Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. (Ef 5:14).
“En unidad, pues, estuvieron Balam ki’tze’, Balam Aq’ab, Majuk’taj, e Ik’ibalam. No dormían, ni tenían descanso». (Popol Wuj).
“No os durmáis y venceréis ¡hijas mías! ¡hijos míos!» (Memorial de Sololá)
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Ro 13:11).
Contenido:
Qué es la conciencia
Conciencia y conocimiento
La conciencia falsa
Los estados de conciencia
Sueño
Vigilia o conciencia relativa
Relación entre el sueño y la vigilia
El apego o identificación
El tercer estado de conciencia: la conciencia de sí
Conciencia objetiva
El despertar
Atención
Recuerdo de sí
Subconsciente e infraconsciente
El inconsciente
Qué es la conciencia
El Diccionario de la Real Academia (DRAE), da las siguientes acepciones de conciencia:
1. f. Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta.
2. f. Conocimiento interior del bien y del mal.
3. f. Conocimiento reflexivo de las cosas.
4. f. Actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto.
5. f. Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.
En Wikipedia encontramos que se define como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno. La palabra viene del latín: conscientia que significa literalmente: con conocimiento. En términos filosóficos, la conciencia es la facultad de decidir y hacerse sujeto, es decir, actor de sus actos y responsable de las consecuencias, que de ellos se siguen, según la percepción del bien y del mal.
A partir de las diferentes definiciones que hemos transcrito encontramos elementos comunes para irnos acercando a una definición gnóstica de la conciencia. Ante todo la conciencia implica un reconocimiento o conocimiento interior y una percepción del exterior, una diferenciación activa entre uno mismo (el sujeto) y lo que le rodea (el objeto) y la capacidad de actuar responsablemente. Además: “Muchos procesos psicológicos se realizan dentro de sí mismos, sin que por ello intervenga para nada la conciencia”.
Pero la percepción del mundo va más allá de la relación del sujeto con el espacio tridimensional. Incluye experiencias vividas en lo que se denominan las “dimensiones superiores del espacio” o los “universos paralelos” al nuestro. Experiencias que muchas personas de la antigüedad tenían en forma cotidiana y que pueden tenerse con un desarrollo superior del sentido espacial, como también mediante experiencias paranormales o metafísicas. Tal sería el caso del desdoblamiento astral y la meditación, entre otros.
En este sentido, Stanislav Grof en las páginas 43 y 44 de su obra: “La Revolución de la conciencia” compartida por otros dos pensadores: Erwin laslo y Peter Russel y publicada en español por Kairós comenta lo siguiente: “Los miembros de las culturas antiguas y tradicionales solían experimentar un trastorno atípico de la conciencia durante la celebración de diversos rituales reconocidos socialmente. Se identificaban y establecían profundas conexiones con personas. Animales, la naturaleza y la totalidad del cosmos. Vivían intensos encuentros con seres arquetípicos y visitaban numerosos reinos mitológicos».
«Es perfectamente lógico suponer que debieron integrar estas experiencias y observaciones en su concepción del mundo, que, en el caso de las culturas tradicionales, era una síntesis de lo que la gente percibía en la vida cotidiana a través de los sentidos junto con lo que descubría en los estados visionarios. Es lo mismo que le sucede a grandes rasgos a los individuos que tienen la oportunidad de experimentar estados no habituales de la conciencia en nuestra propia cultura. Todavía no he conocido a una sola persona de nuestro entorno cultural sea cual sea su educación, coeficiente de inteligencia y formación específica, que tras vivir una experiencia transpersonal siga adscrita al monismo materialista de la ciencia occidental”.
Conciencia y conocimiento
En los estudios gnósticos se da una enorme importancia a la conciencia. En la Psicología gnóstica la conciencia, en determinado momento, puede estar presente o estar ausente en un ser humano. Está asociada con la experiencia y la capacidad de darnos cuenta de la las cosas, de lo que nos rodea, de nosotros mismos. La experiencia nos permite tornarnos conscientes de algo. Aparte de la razón y el análisis, la experiencia nos permite enterarnos de hechos, averiguar o vivir acontecimientos, observar fenómenos, comprobar verdades y obtener cierto tipo de conocimiento que pueda ser negado o aceptado por las creencias, suposiciones o teorías establecidas. Esas experiencias ocurren en la conciencia. De ahí que en la Gnosis se afirme que la conciencia es la experiencia del ciclo, la experiencia vivida por el alma humana.
La conciencia y el conocimiento de sí son indispensables para lograr la Gnosis. En el Gnosticismo Universal, los conceptos de conciencia y conocimiento, se encuentran íntimamente relacionados.
