Esparta. Cornufis, que sin duda era el más erudito de los hierofantes, consultó las viejas recopilaciones de signos y caracteres; al fin descubrió que la inscripción estaba hecha en la escritura de Protheus, que es el nombre griego del Libro de Thoth, consistente en jeroglificos móviles, capaces de variaciones tan numerosas como combinaciones posibles de caracteres, números y figuras elementales. Pero el Libro de Thot, al ser la clave de los oráculos y la obra elemental sobre ciencia, no hubiera implicado tan prolongada indagación antes de ser identificados sus signos, si Cornufis hubiese sido realmente experto en el arte sacerdotal. Otra prueba de que las verdades prístinas no eran claras en este período radica en el hecho de que los oráculos que registraban sus afirmaciones sobre el particular tenían un estilo que ya nadie entendía”.

“Luego de regresar de Egipto, Platón viajó con Simmias hasta los confines de Caria donde unos hombres de Delos que le encontraron le rogaron que interpretase un oráculo de Apolo. Este oráculo declaraba que para terminar con las aflicciones de Grecia la piedra cúbica debía ser doblada. Se hizo un intento con una piedra del templo de Apolo; pero la tarea de doblarla por todos lados dio por resultado un poliedro de veinticinco caras; para restaurar la forma cúbica tenían que aumentar veintiséis veces el volumen original de la piedra, mediante un proceso de dobleces sucesivos. Platón envió emisarios al matemático Eudoxo, diciendo que el oráculo aconsejaba el estudio de la Geometría. Si este no entendió el hondo sentido del símbolo o desdeñó revelarlo a los ignorantes son cuestiones que deben quedar libradas a la conjetura; pero lo cierto es que la piedra cúbica y su multiplicación explica todos los secretos de los números sagrados, incluido el misterio del movimiento perpetuo, ocultado por los adeptos y perseguido por los necios bajo el nombre de cuadratura del círculo. Mediante esta aglomeración cúbica de veintiséis cubos en torno de un solo cubo central, el oráculo indicaba a los delios no solo los elementos de la Geometría sino también la clave de las armonías creadoras, explicada mediante la interrelación de las formas y los números”.

Acerca del oráculo de Apolo, Iglesias Janeiro, dice lo siguiente de la historia del último rey de Lidia y la conquista Persa: “Si Creso cruza el Halys será destruido un gran imperio” —contestó el oráculo cuando el rey de Lidia lo consultó acerca de si debía avanzar, contra Ciro. El oráculo se cumplió, aunque no en el sentido que supuso Creso, pues el imperio destruido fue el suyo”.

Acerca de la predicción como ciencia sagrada, Iglesias Janeiro explica lo siguiente: “Los datos más antiguos acerca de la predicción presentan esta ciencia como un atributo de la divinidad, que se manifiesta en los templos erigidos para ese objetivo cuando el fervor religioso de las multitudes que acudían a ellos para ese propósito hacía propicio el oráculo. Los medios empleados para emitir el augurio eran muy variados, existiendo el directo y el indirecto en el primer caso, manifestándolo la misma deidad, como dice Homero que ocurría en el Templo de Dolona, en el que el propio Zeus la pronunciaba, oyéndose su voz en el murmullo que producían las hojas de la encina sagrada que existía en su recinto; el indirecto tenía lugar a través de sacerdotes o sacerdotisas, a los que se consideraba inspirados por la gracia divina, unas veces por la preparación religiosa que habían recibido, y otras por virtud de nacimiento, emitiéndose, asimismo, por intermedio de animales, fenómenos de la Naturaleza o cosas inanimadas, por ejemplo, el silbido de una serpiente, el mugido de un toro, las columnas de humo que se formaban al arrojar incienso en el fuego sagrado o, cual ocurría en el templo de Venus, en Aphaca, arrojando diversos objetos al lago que rodeaba el oráculo y notando la forma en que sobrenadaban o se hundían”.

“Así como podía manifestarse el atributo divino a través de distintos medios, la solicitud del conocimiento que se deseaba obtener también se hacía de múltiples maneras. Es tradición que en los buenos tiempos del oráculo de Ammón, en que acudían grandes multitudes desde tierras lejanas en busca del consejo del dios, los sacerdotes iniciaban la marcha precedidos de una barca dorada, armada con múltiples páteras de plata que pendían a sus costados y seguidos de una numerosa comitiva de matronas y vírgenes, que cantaban himnos especiales para la ocasión y ejecutaban danzas sagradas. En otros templos, en cambio, la ceremonia era sumamente sencilla, reduciéndose en algunos a depositar la consulta por escrito y recibir la respuesta en igual forma. Aunque todos los oráculos tuvieron su época de esplendor, los que adquirieron mayor fama fueron los directos, esto es, aquellos en que la propia deidad daba al consultante la respuesta que este pedía. ¿En qué forma se producía el fenómeno? De múltiples maneras: unas veces moviéndose el brazo de la estatua que representaba al dios, otras declarando este de viva voz lo que se le solicitaba, algunas haciendo movimientos afirmativos o negativos con la cabeza, muchas moviendo uno o ambos ojos, las más combinando los gestos y los movimientos, y todas proporcionando una respuesta explícita a lo que se le pedía”.

“Es fama que Ammón, de viva voz declaró a los habitantes de Morea y de Apis que eran egipcios y no libios; de viva voz también advirtió a Mykerinos que solo viviría seis años, y de viva voz dijo Latona a Psamético que sería vengado por hombres de color bronce, todo ello cumplido a su tiempo. De viva voz, el mismo Ammón ordenó a Hatshopsuitus que enviase una expedición a reconocer la tierra de Puanit, y palabras pronunciadas de viva voz por dicha deidad son las que componen el augurio conservado en la estela encontrada en Karnack indicando a Tutmosis III las tierras que este faraón debía conquistar y las victorias que obtendría en sus luchas. Célebre es el veredicto dado por el mismo Ammón en el proceso que se siguió a Tutmosis por malversación de fondos mientras desempeñaba el cargo de tesorero real, esta vez, sin embargo, no de viva voz, sino por un movimiento de su brazo, escogiendo tres veces seguidas, en presencia del faraón y de los jueces, el escrito en que se declaraba la inocencia del acusado, inocencia que se comprobó más tarde al ser hallado el verdadero culpable. Por un movimiento del brazo de Ammón, se designaba también al nuevo soberano, para lo cual se reunían los hermanos reales en el templo de Yebel Barkal y desfilaban, uno a uno, ante el dios, siendo proclamado el que Ammón tocaba con su mano al pasar. Oráculos de respuesta directa se consideraban, asimismo, las inspiraciones por sueños, en las que el consultante hacia la petición a la deidad y esperaba que esta le diese la respuesta mientras dormía. De sueños, inspirados se servía Path para indicar a sus sacerdotes lo que debían hacer y revelarle el porvenir, y se dice que fue por virtud de una de esas inspiraciones que el sumo sacerdote de Ammón predijo la decadencia de Persia y la entrega, sin lucha, de Babilonia, detallando con riqueza de pormenores las conquistas de Alejandro y la época en que se efectuarían siglos más tarde”.

Iglesias Janeiro, explica más adelante que “Aunque en la actualidad los pueblos incultos que habitan en diversas regiones recurren al empleo de animales en la predicción, haciendo suponer que lo mismo debió ocurrir en tiempos lejanos a los que hoy son civilizados, los oráculos más famosos de Egipto, Persia, Grecia, México, Perú, Roma, etc., se servían únicamente de seres humanos, hombres unas veces, mujeres otras, en algunos casos una mujer como médium inspirado y un hombre como intérprete, casi en todos actuando en presencia del consultante, pero en cada uno después de una preparación especial”.