Gnosis, no es cualquier tipo de conocimiento, solo el conocimiento consciente es el tipo de conocimiento que lleva a la Gnosis. Para acceder al conocimiento que ofrece la Gnosis, se requiere de cierta actitud, que consiste en la convicción de que el conocimiento personal, directo y absoluto de las auténticas verdades de la existencia es accesible a los seres humanos. La adquisición de este conocimiento debe constituir la realización suprema de la naturaleza humana.
La verdadera definición del término Gnosis es: «la experiencia mística directa de lo Divino en el Ser«. Es la realización de nuestra verdadera naturaleza, y no se puede discernir mediante un dogma o una doctrina intelectual, sino sólo a través de la experiencia.
De acuerdo con la Gnosis, es posible alcanzar un conocimiento de la verdad, de la divinidad, de Dios, mediante un despertar o revelación inmediata, que amplía las capacidades de comprensión hasta límites insospechados.
El conocimiento que da la Gnosis, es una experiencia interior por la cual, durante un proceso de iluminación, el ser humano se reapropia de su verdad, se rememora y recupera la conciencia de sí, es decir, la conciencia de su auténtica naturaleza y origen. A través de esa recuperación, se conoce o se reconoce en dios, conoce a Dios y aparece ante sí mismo, como venido de Dios, emanado de Dios.
Elaine Pagels, en la página 18 de su obra: “Los evangelios gnósticos” y publicada en español por Crítica, cita a Teodoro, un antiguo maestro gnóstico de Asia menor y transcribe lo siguiente: “el gnóstico es aquel que ha llegado a entender quiénes éramos y en qué nos hemos convertido; dónde estábamos, hacia dónde nos apresuramos, de qué nos estamos librando, qué es el nacimiento y qué es el renacimiento”.
En la página 19 de la obra citada, Pagels, cita además a Monoimo, otro maestro gnóstico del siglo II, de quien traslada lo siguiente: “abandonad la búsqueda de Dios y la creación y otros asuntos de parecida índole. Buscadle tomándoos a vosotros mismos como punto de partida. Averiguad quién hay dentro de vosotros que se adueña de todo y dice: mi Dios, mi mente, mi pensamiento, mi alma, mi cuerpo. Averiguad las fuentes del pesar, del gozo, del amor, del odio… Si investigáis cuidadosamente estas cuestiones, las encontraréis en vosotros mismos”.
Los antiguos griegos esculpieron en el templo de Apolo en Delfos: Gnosce te ipsum. Conócete y conocerás al Universo y a los dioses. San Agustín narra en el capítulo I de sus Soliloquios, lo siguiente: “Durante largo tiempo anduve considerando en mi interior muchos y diferentes asuntos, y tratando con empeño durante días de conocerme a mí mismo, qué debo hacer y qué he de evitar…” Y es que: conocerse a sí mismo es haber logrado la unión con el propio Ser divinal. Es por ello que Samael Aun Weor afirma que “los métodos empleados por la Gnosis implican una serie coherente, clara, precisa de elementos fundamentales verificables mediante la experiencia mística directa”. De ahí que el trabajo esotérico gnóstico se centra en el despertar de la conciencia.
Es por ello que el Kalki Avatar en el último capítulo de su obra: “Educación Fundamental” afirma que: “Las gentes confunden a la conciencia con la inteligencia o con el intelecto y a la persona muy inteligente o muy intelectual, le dan el calificativo de consciente. Nosotros afirmamos que la conciencia en el hombre es fuera de toda duda y sin temor a engañarnos, una especie muy particular de aprehensión de conocimiento interior totalmente independiente de toda actividad mental. La facultad de la conciencia nos permite el conocimiento de sí mismos. La conciencia nos da conocimiento íntegro de lo que es, de donde está, de lo que realmente se sabe, de lo que ciertamente se ignora”.
La conciencia falsa
Anthony de Mello en su obra: «Auto liberación interior» afirma que: “la conciencia social no existe. El no dejar ver las cosas a los pobres y querer mirarlas nosotros por ellos, es ser adoctrinados, es manipularlos y no respetar su derecho a la liberación por sí mismos. Cuidado de no quitarles su espontaneidad, su alegría y su cultura primitiva, con la idea programada de liberarlos. El trabajo social que no brote de la sensibilidad y el respeto es peligroso. Con el nombre de salvación también existen la utilización, la persecución, la explotación y la crueldad”.
En relación con esta explicación, José Jesús Leal en el capítulo III de su “Psicología del Despertar” enumera los elementos que constituyen la conciencia falsa: “Conceptos del bien y del mal, costumbres mecánicas, códigos de moral, prejuicios, tradiciones, escepticismos, dogmas, procedimientos intelectuales, creencias, opiniones, preceptos, normas fijas, sofismas, disciplinas, racionalismos subjetivos, etc.”
Leal, afirma además que: “la teoría del consensus social, dicho de otro modo, la falsa conciencia, es un condicionamiento derivado de la teoría de los valores, forma muy sutil de condicionar al hombre para impedir la manifestación real y efectiva de la verdadera conciencia”. Leal recomienda a la vez que: “se hace necesario destruir cada uno de los elementos constitutivos de la conciencia falsa si es que realmente queremos llegar a un conocimiento real y definitivo de nosotros mismos”.
Los estados de conciencia
En Psicología se sabe que existen dos estados normales de conciencia: El sueño y la vigilia. Sin embargo, para la Psicología Gnóstica, además de estos dos estados normales de conciencia, hay otros dos estados superiores: la conciencia de sí y la conciencia objetiva. Estudiemos los cuatro estados de conciencia
Sueño
Es el estado de conciencia en el que normalmente un ser humano pasa un tercio del día, es el estado en el que el cuerpo físico duerme, en busca del descanso reparador. Es importante que se tenga claro que durante el sueño, no se puede distinguir entre el yo y el no yo. En este estado de conciencia el ser humano se encuentra en un estado pasivo. Es un estado de ausencia plena de conciencia.
Pedro Ouspenski en su obra: “La consciencia una búsqueda de la verdad”, explica que: “el primer estado, o más bajo, es el de dormido… El hombre esta rodeado por sueños… Imágenes puramente subjetivas (bien reflexiones de experiencias anteriores, bien reflexiones de vagas experiencias del momento, tales como sonidos dentro del alcance del durmiente, sensaciones provenientes del cuerpo, ligeras molestias, sensaciones de tensión) revoloteando por la mente, dejando sólo una ligerísima traza en la memoria e inclusive no dejándola”. Y en sus “Conferencias psicológicas«, Ouspensky afirma que: “Este es un estado pasivo y puramente subjetivo. El hombre está rodeado de sueños. Todas sus funciones psíquicas trabajan sin ninguna dirección. No hay lógica, no hay secuencia, ni causa, ni resultado en los sueños”.
Vigilia o conciencia relativa
Es el estado en el que normalmente un ser humano pasa dos tercios del día. Es el estado en el que se trabaja, se estudia, se juega, se realizan las actividades diarias. Durante el mal llamado estado de vigilia, es posible distinguir entre el yo y el no yo. En este estado de conciencia el ser humano se encuentra en un estado activo. Es un estado de conciencia relativa.
Ouspensky, en su libro: «Fragmentos de una enseñanza desconocida”, traslada la explicación que da Gurdjieff acerca del segundo estado de conciencia. G. explica que es: “el estado en que los hombres pasan la otra mitad de su vida es en el cual caminan por las calles, escriben libros, conversan de asuntos sublimes, participan en la política, se matan los unos a los otros; es un estado que ellos consideran como activo y que llaman de «conciencia lúcida» o «estado de vigilia». Las expresiones «conciencia lúcida» o «estado de vigilia» parecen haber sido escogidas en broma, sobre todo si uno se da cuenta de lo que debe ser una «conciencia lúcida» y de lo que es en realidad el estado en que el hombre vive y actúa”.
Relación entre el sueño y la vigilia
No hay diferencias enormes entre el sueño y la vigilia. En ambos estados, la conciencia se encuentra ausente, en ambos estados la conciencia se encuentra dormida. En el estado de vigilia, los sueños no desaparecen. Los sueños continúan presentes durante todo el día y esto ocurre así porque la conciencia se encuentra dormida en el ser humano. El estado de sueño de la conciencia sigue presente durante la vigilia.
La mayoría de personas, difícilmente perciben que se encuentran dormidas mientras realizan sus actividades diarias. Sin embargo pueden entender de qué hablamos al recordar que es común que cuando se encuentran en la soledad, sin hacer nada, les asalta una procesión de pensamientos, sentimientos, añoranzas, recuerdos y su fantasía o imaginación mecánica da rienda suelta a múltiples castillos en el aire. Con el tiempo, el estudiante puede comprender que en la mayoría de actividades diarias, la conciencia está ausente. Es decir, que durante la vigilia y el estado en el que nuestro cuerpo físico duerme, permanece el sueño de la conciencia
El Buda Maitreya en su obra: “Tratado de Astrología Hermética«, explica que: “Imaginad por un momento, querido lector, una casa con cuatro pisos. El pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre vive normalmente en los dos pisos de abajo, pero jamás en la vida usa los dos pisos superiores. El animal intelectual divide su vida dolorosa y miserable entre el sueño común y corriente y el mal llamado estado de vigilia, que es por desgracia otra forma del sueño”.