 Explica además Iglesias que “los oráculos estaban situados en lugares cuyo clima, topografía, orografía, geología, etc., eran propicios. El de Delfos, por ejemplo que fue uno de los más famosos en tiempos relativamente recientes, se hallaba en Krisa, al pie del monte Parnaso, sobre una fuente cuyas aguas despedían vapores que incitaban el delirio y muy cercano a una laguna de aguas corrompidas, que la leyenda consideraba antigua morada de Pitón, el dragón hembra, monstruo que diera a luz Hera un día de cólera y que asoló la comarca hasta que Apolo le dio muerte a fin de que, en agradecimiento, los hombres le levantasen un templo y le rindiesen culto. Teniendo esa fuente por estrado, y por trono el brocal de un profundo pozo sobre el que se apoyaba el trípode de la Pitonisa, rodeado todo ello por las aguas sagradas y recibiendo las emanaciones que subían de lo profundo del pozo, la joven que actuaba de augur preparaba su ánimo por medio de abluciones y purificaciones, machacando hojas de laurel, tomando agua de la fuente y sentándose en el trípode profético en estado extático, sin conocimiento de lo que hacía o decía, totalmente ajena a lo que ocurría a su rededor…”

Respecto de las características del oráculo de Delfos, Helena Petronila Blavatsky (HPB), explica en el tomo I de su obra Isis sin Velo que: “Según Plutarco, Jámblico, Lamprías y otros filósofos, las pitonisas eran jóvenes delicadamente sensibles, de costumbres puras y familia humilde, que estaban adscritas a su respectivo templo, donde se les destinaba habitación rigurosamente aislada del mundo, en la que solo podían entrar los sacerdotes y los videntes; de modo que la vida de las pitonisas superaba en ascetismo a la de las actuales monjas de clausura. Para ejercer su ministerio se sentaba la pitonisa en un trípode de bronce, colocado sobre una grieta del suelo que comunicaba con un subterráneo, en donde se quemaban ciertas drogas cuyos vapores subían por la grieta hasta envolver a la pitonisa en una atmósfera excitante que determinaba el frenesí mántico; y en tal estado daba el oráculo. También llamaban a la pitonisa ventrilocua vates o sea profetisa ventrílocua. (En el Glosario teosófico, se da la cita de Aristófanes, en Vœstas, I, reg. 28 y se explica que por esa razón es su voz de estómago).Los brahmanes colocaban la conciencia astral (yuch’) en el ombligo, y lo mismo creyeron Platón y otros filósofos. El versículo cuarto del segundo himno del Nâbhânedishtha dice así: “Oíd, ¡oh hijos de los dioses!, al que habla por su ombligo (nâbhâ) y os saluda en vuestras viviendas”. Muchos orientalistas convienen en que esta es una de las más antiguas creencias induistas. Los modernos fakires, lo mismo que los antiguos gimnósofos, concentran su pensamiento en el ombligo y permanecen inmóviles en la contemplación para identificarse con Átmân y unirse a la Divinidad”.

En el Glosario teosófico, se amplía la explicación con el siguiente texto: “Los autores antiguos situaban el alma del hombre (el manas inferior) o su conciencia personal, en la boca del estómago. Así encontramos en el verso cuarto del segundo himno nâbhânedichta de los Brahmanas: “Escuchad, ¡oh hijos de los dioses!, a uno que habla por el ombligo (nâba), porque os llama en vuestras moradas”. Este es un fenómeno de sonambulismo moderno. El ombligo era considerado en la antigüedad como “el círculo del sol”, el asiento de la divina luz interior. Por esto, el oráculo de Apolo estaba en Delphi, la ciudad de Delphus, matriz o vientre, así como el asiento del templo era denominado omphalos, ombligo. Como es bien sabido, un gran número de sujetos mesmerizados pueden leer cartas, oír, oler y ver por dicha parte de su cuerpo. Aun hoy día existe en la India (y también entre los parsis) la creencia de que los adeptos tienen en el ombligo llamas que aclaran para ellos todas las tinieblas y quitan el velo del mundo espiritual. Entre los zoroastrianos se les da el nombre de lámpara de Deshtur o “sumo sacerdote”, y entre los indos, “luz o esplendor del Dikchita (iniciado)”. Se explica además que Delfos, significaba útero u ombligo. Todos sus símbolos eran femeninos y de significación lunar.

De la literatura renacentista, es famoso el Oráculo manual y arte de la prudencia escrito por el jesuita Baltasar Gracián (1601 – 1658), que contiene 300 aforismos, de los cuales, el consultante puede formular una pregunta y mediante dados u otro procedimiento al azar, buscar la respuesta en el número correspondiente.

En la actualidad, muchas personas consultan sus decisiones leyendo al azar un versículo de la Biblia. Sin embargo, los antiguos rabinos, reyes y profetas hebreos disponían de varios sistemas de predicción, entre ellos, la interpretación de sueños, como es el caso de la interpretación de los sueños de Faraón, por parte de Josué y los de Nabuconodosor por parte de Daniel. Además usaban la Cábala, el Pectoral del juicio, junto con las dos piedras Urim y Tummim; así como los goralot. Asociado a la Cábala está el Tarot y sus arcanos mayores y menores. Otros pueblos, como los nórdicos desarrollaron la predicción mediante las runas, los chinos el I Ching y los mayas el tzité, entre otros.

 

Referencias

Blavatsky, Helena. Isis sin velo.T I.

Levi, Eliphas. El libro de los esplendores. México. Gómez Gómez hnos.

Levi, Eliphas. Historia de la magia. Buenos Aires. Kier. 1988.

Gracián, Baltasar, Oráculo manual y arte de la prudencia. México. Alamah clásicos. 2002.

Iglesias Janeiro, Julio, Cábala de predicción. Buenos Aires. Kier. 1984.

Platón. Diálogos. México. Porrúa. 1976.

Samael Aun Weor. Cuso Zodiacal. México. Rena Ser. 2010.

Samael Aun Weor. Magia rúnica. México. Rena Ser. 2010.

Samael Aun Weor. Las tres montañas. México. Rena Ser. 2009.

Virgilio. Eneida Geórgicas + Bucólicas. México. Porrúa. 1978.

La onda dionisíaca

Dioniso

Dioniso, dios griego, habitante del Olimpo, hijo de Zeus (Júpiter), dios del vino y de la vendimia, de la inspiración, del delirio místico, del éxtasis y de la meditación. Divinidad de la sexualidad (sagrada), patrono de las artes (el teatro), dios libertador de la ilusión. Preside toda exaltación espiritual. Se dice que fue hijo de Deméter (diosa de la agricultura, en especial, los cereales e hija de los titanes Crono y Rea), También se dice que fue hijo de Perséfone (a la vez, hija de Deméter), Deméter (Ceres) y Perséfone (Proserpina), son las diosas gemelas y a la vez: madre e hija relacionadas con el verano y el invierno y también, las diosas del Cielo y del Infierno.

En otras tradiciones, Dioniso, es considerado hijo de Sémele (hija de Cadmo, rey de Tebas y de la diosa Harmonía), también se dice que fue hijo de Io (quien a la vez, fue hija de Ïnaco (el sagrado IAO) y Melia, doncella de Argos y sacerdotisa de  Hera. Io, fue convertida en Ternera por esta diosa debido a su amor con Zeus o Júpiter). Io es el nombre oculto de la madre divina y es profundamente simbólico IO, nos recuerda el número diez y las dos formas básicas del líquido vital, el agua: en forma de río circulante o fuerza positiva y de lago, laguna o charca, representando la fuerza pasiva de la Naturaleza. En otras versiones de la tradición clásica, Dioniso, es hijo de Dione (madre de Afrodita y equivalente a Rea e hija de Urano y Gea). El nombre de esa diosa, significa simplemente: La diosa, equiparándola como esposa de Zeus (Júpiter). El nombre de Dioniso, significa: “hijo de Dios”; lo cual, es profundamente significativo.

Los atributos de Dioniso, son los mismos que los de Osiris, a la vez que los de su madre Deméter se equiparan a los de Isis. En algunas tradiciones, es esposo de Deméter y en otros de Perséfone; de manera que forma una relación singular con la diosa que es a la vez madre, esposa, hermana; tal como ocurre en el mito de Horus, Isis y Osiris. En todas las tradiciones, Dioniso cae víctima de sus enemigos, muerto y desmembrado. Luego es cocido, asado y comido. Su hermana-esposa-madre, logra rescatar sus miembros, reconstruirlo y resucitarlo. En algunas tradiciones solo un miembro no logra rescatar: el phalo. En otras es a partir del phalo que logra reconstruirlo y resucitarlo. Su culto se asocia al de los misterios de Deméter, en Eleusis y al hierosgamos,  la unión sexual sagrada de la pareja divina. Existió una ceremonia anual en que las mujeres griegas desfilaban portando cestas en la cabeza. Dentro de la cesta un pene de madera de higuera que representaba el del dios Dioniso. Su celebración, las dionisias ocurría en marzo. La higuera representa las fuerzas sexuales y su fruto, el higo nos recuerda a la vagina femenina.

Dioniso porta el tirso o bastón ceñido de hojas de parra y de hiedra, con un remate cónico (piña de pino, símbolo fálico). El bastón, báculo o vara se asocia a la columna vertebral. Es considerado dios de los dos veces nacidos. A los seis meses de gestación de Dioniso, su madre murió fulminada por un rayo de Zeus. En otras tradiciones, su madre, es fulminada por Hera. Durante los últimos tres meses de gestación Zeus tuvo a Dioniso cosido en su muslo (después de extraerlo del seno de su madre. Por eso se le conoce como el «nacido dos veces». De niño Hermes (Mercurio) le dio forma de cabrito y fue criado por las ninfas (Híades). En la mitología romana, fue criado por las nueve musas Adoptaba la forma de toro o macho cabrío o cabro. Se dice que prefería la forma de toro o de macho cabrío a todas las demás. Recordemos que el misterio del Bafometo generalmente se encuentra unido al macho cabrío de la ciudad de Mendes, en el bajo Egipto.

En la simbología esotérica y desde tiempos remotos, el macho cabrío, así como los cabros, cabrones y cabras están asociados al fuego sexual, la fecundación y la fertilidad.

Por ese motivo en diversos pueblos al referirse a los jefes y reyes, se les asociaba el adjetivo de cabrones o machos cabríos. Incluso en la Biblia, libro sagrado de las diferentes formas religiosas del Cristianismo, hay referencias interesantes al respecto. Es de entender que en tiempos antiguos, la condición de líderes o caudillos estaba asociada a la valentía, al arrojo y a la potencia sexual simbolizada en cabros o machos cabríos.

Mammón

Mammón, es el demonio fenicio de la riqueza. A él se le suplicaba  riqueza. Entre los griegos fue Pluto, demonio lobuno de la riqueza en especial, la del subsuelo. Le enseñó a la humanidad a extraer las riquezas del interior de la Tierra a través de la minería. Es el demonio de la avaricia, de la riqueza, la codicia, la corrupción, la injusticia, el materialismo. Es el príncipe de los tentadores. Ante este demonio se arrodillan los esclavos del dinero, los adoradores del consumismo, los atados al beneficio material y las utilidades económicas. Sonríe ante los abusos del capitalismo salvaje. Es el jefe de los amos del capital.

Es el arquetipo de la avaricia, codicia y materialismo. Promueve la brecha entre ricos y pobres, la servidumbre del alma humana a la sed desmedida por adquirir dinero. Gobierna el mundo a través del dinero. Es el Embajador del infierno que observa el mundo desde una cueva llena de riquezas inimaginables. Fue mencionado por Jesucristo en el sermón de la montaña: “No podemos servir a Dios y a Mammón”. (Lc 16:13 y Mt 6:24 – Biblia de los setenta o Septuaginta). En otras versiones dice: a la riqueza (al dinero). En las notas de la Biblia Reina-Valera o “del oso”, la referencia a las riquezas se asocia a Mammón.

Dante  Alighiere en el cuarto círculo (canto VII de la Divina Comedia), lo describe como un demonio lobo, ya que en la Edad Media, a los lobos se les asociaba con la avaricia. Santo Tomás de Aquino decía que Mammón sale del infierno ayudado por un lobo, para venir al mundo y corromper el corazón del hombre con la codicia. Gran parte de la humanidad le rinde culto a Mammón mediante el Culto a la riqueza y al dinero, a la avaricia, codicia, abundancia deshonesta, el amor al dinero y el materialismo.

Las eras zodiacales

Cada era está relacionada directamente con uno de los 12 signos del Zodiaco: Acuario, Piscis, Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio. Los primeros dos mil años de la era cristiana corresponden a la era de Piscis. Jesús y Juan Bautista iniciaron la Era de Piscis. Jesús es el salvador del mundo. Juan Bautista fue el Avatar de la Era de Piscis. El pez estuvo asociado a la prédica de Cristo: “Los haré pescadores de hombres”. Antes de la Era de Piscis existió la Era de Aries y mucho antes, la Era de Tauro. Ejemplos: Aries y el culto al macho cabrío. Aries y el becerro de oro. Tauro y el culto al buey Apis. Géminis y los gemelos Castor y Polux.

De acuerdo con el Principio de correspondencia, que dice: “Tal como es arriba es abajo”; así como existe el año terrestre, también existe el gran año sideral. Un año terrestre es la vuelta de la Tierra alrededor del Sol. Un año sideral, es una revolución completa del Sistema Solar en torno del cinturón zodiacal. El recorrido solar, en el cinturón zodiacal, ocurre en 25 780 años. Cada era tiene una duración aproximada de 2140 años. Las eras astrológicas, tienen correspondencia con las edades, yugas, soles de otras cosmovisiones. En la cultura clásica las edades de oro, plata, bronce, de los héroes y la de hierro. En la cosmovisión hindú, los yugas: satya, dwapara, treta, kali. En la cosmovisión azteca, los cinco soles. En la cosmovisión maya, los baktunes. Piscis se corresponde con La edad de hierro, el Kali Yuga, el Baktún 13, el quinto sol, la edad negra.

Relación contrapuesta entre Mammón y Dioniso

Incuestionablemente Mammón y Dioniso, por ser incompatibles tanto en su continente como en su contenido, jamás podrían conciliarse. En forma axiomática, irrefutable, podemos y hasta debemos definir a Mammón con dos términos:

a.)Intelectualismo
b.)Dinero. (Oro, riquezas)

Correctamente, y de modo contundente y definitivo, urge definir a Dioniso así:

a.) Transmutación voluntaria de la libido

b.) Éxtasis místico trascendental

Resulta oportuno citar ahora entre los fastos de esta pobre humanidad pigmea, aquella fecha y hora 4 de febrero de 1962 entre 2 y 3 de la tarde -, en que todos los planetas de nuestro sistema solar se reunieran en supremo concilio cósmico, precisamente en la brillante constelación de Acuario, para iniciar la nueva era entre el augusto tronar del pensamiento.

Desde esa fecha memorable y bajo la regencia de Urano, el muy venerable y meritísimo señor de Acuario, vibra intensamente en toda la naturaleza la Onda dionisíaca. No está demás enfatizar en el presente capítulo, la noticia trascendental de que tal planeta citado, ha sido, es y será siempre, el brillante astro que rige y gobierna inteligentemente a las glándulas endocrinas (sexuales). Ahora os explicaréis por vosotros mismos, el intrínseco motivo que en estos instantes origina la intensiva vibración dionisíaca.