“Mientras el cuerpo físico duerme en la cama, el Ego envuelto en sus cuerpos lunares anda con la conciencia dormida como un sonámbulo moviéndose libremente por la región molecular. El Ego en la región molecular proyecta sueños y vive en ellos, no existe lógica alguna en sus sueños, continuidad, causas, efectos todas las funciones psíquicas trabajan sin dirección alguna y aparecen y desaparecen imágenes subjetivas, escenas incoherentes, vagas, imprecisas, etc.”
“Cuando el Ego envuelto en sus cuerpos lunares regresa al cuerpo físico, viene entonces el segundo estado de conciencia llamado estado de vigilia, que en el fondo no es otra cosa sino otra forma de del sueño. Al regresar el Ego a su cuerpo físico, los sueños continúan en el interior, el llamado estado de vigilia es realmente el soñar despierto. Al salir el Sol, las estrellas se ocultan, pero no dejan de existir; así son los sueños en el estado de vigilia ellos continúan secretamente, no dejan de existir. Esto significa que el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, sólo vive en el mundo de los sueños; con justa razón dijo el Poeta que la vida es sueño. El animal racional maneja carros soñando, trabaja en la fábrica, en la oficina, en el campo, etc., soñando, se enamora en sueños, se casa en sueños; rara, muy rara vez en la vida, está despierto, vive en un mundo de sueños y cree firmemente que está despierto”.
A partir de las anteriores explicaciones, podemos entender que el sueño es la no presencia de la conciencia de sí, la falta de la conciencia de uno mismo, la ausencia o pérdida del recuerdo de uno mismo, la carencia de la fuerza de atención, la inactividad del sentido de auto observación.
El sueño de la conciencia ha sido motivo de inspiración para diversos escritores de la literatura universal. Así por ejemplo, en el cuento de «La bella durmiente del bosque» escrito por Charles Perrault encontramos una elocuente representación de esta peculiaridad de nuestro psiquismo.
Pedro Calderón de la Barca al final de la Jornada segunda de su obra: “La vida es sueño”, pone en labios de Segismundo la siguiente reflexión: “Segismundo: Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir sólo es soñar; y la experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar. Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte (¡desdicha fuerte!); ¡que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte! Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son”.
El apego o identificación
La identificación es una característica del sueño de la conciencia. Es una actitud que ata, amarra o esclaviza al ser humano. El apego o más bien dicho: la identificación, le impide a las personas ser libres de verdad y puede conducir a alguien hasta la muerte.
P. D. Ouspensky, en su obra: «El Cuarto camino» explica que: “nuestras funciones están acompañadas de cierta actitud; nos absorbemos demasiado en las cosas, nos perdemos demasiado en las cosas, particularmente cuando aparece el más leve elemento emocional. Esto se llama identificación. Nos identificamos con las cosas. No es una palabra muy buena, pero en nuestro idioma no hay otra mejor. La idea de la identificación existe en los escritos indios, y los budistas hablan de apego y desapego. Estas palabras me parecen incluso menos satisfactorias porque, antes de encontrar este sistema, leí estas palabras y no las entendí, o más bien las entendí pero tomé la idea intelectualmente”.
En el Bhágavad Guitá, Parte II, titulada: “Enseñanza esotérica” de la traducción del ocultista norteamericano: William Walker Atkinson, mejor conocido como Ramacharaka y publicada por Kier, se lee lo siguiente: “Del apego surge el deseo, del deseo la pasión, de la pasión la insensatez, de la insensatez la apetencia sin freno. De la desenfrenada apetencia resulta el olvido, del olvido la falta de discernimiento y de esta la pérdida de todo lo demás”. Más adelante se lee en este monumental canto: “actúa sin apegos y realiza el trabajo que debas hacer, pues el hombre cuyo trabajo es puro obtiene sin duda lo Supremo”.
Antohony de Mello, en su obra: «Liberación interior» da una interesante explicación del papel que juega la identificación en la humanidad mecánica: “Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos quejamos de no ser libres. ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas? Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor. ¿Qué amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo”.
El tercer estado de conciencia: la conciencia de sí
De acuerdo con la Psicología Gnóstica, el tercer estado de conciencia es el estado de conciencia de sí, que se alcanza en ausencia del sueño, al practicar la no identificación y al adquirir el hábito del recuerdo de sí. La conciencia de uno mismo se logra desarrollando la fuerza de atención y con el ejercicio constante, de instante en instante de la auto observación. El tercer estado de conciencia implica ante todo que el ser humano se torne consciente de sí mismo.