Empero, resulta evidente, palmario y manifiesto, el hecho concreto de que los terrícolas en su abrumadora mayoría, no estuvieron a la altura de las circunstancias; no fueron capaces de polarizarse positivamente con tal Onda. Definir los dos aspectos -positivo-negativo- de esa vibración cósmica, es inaplazable, urgente, indispensable.

Polo positivo dionisíaco. Deleite sexual subliminal, transmutación voluntaria de la entidad del semen, conciencia despierta, conocimiento objetivo, intuición superlativa, música trascendental de los grandes maestros clásicos, etc..

Polo negativo dionisíaco. Degeneración sexual, infrasexualismo de toda clase: abuso del sexo y pederastía o abuso sexual de menores, ultraje y violación sexual; homosexualismo, lesbianismo; placeres demoníacos en los mundos infiernos mediante la droga, hongos, alcohol; música infernal como la de la nueva ola, etc., etc., etc. Comprender a fondo los procesos íntimos de estos dos polos de la Onda dionisíaca, es algo muy urgente. Como ejemplo viviente de este par de polos diametralmente opuestos, correspondientes a la mencionada ondulación, resulta oportuno citar aquí a título de ilustración a dos movimientos revolucionarios contemporáneos. En forma delicada quiero referirme claramente y sin ambages, al «Movimiento Gnóstico Cristiano Internacional Universal» y, también al anverso de la medalla dionisíaca, conocido con el tristemente célebre nombre de: «Movimiento hippie».

Incuestionablemente las dos mencionadas antípodas psicológicas constituyen «Per se», una viviente demostración manifiesta de par de polos opuestos de la tremenda vibración Dionisíaca. En llegando juiciosamente a esta parte del presente capítulo, deviene ineludible la necesidad de una confrontación didáctica.

Embriaguez dionisíaca, éxtasis, shamadí; obviamente resultan indispensables cuando se trata de experimentar eso que es la verdad, lo real. Tal exaltación es ciento por ciento posible a través de la técnica de la meditación.

Psicodelia es diferente: tradúzcase este término así: psiquis, alma. Delia, droga.
Especificando diremos: Lo psicodélico es el antipolo de la meditación; el infierno de las drogas está en el interior del organismo planetario en que vivimos; bajo la misma epidermis de la corteza terrestre. Los hongos alucinantes, pastillas L.S.D., marihuana, etc., etc., etc., intensifican evidentemente la capacidad vibratoria de los poderes subjetivos, más es ostensible que jamás podrían originar el despertar de la conciencia.

Las drogas alteran fundamentalmente los genes sexuales y esto ya está demostrado científicamente. Como secuencia de tales mutaciones negativas, genéticas, resulta evidente el nacimiento de niños monstruos. Meditación y psicodelia son incompatibles, opuestos, antagónicos; jamás podrían mezclarse. Incuestionablemente estos dos factores de la embriaguez dionisíaca, señalan, indican, rebelión psicológica.

Gnósticos y hippies se fastidiaron con el vano intelectualismo de Mammón; se aburrieron con tantas teorías; llegaron a la conclusión de que la mente como instrumento de investigación es demasiado miserable. ¿Zen? ¿gnana yoga? Eso es superlativo. Existen dentro de nosotros en estado latente facultades de cognición infinitamente superiores a la mente; mediante estas últimas podemos experimentar en forma directa eso que es lo real, eso que no es del tiempo.

El Movimiento Hippie prefirió el infierno de las drogas. Indubitablemente se definió perversamente. Los gnósticos, plenamente desilusionados del necio intelectualismo de Mammón, bebemos del vino de la meditación en la copa de la perfecta concentración. Cambios psicológicos, radicales y de fondo se hacen urgentes cuando nos desilusionamos de los bribones de la mente. Regresar al punto de partida original es lo indicado; sólo así es posible una transformación radical. ¿Sexología? ¡Válgame Dios y Santa María! Este tema horroriza a los puritanos. Escrito está con palabras de fuego en las sagradas escrituras, que el sexo es piedra de tropiezo y roca de escándalo…

Resalta la evidencia de que nosotros no somos hijos de ninguna teoría, escuela o secta. En la cruda raíz de nuestra existencia sólo encontramos un hombre, una mujer y un coito. Nacimos desnudos, alguien nos cortó el cordón umbilical; lloramos y buscamos luego el pecho materno. ¿Vestido?, ¿escuelas?, ¿teorías?, ¿erudición?, ¿dinero?, etc., etc., etc., todo eso vino después por añadidura.

Creencias de todo tipo existen por doquiera, empero, la única fuerza que puede transformarnos en forma íntegra, unitotal, es aquella que nos puso en el tapete de la existencia; quiero referirme a la energía creadora del primer instante, a la potencia sexual. El deleite amoroso, el disfrute erótico es por secuencia lógica, la dicha más grande. Saber copular sabiamente es indispensable cuando se anhela sinceramente un cambio psicológico definitivo. Los «hippies» presintieron todo esto cuando se sublevaron contra Mammón, pero erraron el camino; no supieron sintonizarse con el polo positivo de Dioniso. Los gnósticos somos diferentes; sabemos gozar, nos agrada transmutar y sublimar la libido. Esto no es un delito.

Mientras el «Movimiento Hippie» marchó resueltamente por el camino involutivo descendente del infrasexualismo. El «Movimiento Gnóstico Cristiano Internacional Universal» avanza victorioso por la vía ascendente revolucionaria de lo suprasexual.

La cosmovisión gnóstica (II)

Contenido

Introducción

El mito gnóstico

Jehová y no Yahveh

Los eones y el Pleroma

Barbelo

El Eterno femenino

La Creación, el amanecer del Día Cósmico

Los diez principios del ser humano

El Ser y el Yo

Elementos esenciales de la cosmovisión gnóstica

El conocimiento gnóstico y la revelación

Los principios religiosos

Introducción

En la parte I de este Tema: La cosmovisión gnóstica, se hizo una introducción acerca de lo que es una cosmovisión, se hizo una breve contextualización acerca de lo que podría ser la cosmovisión del lector y se explicaron los principios universales de las diferentes cosmovisiones, así como las leyes universales, en particular la ley de Evolución e Involución, hasta formular una descripción general de la cosmovisión gnóstica. Se abordaron los temas de multidimensionalidad del espacio, la divinidad suprema, los diferentes cosmos, entre ellos el macrocosmos y el microcosmos, hasta concluir en el estudio de los elohim.

Una cosmovisión, es una concepción del mundo, una interpretación del origen del Universo y del ser humano, de su razón de ser y de las leyes que rigen tanto al espacio infinito, como a la humanidad y demás seres. La cosmovisión gnóstica se fundamenta en los principios universales de las cosmovisiones de las grandes civilizaciones antiguas surgidas en Egipto, Mesopotamia, Grecia, China; así como  las de los pueblos originarios de América. Es holística, transdisciplinar y multidimensional. Para estudiar y entender la cosmovisión gnóstica, se requiere conocer muchos más aspectos. Algunos de esos contenidos, son abordados brevemente en esta publicación.

El mito gnóstico

Los mitos, son narraciones alegóricas tradicionales y maravillosas ubicadas en tiempos remotos. Son protagonizados por fuerzas sobrenaturales o seres divinos. Por su medio se explican fenómenos o acontecimientos extraordinarios, como el origen del cosmos, los seres divinos y grandes acontecimientos de la humanidad. Uno de los mitos más antiguos es el Mito Solar. En el caso de la cosmovisión gnóstica, Samael Aun Weor, establece que los “caracteres que especifican claramente al Mito gnóstico y que mutuamente se complementan entre sí son los siguientes:

  1. Divinidad Suprema.
  2. Emanación y caída pleromática.
  3. Demiurgo arquitecto.
  4. Neuma en el mundo.
  5. Dualismo
  6. Salvador.
  7. Retorno.

La Divinidad suprema gnóstica es caracterizable como Agnostos Theos, el Espacio abstracto absoluto. El Dios ignorado o desconocido. La Realidad una de la cual emanan los elohim en la aurora de cualquier creación universal. Recuérdese que Paranishpana es el Summum bonum, lo Absoluto, y por lo tanto, lo mismo que Paranirvana. Más tarde, todo cuanto al parecer existe en este Universo vendrá a tener real existencia en el estado de Paranishpana”.

Jehová y no Yahveh

El santo Tetragrámaton, son cuatro letras hebreas Iod (Jod), He, Vau, He (I-H-W-H) que se usan en sustitución del nombre de Dios.

Incuestionablemente, las facultades de cognición humana jamás podrían pasar más allá del Imperio cósmico del Logos macho-hembra, del Demiurgo creador, el Ejército de la Voz (el Verbo). Jah-Hovah, el Padre-Madre secreto de cada uno de nos, es el auténtico Jehová.

Jod, como letra hebrea, es el membrum virile (el principio masculino). Eve, Heve, Eva, lo mismo que Hebe, la diosa griega de la juventud y la novia olímpica de Heracles, es el yoni, el cáliz divino, el Eterno femenino.

El divino rabí de Galilea, en vez de rendir culto al Jehová antropomórfico de la judería, adoró a su divino Macho-Hembra (Jah-Hovah), el Padre-Madre interior. El bendito, crucificado en el monte de las Calaveras, clamó con gran voz diciendo: «-Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu.» Ram-Io, Isis, su Divina madre Kundalini, le acompañó en el víacrucis.

Todas las naciones tienen a su primer Dios o dioses como andróginos. No podía ser de otro modo puesto que consideraban a sus lejanos progenitores primitivos, a sus antecesores de doble sexo, como seres divinos y dioses santos, lo mismo que hacen hoy los chinos.

En efecto, la concepción artificiosa de un Jehová antropomórfico, exclusivista, independiente de su misma obra, sentado allá arriba en su trono de tiranía y despotismo, lanzando rayos y truenos contra este triste hormiguero humano, es el resultado de la ignorancia, mera idolatría intelectual. Esta concepción errónea de la verdad, desafortunadamente se ha apoderado tanto del filósofo occidental como del religioso afiliado a cualquier secta desprovista completamente de los elementos gnósticos.

Lo que los gnósticos de todos los tiempos han rechazado no es al Dios desconocido, Uno y siempre presente en la Naturaleza, o en la Naturaleza «in abscondito», sino al Dios del dogma ortodoxo, a la espantosa deidad vengativa de la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente). Muchos pensadores ateos se han atrevido a afirmar que no es Dios quien creo al ser humano; sino que fueron las personas, quienes se inventaron a Dios. En parte, su razonamiento es correcto. Fueron las humanas criaturas quienes crearon al falso dios o que adoran a falsos dioses.

En la cosmovisión gnóstica, se hace también plena diferenciación entre Jehová y Yahveh. Yahveh, no tiene relación alguna con el nombre oculto de Dios y el santo Tetragramatón, las cuatro letras hebreas Iod, He, Vau, He (I-H-W-H) para designar el nombre de Dios. A este respecto, Samael Aun Weor, en su obra: “El Matrimonio Perfecto” cita a Saturnino de Antioquía, “el gran cabalista, dice que Yahveh es un ángel caído, el genio del mal, el diablo. Yahveh es un demonio terriblemente perverso. Yahveh es aquel demonio que tentó a Cristo en el desierto y que lo llevó a la montaña para decirle: “Todos estos reinos del mundo serán tuyos si te arrodillas y me adoras”. Yahveh llamó al pueblo judío “mi pueblo predilecto”; en referencia al capítulo IV, versículo 6 del Evangelio de Lucas, que en la Vulgata latina, se lee: Et ait illi: Tibi dabo potestatem hanc universam, et gloriam illorum:  quia mihi tradita sunt, et cui volo do illa.

Los eones y el Pleroma

En los diccionarios, se hallarán referencias a los eones, como la siguiente: Cada uno de los seres eternos, emanados de la unidad divina, que colman el intervalo entre la material y el espíritu, poniéndolos en relación. En Wikipedia se lee que un eón es cada una de las inteligencias eternas o entes divinos, de un sexo u otro, que en conjunto integran la plenitud de la divinidad suprema, de la cual emanan. Están dispuestos en una jerarquía descendente que llega hasta la materia. Los eones son emanaciones de lo Divinal incognoscible e inmanifestado. El término: eones, se refiere por un lado a los seres celestiales, los cosmocratores o elohim creadores; pero también a regiones celestiales.

José Montserrat Torrents, en su versión de “El Evangelio de Judas”, explica que: “Para designar de modo genérico a las entidades o personificaciones del Mundo Superior Espiritual, los gnósticos de todas las ramas adoptaron el término griego «eón» (aion). En este significado, y en los más usuales de «periodo de tiempo» y de «eternidad», los gnósticos no difieren de los escritos filosófico-religiosos de su tiempo. Entre los gnósticos, «eón» se contrapone al mundo inferior”. Explica además que este uso conceptual tiene su origen en un texto del Platón (Montserrat, 107)

Samael Aun Weor, explica en el capítulo titulado: “Antropología Gnóstica de su obra: “La Doctrina secreta de Anáhuac, que: “El mito gnóstico de Valentín, que en forma específica nos muestra a los treinta eones pleromáticos surgiendo misteriosos de entre el Espacio abstracto absoluto por emanaciones sucesivas y ordenadas en parejas perfectas, puede y debe servir como arquetipo modelo de un mito monista que en forma más o menos manifiesta se encuentra presente en todo sistema gnóstico definido”. En Pistis Sophia develada, explica además el maestro que los eones emanan resplandecientes del Pro-Padre. El Avatar de Acuario, también explica que los treinta eones surgen en la aurora de la creación y son los cosmocratores o elohim creadores.

El concepto de eones como regiones cósmicas o cielos se refiere a los doce eones y en especial, al eón trece, que corresponde a la región más profunda del Espacio Abstracto Absoluto, el Ain. En el Nuevo Testamento, en la Biblia, constantemente se hace referencia al “reino de los cielos” (en plural, indicando que son varios). Pablo en la segunda de Corintios habla del tercer cielo, cuando dice: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo”. (2 Co 12:2). Dante Alighieri describe detalladamente nueve cielos y los mayas hablan de trece cielos. Los trece cielos de la cosmovisión maya, son los 13 eones o regiones celestiales.

Los primeros nueve cielos se corresponden con cada uno de los planetas, según el orden del antiguo sistema de clasificación astronómica: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Cada uno de esos cielos es la morada de una categoría especial de seres divinos, según la clasificación angélica. El orden es el siguiente: ángeles, arcángeles y principados; constituyen la primera triada. Potestades, virtudes y dominaciones; corresponden a la segunda triada. Tronos, querubines y serafines a la última y más alta triada. El ascenso a cada uno de los doce cielos, se corresponde con los doce trabajos de Hércules. Los tres cielos que se encuentran en lo más alto, corresponden a las tres regiones del Ain Soph.

Según Henri Charles Puech, en su obra: En torno a la Gnosis, el conjunto de emanaciones divinas forma el Pleroma. El Pleroma es el mundo divino, la morada de la luz.

El mundo divinal, el ámbito glorioso del Pleroma, surgió directamente de la Luz negativa, de la existencia negativa. Finalmente, el Nous, Espíritu o Neuma, contiene en sí mismo infinitas posibilidades susceptibles de desarrollo durante la manifestación. Entre los límites extraordinarios del Ser y del no Ser de la filosofía se ha producido la multiplicidad o caída. El mito gnóstico de la caída de Sophia (la divina sabiduría) alegoriza solemnemente a este terrible trastorno en el seno del Pleroma.