Alcanzar el tercer estado de conciencia, es el resultado de lograr el auténtico despertar y esto se logra con base en enormes trabajos conscientes y padecimientos voluntarios, mediante gran dedicación intencional y el recto esfuerzo. Conquistar la conciencia despierta nos permite experimentar en forma directa la realidad. “Real es aquello que uno mismo puede experimentar en su interior”.
Chang Chen-Chi en la página 37 de su obra: “La práctica del Zen” y publicada por Editorial Marte, explica que: “cuando uno descubre esta conciencia de sí mismo, todo su ser cambia. Cuando se realiza cualquier actividad, se siente que se trasciende esta actividad; se camina y se habla, pero se siente que este andar y charlar ya no es como antes, ahora se marcha con la mente abierta. Realmente sabe que es él quien camina; el director –él mismo- está sentado en el centro de su mente, controlando todas sus acciones con espontaneidad. Camina con una clara conciencia y con el espíritu iluminado. En otras palabras: el hombre que realiza la conciencia de sí mismo siente que ya no es el siervo obediente de un impulso ciego, sino que es su propio amo. Siente entonces que la gente común, ciega ante su conciencia innata y clara, recorre las calles como cadáveres vivientes”.
El Avatar de la Era de Acuario en su obra: «Educación fundamental«, explica lo siguiente: “Quienes admiten la existencia de la conciencia pero niegan de plano los distintos grados concientivos, acusan falta de experiencia consciente, sueño de la conciencia. Toda persona que alguna vez haya despertado momentáneamente, sabe muy bien por experiencia propia que existen distintos grados de conciencia observables en uno mismo. Primero. Tiempo. ¿Cuánto tiempo permanecimos conscientes? Segundo. Frecuencia. ¿Cuántas veces hemos despertado conciencia? Tercero. Amplitud y penetración. ¿De qué se era consciente?”.
Conciencia objetiva
Es el estado en el que el ser humano se torna consciente de todo lo que le rodea. Algunos autores la denominan como conciencia del mundo o conciencia cósmica. Es un tipo de conciencia iluminada que conduce al éxtasis, al samadhí. Es un estado superior de conciencia. Chang Chen-Chi en la obra citada explica que: “si esta conciencia de sí mismo puede ser retenida y cultivada, se llegará a experimentar el aspecto iluminado de la mente, llamado por muchos místicos “conciencia pura”.
“Cuando esta conciencia iluminada es cultivada en toda su extensión se ve claramente que abarca todo el universo. Muchos místicos y budistas, equivocadamente han considerado esto el estado más alto, el estado de nirvana, o estadio final de la unificación con lo universal o «conciencia cósmica»”. Líneas después, explica el citado maestro Zen que la iluminación budista, el vacío iluminador, está más allá de la conciencia de sí mismo y de la conciencia iluminada o conciencia objetiva.
El despertar
El trabajo esotérico gnóstico se centra en el despertar de la conciencia. Las religiones insisten en la necesidad de despertar, pero no dan la clave para lograr ese despertar. Así podemos leer: “Velen, pues, porque no saben a qué hora ha de venir su Señor. Pero sepan esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también ustedes estén preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no piensen. (Mt 24:42-44).
En el Evangelio de Marcos destaca el pasaje de los “ojos cargados de sueño» que poseen los dormidos. Ojos que denotan que las gentes parecen sonámbulos, zombis o autómatas: “Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quédense aquí y velen. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velen y oren, para que no entren en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle”. (Mr 14:34-40).
Para comprender esta terrible afirmación de «los ojos cargados de sueño«, compara la mirada de un adulto con la de un gato o perro presto a cazar, con la de un niño de pocos meses de edad y verás que, por ejemplo, la conciencia infantil de los niños los hace mantenerse en estado de alerta.
Para despertar, el estudiante debe desarrollar ciertas habilidades o competencias personales, como las siguientes: Atención, recuerdo de sí, vivir el presente, auto observarse, no identificarse, practicar la detención interior, la no consideración interior, la no expresión de emociones negativas, Transformar impresiones, mantenerse en actitud de extranjería, tener continuidad de propósitos y un centro permanente de gravedad. Dedicaremos líneas aparte a la atención y el recuerdo de sí.
Atención
El escritor y ocultista estadounidense: William Walker Atkinson, más conocido en los círculos esotéricos como: Ramacharaka escribió en su obra: «Serie de lecciones sobre Raja yoga» que: “la atención es la prueba externa de la voluntad”. Ramacharaka, añade además al respecto: “La concedo o la retiro, según me agrada. La dirijo sucesivamente a varios puntos. La concentro sobre cada punto tanto tiempo como mi voluntad puede sostener el esfuerzo». Añade el profesor Guillermo James: La esencial función de la voluntad, cuando es muy activa, es atender a un asunto dificultoso y mantenerlo sujeto ante la mente. El esfuerzo de la atención es el fenómeno esencial de la voluntad.
«Y dice el profesor Halleck: El primer paso hacia el desenvolvimiento de la voluntad consiste en el ejercicio de la atención. Las ideas son más distintas y adquieren mayor intensidad a medida que les prestamos atención. Si tomamos dos ideas de la misma intensidad y concentramos la atención en una, notaremos lo mucho que ésta aumenta en intensidad. Del profesor Sully: Podemos definir toscamente la atención diciendo que es la activa dirección de la mente a cualquier objeto. La palabra «atención» deriva de las latinas ad tendere, que significan «extender hacia»…”
Por su parte: Ouspensky define la atención como “la dirección de la actividad de los centros”. Entiéndase por «centro» al centro de gravedad de una de las funciones psicofisiológicas: intelecto, emoción, movimiento, instinto y sexo. La actividad de cada centro puede generar uno de tres tipos de atención: mecánica, por motivación o dirigida por el esfuerzo y la voluntad. Partiendo de estas definiciones, entendemos que la distracción es lo opuesto a la atención. Una persona se distrae cuando intenta hacer varias cosas a la vez. Con justa razón en el budismo Zen se insiste en la necesidad de hacer una y solo una cosa a la vez.
Es por ese motivo que el Maestro Samael explica en su obra: “El Mensaje de Navidad 1964-1965” lo siguiente: “La Gnosis vive en los hechos, se marchita en las abstracciones y es difícil de hallar, aún en los pensamientos más nobles”. En dicha obra narra una anécdota Zen: “-Le preguntaron al maestro Bokujo: «¿Tenemos que vestir y comer todos los días? ¿Cómo podríamos escapar de éste?» -El Maestro respondió:
-«Comemos, nos vestimos». —»No comprendo» –dijo el discípulo. «Entonces vístete y come» – dijo el Maestro”.
El recuerdo de sí
Algunas personas tienen la errónea creencia de que esto de lograr el “recuerdo de sí”, es el resultado de algún tipo de “acto de magia” de esos que se realizan en los circos, producto de una especie de ilusionismo. En realidad, el recuerdo de sí es producto del esfuerzo y de la práctica constante. Es un trabajo que cada quien debe realizar por sí mismo, pero debe aprenderlo, debe entenderlo con un significado práctico, comprensible, accesible.
Maurice Nicoll en el primer tomo de sus “Comentarios psicológicos a las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky«, explica lo siguiente: “El recuerdo de si es la cosa más importante. Es preciso que practiquen el recuerdo de si por lo menos una vez por día, y hacerlo de buen grado, por si mismos. Cualquier otro trabajo sobre sí depende por ultimo del recuerdo de sí. Solo basta medio minuto, y aun cuando solo consista en detener los pensamientos y en tratar de lograr un completo relajamiento, es mejor que nada. No piense acerca del recuerdo de si, hágalo”.
Ouspensky en “Fragmentos de una enseñanza desconocida” traslada la siguiente afirmación de G: «Se ha explicado anteriormente que en las condiciones de la vida ordinaria no nos recordamos a nosotros mismos. No nos recordamos, es decir, no tenemos la sensación de nosotros mismos; no estamos conscientes de nosotros mismos en el momento de la percepción de una emoción, de un pensamiento o de una acción”.
La afirmación: “no nos recordamos, es decir, no tenemos la sensación de nosotros mismos”, que relaciona directamente el recuerdo de sí con la sensación de nuestra propia masa, con la sensación de nuestro propio cuerpo, coincide con la que da el Presidente fundador de las instituciones gnósticas en el capítulo XVI de su «Mensaje de Navidad 1966-1967«, al explicar que: “aun cuando parezca increíble, cuando el estudiante se observa a sí mismo no se recuerda a sí mismo. Los aspirantes, fuera de toda duda, realmente no se sienten a sí mismos no son conscientes de sí mismos. Parece algo inverosímil que cuando el aspirante gnóstico auto-observa su forma de reír, hablar, caminar, etc., se olvida de sí mismo, esto es increíble, pero cierto. Sin embargo es indispensable tratar de recordarse a sí mismo, mientras se auto-observa, esto es fundamental para lograr el despertar de la conciencia”.