Barbelo

La primera emanación del Agnostos Theos o Espacio Abstracto Absoluto, el primer eón, es Barbelo, el desdoblamiento de la unidad en dualidad, en el aspecto femenino. El santo afirmar emana al santo negar, el aspecto femenino de la divinidad: Dios Madre. Barbelo aparece recurrentemente en la literatura gnóstica cristiana primitiva. Por tal motivo es motivo de análisis por parte de diferentes estudiosos del Gnosticismo histórico. En el Evangelio de los egipcios[1], Barbelo es reconocido como el eterno femenino, la madre inefable: “El segundo poder la Madre, la virginal barbelón…” (Los Evangelios Apócrifos, 119)

«En el Evangelio de Judas, Judas dice a Jesús: Tú has venido del inmortal eón de Barbeló»” (Montserrat, 40). El autor citado, expone además que “los textos designan a Barbeló «madre» y hablan de la «matriz» de Barbeló, que es fecundada por la luz del Espíritu…” (Monteserrat, 41)

En el capítulo 3 del libro secreto de Juan, se encuentran muchas evidencias del atributo femenino de Barbelo. El trato reverente a una divinidad femenina, la asociación al agua, a la virginidad, el gran vientre; son muy claros. Así se lee: “1 Porque el Perfecto se contempla a sí mismo en la luz que lo rodea. Este es el manantial del agua de vida que produce todos los mundos de todas las clases. 2 El Perfecto contempla su imagen, la ve en el manantial del espíritu y se enamora del agua luminosa. Este es el manantial de agua pura, luminosa, que rodea al Perfecto. Es el Pensamiento hecho activo, y la que apareció en presencia del Padre en luz brillante salió. 4 Ella es el primer poder: ella precedió a todo y salió de la mente del Padre como el Pensamiento Anterior de todo. 5 Su luz se parece a la luz del Padre; como el poder perfecto, ella es la imagen del perfecto e invisible Espíritu virgen. 6 Ella es el primer poder, la gloria, Barbelo, la gloria perfecta entre los mundos, la gloria emergente. 7 Ella glorificó y alabó al Espíritu virgen, porque había salido a través del Espíritu. 8 Ella es el primer Pensamiento, la imagen del Espíritu. Ella se convirtió en el vientre universal, porque ella lo precede todo, el Padre común, la primera Humanidad, el Espíritu Santo, el varón triple, el poder triple, el andrógino con tres nombres, el reino eterno entre los seres invisibles, el primero en salir”.

También se lee en dicho libro que Barbelo pidió al Espíritu virgen que le diera conocimiento anterior, inmortalidad, vita eterna, verdad y se las concedió (Gerz, 124). En los tres primeros versos del capítulo 4 se lee que “El Padre penetró a Barbelo con una mirada, con la luz pura, brillante, que rodea al Espíritu invisible. Barbelo concibió, y el Padre produjo un rayo de luz que se parecía a la luz bendita más no era tan brillante. Este rayo de luz era el Vástago único del Padre común que había salido, y el único retoño y el Vástago único del Padre, la luz pura” (Gerz, 125)

Entre las notas de El Evangelio de Judas, editado por Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst; con traducción de Domingo Almendros y publicado por National Geografic, se hace un comentario al siguiente pasaje del Evangelio: “En los textos séticos Barbelo es la divina Madre de todos, de quien muchas veces se dice que es la Providencia (pronoia) del Padre, el Ser infinito El nombre Barbelo parece basado en una forma del Tetragrámaton, el sagrado nombre de cuatro letras de Dios en el judaísmo, y aparentemente viene del hebreo, tal vez “Dios (superlativo El) en (b-) cuatro (arb(a)”.

Más adelante, en las páginas 129 y 130 del mismo Evangelio, en el capítulo titulado: La conexión gnóstica, Marvin Meyer, explica: «La frase “el reino [o eón] inmortal de Barbelo” es frecuente en los textos séticos. Se refiere al reino superior de la divinidad más allá de este mundo, y está asociada con la figura divina de Barbelo, un personaje destacado de los textos séticos, donde asume el papel de nuestra madre en los cielos».

Barbelo es la primera emanación del Espacio Abstracto Absoluto, el “reino inmortal” y el principio femenino supremo. Es la Prakriti, la Madre Divina, la Diosa, el Eterno Femenino, la sustancia primordial de la Naturaleza, que da origen a las tres gunas o manifestaciones de la Naturaleza. Samael Aun Weor, en el capítulo de Virgo de su obra: “Tratado esotérico de Astrología Hermética”, explica que: “Cuando llega la Gran Noche, el Universo deja de existir, se disuelve entre el seno de la Prakriti. Explica también el maestro que: “Todo Cosmos nace de la Prakriti y se disuelve en la Prakriti. Todo mundo es una bola de fuego que se enciende y se apaga entre el seno de la Prakriti. Todo nace de la Prakriti, todo vuelve a la Prakriti. Ella es la Gran Madre”.

El Avatar de la Era de Acuario, explica además que: “Durante el Gran Pralaya (Noche Cósmica), la Prakriti es unitotal, íntegra. En la manifestación, en el Mahamvantara (Día Cósmico), la Prakriti se diferencia en tres aspectos cósmicos. Los tres aspectos de la Prakriti durante la manifestación, son: primero, el del Espacio infinito; segundo, el de la Naturaleza; tercero, el del hombre”. La Prakriti en su estado inmanifestado es Barbelo o mejor dijéramos, “la morada de Barbelo”, “la morada de luz”, “el océano de luz increada”, “el océano de la gran luz”, como lo explica el Kalki Avatar en Pistis Sophia develada.

Samael Aun Weor, en Pistis Sophia develada, explica que “Las grandes emanaciones de Barbelos, la Morada de la Luz, no pueden ser jamás comprendidas por la luz intelectual”.

El Eterno femenino

El principio femenino eterno y universal se encuentra presente en toda la Creación. Desde el seno del Pleroma, en la región de Barbelo, como en la Naturaleza y en el microcosmos, la segunda fuerza de la Naturaleza está presente. Ella es el Eterno Femenino, la Diosa, la Madre divina, en el espacio infinito; la Madre divina en la Naturaleza; la Madre divina en el ser humano. Estas son las tres madres; las tres Marías del Cristianismo, tal como se lee en los Evangelios: “Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, entre las cuales estaban María Magdalena, María la Madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”. (Mt 27:55-56) “También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé”. (Mr15:40) “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas y María Magdalena”. (Jn 19:25) El misterio de las Tres Marías aparece también en el Evangelio de Felipe, en el que se lee: “Había tres Mariames que caminaban todo el tiempo con el Amo: su madre, su hermana y la Magdalena, ella que es llamada su pareja. Así su verdadera Madre, Hermana y Pareja, también se llama «Mariam»”.

La gran Diosa, venerada desde la cultura megalítica entre el paleolítico y el neolítico tiene múltiples representaciones, rostros y nombres. Ella es la Tierra, la Luna, Venus, la madre Naturaleza, la abuela, la madre y la esposa. De esta manera María, la madre de Jesús, es la misma Isis, Juno, Deméter, Ceres, Maía, etc., la Madre Cósmica o Kundalini (Fuego Sexual) del cual nace el Cristo Cósmico siempre. La María Magdalena es la misma Salambo, Matra, Ishtar, Astarté, Afrodita y Venus con la cual tenemos que practicar Magia Sexual para despertar el fuego. Otras formas de representar a las Tres Marías, a los tres aspectos de la Prakriti, de la Madre Divina, se encuentran en las figuras de la abuela, la madre y la esposa. En la mujer, es ella misma en su papel de abuela, madre e hija o madre, esposa e hija. Así aparece entonces, la figura de santa Ana, la madre de María en la tradición cristiana, como también la abuela Ixmucané, en la tradición maya.