Citamos aquí nuevamente a Elaine Pagels, quien en las páginas 178 y 179 de su obra: «Los evangelios gnósticos» afirma lo siguiente: “Tales gnósticos reconocían que la persecución de la gnosis coloca a la ersona en un proceso solitario, difícil, ya que uno lucha contra la resistencia interna. Esta resistencia a la gnosis la caracterizaban como el deseo de dormir o estar borracho, es decir, de permanecer inconsciente”. Más adelante cita al maestro Silvano “cuyas Enseñanzas fueron descubiertas en Nag Hamadi, (quien) alienta a sus seguidores a resistirse a la inconsciencia: poned fin al sueño que pesa con fuerza sobre vosotros. Partid del olvido que os llena de tinieblas…”.
Subconsciente e infraconsciente
El esoterismo gnóstico enseña que el subconsciente tiene cuarenta y nueve regiones ocultas para la conciencia humana. El subconsciente es el sepulcro del pasado y en sus regiones se ocultan las diferentes guaridas del Ego. En el sepulcro del subconsciente se depositan los recuerdos incoherentes, los desechos de la memoria y las impresiones no transformadas o mal transformadas, producto de la falta de atención dirigida y del recuerdo de sí.
El V.M. Samael explica en su obra: «Revolución de la dialéctica» que: “El Yo pluralizado es el subconsciente. Cuando disolvemos el Yo, el subconsciente se convierte en consciente”. “En la relación con nuestros semejantes, los defectos escondidos en el fondo subconsciente, afloran espontáneamente, saltan fuera, porque el subconsciente nos traiciona y si estamos en estado de alerta percepción, entonces, los vemos tal cual son en sí mismos”.
El Venerable Maestro explica en su obra: “Nociones fundamentales de endocrinología y criminología» que los factores subconscientes se pueden reducir a tres: “Genotipo, Fenotipo, Paratipo: (Herencia, Educación y circunstancias). Del perfecto equilibrio entre estos tres factores, deviene entonces la conducta social del individuo. Cuando existe desequilibrio en estos tres factores, entonces el resultado es el delito. Estos tres factores pueden ser positivos, o negativos. Son positivos cuando se traducen en recto pensar, recto sentir, recto obrar”.
La Psicología Gnóstica enseña que la infraconsciencia se procesa en el estado de sueño y más precisamente en determinados tipos de sueño profundo, como la embriaguez del sueño. Este es un tipo de sueño que muchas veces se asocia a fanatismo, superstición, sugestión, ignorancia, calumnias, alevosía, bajos instintos. Puede desencadenar actos violentos delictivos y hasta criminales mientras la persona se encuentre sumergida en el sueño y no haya vuelto a la vigilia plenamente en distintas variantes de sonambulismo. Como resultado de la infraconsciencia se puede confundir la realidad con el sueño, dando origen a falsas apreciaciones que pueden inducir a errores o hasta actos delictivos.
El Avatar de Acuario explica en el citado libro que “En la infraconsciencia de la Naturaleza están depositados los recuerdos tenebrosos de toda la historia de la Tierra y de sus razas. En la infraconsciencia de la Naturaleza viven los monstruos antediluvianos. Esos son los espectros del pasado, los fantasmas de las pesadillas (…) En la infraconsciencia de la Naturaleza solo existe la fatalidad”.
Más adelante afirma el Maestro que: “El infraconsciente es un remanente tenebroso de un remoto pasado. El sabio masoquista es el pervertido sexual que puede asesinar a la mujer por puro placer sexual. La perversión sexual es infraconsciente. Los valores infraconscientes del yo psicológico constituyen los más bajos fondos animales del ser humano».
El inconsciente
El inconsciente es diferente y amerita un estudio más profundo. Este es un término muy ambiguo, dudoso, confuso y discutible. En los estudios gnósticos lo abordamos desde diferentes puntos de vista. En primer lugar, lo inconsciente corre muy de la mano con lo subconsciente y se procesa en los estados de vigilia y de sueño. En el inconsciente de las personas se procesa la imaginación mecánica, la fantasía. Con esta facultad negativa se elabora cierto tipo de imágenes que durante el estado de sueño la personalidad y el Ego les «dan vida» a partir de determinadas impresiones mal transformadas. Estas son imágenes parecidas o similares a las que la humanidad mecánica percibe diariamente, en el estado de vigilia. Al ser “mal transformadas” no se digieren y en el estado de sueño, toman forma «casi real» en el plano mental de la Naturaleza.