La Creación, el amanecer del Día Cósmico

En el capítulo 1 y titulado: El Niño Sol del Mensaje de Navidad 1966-67, el Avatar de la síntesis, explica que: “En el amanecer del gran día cósmico, el Primer Logos, el Padre, dijo al Tercer Logos, el Espíritu Santo: «Id, fecundad a mi esposa, la materia caótica, la gran Madre, para que surja la vida; empero, tu verás.» Así habló el Padre, y el Tercer Logos se inclinó reverente, amanecía la aurora de la Creación. En los siete templos del Caos trabajaron los cosmocratores, el ejército de los constructores de la aurora, la hueste de los elohim, el Tercer Logos”.

“Tres fuerzas son indispensables para toda creación; la fuerza positiva, la fuerza negativa y la fuerza neutra. Ante el altar del templo un Elohim se polarizó en forma masculina, positiva, y el otro en forma femenina, negativa. La planta baja del templo, el coro de los Elohim, representó la forma neutra. Este orden de las tres fuerzas quedó así establecido en cada uno de los siete templos del caos primitivo. Cantaba el divino varón, cantaba la divina mujer, cantaba el coro de los Elohim”.

Ya se explicó en el apartado correspondiente que Elohim es una palabra plural y que significa “dioses y diosas”, es decir, que en el primer versículo de Bereshit (Génesis) en la Torá, cuando se lee: “En el comienzo creó Elohim los cielos y la tierra”; se refiere a los cosmocratores a los eones de la Creación en el seno del Pleroma. A este respecto, Dion Fortune, en su obra La Cábala Mística, explica lo siguiente: “El ser humano tiene que adorar tanto a diosas como a dioses. Boaz y Yakin son ambos pilares del Templo, pero solo de su unión nace el equilibrio. Una religión sin diosas está a mitad del camino del completo ateísmo. En la palabra Elojim (Elohim) encontramos la clave verdadera. Elojim se traduce como «Dios» en las versiones autorizadas y revisadas de la Biblia. En realidad debería traducirse «diosas y dioses», pues es un nombre femenino con una terminación plural masculina. Este es un hecho incontrovertible, al menos desde el punto de vista lingüístico; y es de presumir que los varios autores que integran los libros de la Biblia sabían bien lo que decían, y no usaron esa forma peculiar y única sin muy buenas razones. «Y el Espíritu de los principios masculino y femenino se cernía sobre la superficie de lo informe, y la Creación tuvo lugar».

“Toda la liturgia de los siete templos fue cantada y la gran Palabra hizo fecundo el vientre de la gran Madre Divina. «En, el Principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas y sin él nada de la que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres». El Verbo hizo fecundas las aguas de la vida, y el Universo en su estado germinal surgió espléndido en la Aurora. El Espíritu Santo fecundó a la gran Madre y nació el Cristo. El segundo Logos es siempre hijo de la Virgen madre”.

“Ella es siempre virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Ella es María, Isis, Adonia, Isoberta, Rea, Cibeles, etc. Ella es el caos primitivo, la sustancia primordial, la materia prima de la gran Obra. El Cristo Cósmico es el ejército de la gran Palabra y nace siempre en los mundos y es crucificado en cada uno de ellos para que todos los seres tengan vida y la tengan en abundancia”.

Los diez principios del ser humano

En la cosmovisión gnóstica se reconoce que los diez sephirotes del Árbol de la Vida hebraica, se encuentran en el ser humano y constituyen diez principios inherentes a cada hombre y mujer. La relación entre el sistema de numeración decimal, los dedos de la mano, la búsqueda de alcanzar un punteo de 10 perfecto y la espiritualidad, es enorme. Esos diez principios constituyen, en su orden, la Trinidad en cada uno de nosotros, el Ser y sus dos almas (el alma divina y el alma humana) y los cuatro cuerpos: físico, vital, astral y mental.

La Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en nosotros.

Debajo de la santísima Trinidad o Trimurti sagrada, se encuentra el septenario teosófico

El Ser, el Espíritu, Atman, Chesed, el Pneuma o Nous

El alma espiritual, alma divinal o alma femenina o alma conciencia. El budhi

El alma humana o alma masculina o alma voluntad. Manas superior o cuerpo de la voluntad

La mente o manas inferior

Las emociones, sentimientos y deseos; el cuerpo de deseos o cuerpo astral lunar en la mayoría de personas, el cuerpo kedsyano.

La vitalidad o cuerpo etérico

El cuerpo físico

Los antiguos rabinos hablan de los diez sephirotes de la Cábala: Keter, Chokmah, Binah, Chesed, Geburah, Tiphereth, Netzah, Hod, Jesod y Malkuth.

Keter es el Padre en nosotros, Chokmah es el Hijo en cada uno de nosotros, Binah, es el Espíritu Santo en nuestro interior.  Es claro que la Santísima Trinidad no es ajena a las diferentes religiones antiguas.  Así existe la Trimurti hindú: Brahma, Shiva y Visnú. En el antiguo Egipto se adoraba a Osiris, Isis y Horus y entre los mayas hay muchas formas trinitarias sagradas: Itzamná, Kukulkán y Chac o Ixchel son algunas representaciones. En la Naturaleza encontramos los polos positivo, negativo y neutro, en el hogar: papá, mamá, hijos. Por eso la representación de la Sagrada Familia.

A continuación de la Trinidad en nosotros viene lo que muchos denominan el Septenario teosófico integrado por un triángulo y el cuaternario inferior. Empecemos por listar el cuaternario inferior: cuerpo físico, la vitalidad, los deseos (emociones y sentimientos incluidos) y los pensamientos (la mente). Los siguientes principios son la voluntad, la conciencia y el Ser.

Algunas escuelas místicas al referirse al cuaternario inferior hablan de cuerpos espirituales. Los teósofos y yogas hablan del cuerpo de la vitalidad (vital o etérico), del cuerpo astral (o cuerpo de los deseos y las emociones), así como del cuerpo mental. En la literatura yogui y teosófica se usan nombres hindús un tanto extraños. Veamos por ejemplo lo que dice Helena Blavatsky:

Cuaternario.- El cuaternario, llamad o también cuaternario inferior, está constituido por los cuatro “principios” inferiores del hombre que forman su personalidad, a saber: el cuerpo denso o físico (sthûla zarîra), el doble etéreo o cuerpo astral (linga-zarîra), la vida o principio vital (prâna) y el centro de los deseos o pasiones animales (kâma-rûpa). –En otras clasificaciones se incluye entre los principios del cuaternario el manas inferior, o sea la inteligencia cerebral, la mente que tiende hacia abajo, al centro de los deseos y pasiones animales. Todos estos principios deben distinguirse del ternario o tríada superior imperecedera, que constituyen la individualidad, y son: el manas superior, el buddhi y el Âtman (o Yo supremo)”; que en la cosmovisión gnóstica, se denomina con más propiedad: El Ser y no yo supremo o yo superior.

Otras escuelas espirituales hacen una metáfora y relacionan al cuaternario, integrado por esos cuatro cuerpos inferiores, con un carruaje (el cuerpo físico), el caballo (el astral), el cochero (la mente) y el amo (la conciencia) que generalmente va dormido o distraído, es decir, tiene la conciencia dormida.

Mucho se ha hablado en la literatura mística acerca del doble astral, el eidolon o “cuerpo fantasmal”. Y es que todos tenemos ese doble. Bueno: todos tenemos los 10 principios, pero en esencia y pocos los tienen plenamente desarrollados. Los grandes seres, los apóstoles, un Buda, un Moisés o Jesucristo; es claro que desarrollaron plenamente su septenario y quizá alguno o todos los principios superiores.

Pues bien: la mayoría de personas tenemos solo un cuerpo astral fantasmal y por eso casi nunca nos percatamos que lo poseemos. Cada vez que nos acostamos a dormir, ocurre una separación del “alma”, en realidad, del doble astral que se desprende del cuerpo físico. Al día siguiente llamamos a este fenómeno: soñar. Mientras vivimos, el cuerpo físico está conectado con el astral, mediante el hilo de la vida o cordón plateado. Es claro que aprender a desdoblarse conscientemente, requiere práctica y tenacidad. En forma similar dominar los viajes astrales requerirá de mucha dedicación y tiempo. Debemos aprender a utilizarlo y a desarrollarlo hasta convertirlo en un auténtico cuerpo astral o espiritual. Ese es el cuerpo de los ángeles al ser vistos por un ser humano.

La triada superior y que cita la Blavatsky: atman, budhi, manas (superior) en la nomenclatura rabínica, corresponden a: Chesed, geburah, tiphereth. En la terminología cristiana: Chesed es el Espíritu, el Ser. Tiphereth es el alma humana o alma voluntad. Lo que ocurre es que budhi también es el alma; pero el alma conciencia, el alma divina. Esta es una de las razones por las que en la tradición se habla de las almas gemelas. Una es masculina (tiphereth) y la otra es femenina (budhi).

El Ser y el Yo

El Ser es lo real, lo auténtico en nosotros. Es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será. El Ser es nuestro propio Espíritu, el Pneuma de los gnósticos.

El abismo que existe entre el Ser y el Yo es infranqueable y, por esto, el Neuma, el Espíritu, se reconoce y este reconocerse es un acto autónomo para el que la razón subjetiva del mamífero intelectual resulta ineficaz, insuficiente, terriblemente pobre.

El yo es el conjunto de valores negativos en la psiquis del animal intelectual, mal llamado ser humano, la personificación de los defectos de carácter, la suma de elementos indeseables de conducta en nosotros, los elementos subjetivos de las percepciones, entidades energéticas sutiles. El Yo, el Ego, está compuesto por sumas y restas de elementos subjetivos, inhumanos, bestiales, que incuestionablemente tienen un principio y un fin. El yo es múltiple, es pluralizado. Cada defecto de carácter está personificado por un yo. Las grandes religiones y los libros sagrados de la humanidad, se han referido al Ego pluralizado en múltiples formas alegóricas. Ellos son los endemoniados ganaderos del Evangelio, aquellos que a la pregunta: ¿cómo te llamas?, responden: “Legión me llamo; porque somos muchos”. (Mr 5:9), son el ejército de familiares y amigos a los que tiene que enfrentarse Arjuna en el Bhagavad Gita, son los nobles de Ítaca a los que debe enfrentar Ulises en la Odisea, para liberar su palacio y rescatar a Penelope, son los infieles del Islam, los demonios rojos de Seth de la tradición egipcia. Están representados en el Goliat bíblico al que David debe vencer con una piedra, son los cuatrocientos surianos a los que vence Huitzilopochtli en la tradición azteca, los adversarios de Hunahpú e Ixbalamqué, en el Popol Wuj.

Auto-conocimiento, auto-gnosis, implica la aniquilación del Yo como trabajo previo, urgente, impostergable. Por ese motivo, en todas las tradiciones místicas y en todas las mitologías, el héroe debe vencer a sus enemigos, como le ocurre a Hércules, quien debe vencer a la Hydra de Lerna, el monstruo de muchas cabezas. El ego es la causa de la idolatría condenada tanto en el Antiguo Testamento, ya que provoca que las humanas criaturas, se le arrodillen, se esclavicen y rindan culto por encima y antes del Padre que está en secreto.

Elementos esenciales de la cosmovisión gnóstica

La palabra «Gnosticismo» encierra dentro de su estructura gramatical la idea de sistemas o corrientes dedicadas al estudio de la Gnosis. Este Gnosticismo implica una serie coherente, clara, precisa, de elementos fundamentales verificables mediante la experiencia mística directa:

La maldición, desde un punto de vista científico y filosófico.

El Adam y Eva del Génesis hebraico.

El pecado original y la salida del Paraíso.

El Misterio del Lucifer interior.

La muerte del mí mismo.

Los poderes creadores que divinizan.

La esencia del Salvator Salvandus.

Los Misterios sexuales.

El Cristo íntimo.

La Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes.

El descenso a los infiernos.

El regreso al Edén.

El don de Mefistófeles.

Solo las doctrinas gnósticas que impliquen los fundamentos ontológicos, teológicos y antropológicos arriba citados, forman parte del Gnosticismo auténtico y se enmarcan dentro de la cosmovisión gnóstica.

Establecidas estas aclaraciones semánticas, pasemos ahora a definir con entera claridad meridiana al Gnosticismo. El Gnosticismo es un proceso religioso muy íntimo, natural y profundo. Esoterismo auténtico de fondo, desenvolviéndose de instante en instante con vivencias místicas muy particulares, con Doctrina y ritos propios. Doctrina extraordinaria que fundamentalmente adopta la forma mítica y, a veces, mitológica. Liturgia mágica inefable con viva ilustración para la Conciencia superlativa del Ser.

El conocimiento gnóstico y la revelación

Gnosis es conocimiento, pero no cualquier conocimiento. Gnosis es la experiencia mística de lo divino en el Ser. El conocimiento al que aspira el gnóstico es el que devine de la auto-gnosis, es decir, el auto conocimiento, derivado de la experiencia. Pero esa experiencia, no es necesariamente cualquier experiencia. Por ejemplo, no es la experiencia derivada de años de práctica en determinado oficio o profesión. Es la experiencia del Ser, presente en el individuo despierto, en ausencia del yo, es la experiencia mística obtenida por imaginación e inspiración, como también por la “visita” a las dimensiones superiores del espacio. Todo ese tipo de experiencias místicas, se comprende a través de la intuición, es la revelación gnóstica. De allí que el Kalki Avatar afirme que: “El gnóstico esoterista acepta la revelación como procedente de seres divinos, las vidas manifestadas, pero jamás de la Vida Una no manifestable”.

Para mayor explicación de la afirmación del maestro, HPB en el tomo 1 de su obra La Doctrina Secreta afirma lo siguiente: El ocultista acepta la revelación como procedente de Seres divinos, si bien finitos, las Vidas manifestadas; pero jamás de la Vida Una no manifestable; si de aquellas Entidades llamadas Hombre Primordial, Dhyâni–Buddhas o Dhyân Chohans, los Rishi–Prajâpati de los indos, los elohim o hijos de Dios de los judíos, los Espíritus Planetarios de todas las naciones, los cuales han venido a ser Dioses para los hombres.

Los principios religiosos

En la cosmovisión gnóstica, se explica que todas las religiones tienen los mismos principios. Nosotros, los gnósticos, no estamos contra ninguna religión porque esto sería absurdo. Todas las religiones se necesitan. Todas las religiones son manifestaciones diversas de la Religión cósmica universal infinita. Lo grave, lo lamentable sería un pueblo sin religión. Creemos que todas las escuelas y sectas cumplen su misión enseñando, estudiando, discutiendo, etc. La Gnosis es la llama de donde salen todas las religiones, escuelas y creencias. La Gnosis es sabiduría y amor.

Los gnósticos no desdeñamos ni subestimamos ninguna religión. Todas las religiones son perlas preciosísimas engarzadas en el hilo de oro de la Divinidad. La cosmovisión gnóstica es asequible a las gentes de todas las religiones, escuelas, logias, sectas, órdenes, etc.

A través de la cosmovisión gnóstica, se comprende que la humanidad tiene a la disposición grandes tesoros. En el fondo de todas las religiones arcaicas se halla el principio Cristo, la búsqueda de la felicidad, el culto al amor, la clave suprema de la sexualidad sagrada o magia sexual y la eliminación de los elementos indeseables de conducta, el Ego y el anhelo por la liberación espiritual.

Continuará…

[1] David Gerz, Los Evangelios Gnósticos: Enseñanzas secretas de Jesús (Barcelona: Sirio, 2004), 119