En la Psicología Gnóstica, este tipo de imágenes son denominadas: “efigies mentales”. Son imágenes mentales fabricadas por el mismo soñador. Ejemplos de este tipo de imágenes recreadas por los soñadores, son las imágenes eróticas reproducidas por la mente durante el sueño a partir de una película pornográfica. En este caso explica el Maestro Samael que: “Cuando llega a la mente una representación pornográfica, el inconsciente atrapa esa representación y con ella elabora sus conceptos de contenido”. Otro ejemplo son las supuestas escenas de adulterio de la esposa fabricadas por un marido celoso.
Otro tipo de “imágenes” producidas en el inconsciente, son las que se originan con la combinación de una imaginación desnaturalizada o ardiente fantasía, enorme lujuria o lascivia, exuberante impudicia, la fornicación en soledad y el onanismo . Todo en combinación con la facultad ideoplástica. Estos son los subcubos, incubos, basiliscos y demás larvas fluídicas o “elementales” creadas por la fantasía sexual ampliamente estudiadas por Samael Aun Weor en su obra: «El Misterio del Aureo Florecer», así como por Franz de Harttmann en “Los Elementales”, Charles Waldemar en “La magia del sexo” y Paracelso en “De origine morborum invisibilium Lit. III”, entre otros.
En el inconsciente actúa el poder hipnótico que ejerce el aspecto negativo de Kundalini y las condiciones anormales de vida sobre la humanidad mecánica. Aquí se incluye la propaganda de los «amos del capital», los medios de comunicación y la moda, entre otros agentes que esclavizan la conciencia humana.
Por otro lado, el término inconsciente se aplica a la realidad inefable de Sat, el Dios inmanifestado, el Absoluto increado. En el capítulo XXVIII del «Mensaje de Navidad 1969-1970», el Cristo rojo de Acuario explica que: “podemos usar tal término en forma convencional para indicar o señalar un misterio creador, algo que está mucho más allá de la conciencia. Resulta incuestionable que Parabrahmán, el Espíritu Universal de Vida trasciende a todo eso que se llama conciencia y es obvio que podemos denominarle «Inconsciente«. Pero este término tan escurridizo, en el microcosmos es lo que está más allá del despertar y de la conciencia objetiva. En este sentido, explica el Maestro que: “El vacío iluminador es el «inconsciente» (Usado este último término en el sentido de algo que está mucho más allá de la conciencia.)
En este sentido acudimos nuevamente a Elaine Pagels,quien en la página 185 de su obra: “Los evangelios gnósticos” anota: “Por tal razón, este tipo de gnosticismo comparte con la psicoterapia la fascinación por el significado no literal del lenguaje, ya que ambos tratan de comprender la cualidad interna de la experiencia. El psicoanalista C.G. Jung ha interpretado el mito de la creación según Valentín como una descripción de los procesos psicológicos. Valentín cuenta cómo todas las cosas tienen su origen en la «profundidad», el «abismo», o, dicho en términos psicoanalíticos, en el inconsciente. De esta «profundidad» surgen la Mente y la Verdad y de ellas, a su vez, la Palabra (Logos) y la Vida. Y fue la palabra la que dio el ser a la humanidad. Jung lo interpretó como una crónica mítica del origen de la conciencia humana”.
Las diferentes acepciones que damos a lo inconsciente se explican en la siguiente frase del Maestro: “La inconsciencia es tinieblas y éstas últimas existen en nuestro interior”. Tenemos que ir de las tinieblas a la luz, esta luz es la conciencia. Pero en el vacío iluminador y en el Inmanifestado entramos a otro tipo de oscuridad.
Cerramos esta entrada transcribiendo las siguientes palabras del maestro Samael y que se encuentran en su obra: «La Gran Rebelión«: “Incuestionablemente, mientras la conciencia continúe embotellada, embutida entre el «mí mismo«, entre el «yo mismo«, de ninguna manera podrá conocer la legítima felicidad. Nadie podría en realidad experimentar la Libertad en tanto su conciencia continúe embotellada en el sí mismo, en el mí mismo. En tanto la conciencia, la esencia, lo más digno y decente que tenemos en nuestro interior, continúe embotellada en el sí mismo, en el mí mismo, en el yo mismo, en mis apetencias y temores, en mis deseos y pasiones, en mis preocupaciones y violencias, en mis defectos psicológicos; se estará en formal prisión”.
“Mientras el «yo mismo» exista la conciencia estará en prisión; evadirse de la cárcel sólo es posible mediante la aniquilación budista, disolviendo el yo, reduciéndolo a cenizas, a polvareda cósmica. Cuando el mi mismo queda reducido a polvareda cósmica, la conciencia se libera para despertar definitivamente y experimentar en forma directa la verdad”.