La interpretación de los sueños

“En una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo” (Job 33:14-15)

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Hechos 2:17-18

Contenido

La experiencia onírica

Los sueños en la Biblia

José y los sueños

Daniel y la interpretación de los sueños

La pérdida de la revelación por sueños

Los sueños en la cultura clásica

Sócrates y los sueños.

Los sueños o revelaciones en la Eneida

Artemidoro de Daldis o de Efeso

El Psicoanálisis y los sueños

La simbología de los sueños

La yoga del sueño

Subconsciente, inconsciente e infra consciente

La experiencia onírica

 

Durante el sueño natural, el que transcurre normalmente durante las horas de descanso y generalmente de noche, es usual que las personas tengan experiencias oníricas o sueños, que usualmente se interpretan como recreaciones de la vida cotidiana o proyecciones mentales mientras el cuerpo físico descansa. En realidad, en la mayoría de los casos, son experiencias que la Esencia con la conciencia dormida por el influjo del Ego y la hipnosis colectiva, envuelta en el doble astral tiene en la cuarta y quinta dimensión. Muchos de esos sueños, se relacionan con vivencias inconscientes de asuntos cotidianos asociados a las  cinco funciones psico fisiológicas de la máquina humana: pensamiento, emoción, movimiento, instinto y sexo.

Samael Aun Weor, en su obra Doctrina secreta de Anahuac, explica que: “Existen muchas clases diferentes de sueños. Los sueños son de diversa calidad específica debido al hecho concreto de que se hallan íntimamente relacionados con cada uno de los centros psíquicos del organismo humano”. Esos centros psíquicos, son descritos muchas veces como cilindros de la máquina humana o fuentes de poder de distintos tipos de energía, según las diferentes funciones de la máquina huma. Esas funciones, son: intelecto, razonamiento o pensamiento; emoción, sentimiento y deseos; movimiento caracterizado por los movimientos externos del cuerpo o por los movimientos aprendidos a lo largo de la vida; instinto que comprende, las funciones específicas de las sensaciones (vista, oído, tacto, olfato y gusto), las otras sensaciones, como la sensación de temperatura, de posición, de pesadez, entre otras; la fisiología y metabolismo del cuerpo: la digestión, la respiración, la excreción y demás; así como los movimientos internos del cuerpo y movimientos reflejos innatos.

“La mayoría de los sueños se encuentran vinculados con el centro instintivo-motor; esto es, son el eco de cosas vistas en el día, de simples sensaciones y movimientos, mera repetición astral de lo que diariamente vivimos. Asimismo, algunas experiencias de tipo emocional, tales como el miedo -que tanto daño hace a la humanidad-, suelen tener cabida en esos sueños caóticos del centro instintivo-motor. Existen, pues, sueños emocionales, sexuales, intelectuales, motores e instintivos, etc., etc., etc.”

“¿Cuáles son los funcionalismos mentales durante el sueño? ¿Qué emociones nos agitan y conmueven? ¿Cuáles son nuestras actividades fuera del cuerpo físico?¿Qué sensaciones instintivas predominan? ¿Hemos tomado nota de los estados sexuales que tenemos durante el sueño? Debemos sincerarnos con nosotros mismos. Con justa razón dijo Platón: «»El hombre se conoce por sus sueños»”.

“Los sueños más importantes, las vivencias íntimas del Ser, se hallan asociadas a los dos centros: emocional superior y mental superior. Ciertamente, resultan interesantes los sueños relacionados con los dos centros superiores, se caracterizan siempre por lo que se podría denominar una formulación dramática. Debemos admitir que se presentan en nosotros vibraciones luminosas que intentan curarnos, que tratan de informarnos sobre el estado en que nos encontramos, etc. Resulta útil recibir mensajes de lo alto. Si un hombre empieza a ocuparse más conscientemente del pequeño ciclo de los sucesos recurrentes de su vida personal, podrá entonces verificar por sí mismo, mediante la experiencia mística directa, que en el sueño diario se repite siempre la misma operación matemática de la muerte”.

“En ausencia del cuerpo físico, durante el sueño normal, los valores, sumergidos en la luz astral, se atraen y repelen de acuerdo con las leyes de la imantación universal. La vuelta al estado de vigilia implica, de hecho y por derecho propio, el retorno de los valores al interior del cuerpo físico. Una de las cosas más extraordinarias es que la gente piensa que solo está en relación con el mundo externo. La Gnosis nos enseña que estamos en relación con un mundo interior, invisible para los sentidos físicos ordinarios pero visibles para la clarividencia. El mundo interior invisible es mucho más extenso y contiene muchas más cosas interesantes que el mundo exterior, hacia el cual siempre se está mirando a través de las cinco ventanas de los sentidos”.

Los sueños en la Biblia

En la Biblia, hay muchos versículos dedicados a los sueños; tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. En Génesis, por ejemplo son muy conocidos los sueños de Faraón y la interpretación que les dio José, hijo de Jacob. En el libro de Daniel, se narra las soluciones que dio Daniel a los sueños de Nabuconodosor. Del Nuevo Testamento, son famosos, los sueños de José para no repudiar a María, la Virgen y aquel, en el que le ordenan huir a Egipto con el niño Jesús y María.

Algunos pasajes de la Biblia que evidencian la importancia que tiene, en las grandes religiones del mundo, el tema del sueño y el tiempo de descanso en el que nuestro cuerpo duerme; son los siguientes: el sueño de Adán y el nacimiento de Eva, el sueño de Abimelec, rey de Gerar cuando “contrajo matrimonio” con Sara, la esposa de Abraham y donde Jehová (Elohim) le advierte que morirá por causa de la mujer que ha tomado debido a que ella tiene esposo: “Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido. Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente? ¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto. Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases”. (Gn 20:3-6)

Es notable también el sueño de Jacob en Betel (casa de Dios), en el que vio la escalera que de la Tierra conduce al Cielo: “Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. (Gn 28:10-17)

Asimismo el sueño de Jacob en el que el ángel del Señor le indica que sabe de los engaños de Labán, su suegro y que ha hecho justicia para que tenga su salario digno y le ordena marche a la tierra de sus padres. “Y sucedió que al tiempo que las ovejas estaban en celo, alcé yo mis ojos y vi en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados. Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento. (Gn 31:10-13). También la advertencia que el Señor hace a Labán: “Y vino Dios a Labán arameo en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente”. (Gn 31:24)

 

En Números 12:6, se lee que “Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él”. Sin embargo, muy pocos, como Moisés tendrán el privilegio de hablar “cara a cara” con Dios, sin morir. Es decir, solo aquellos que hayan muerto en sí mismos, que hayan eliminado el Ego de sus humanas personalidades, podrán hablar frente a frente con Dios.

En Jueces, se cuenta la historia del sueño del pan de cebada por uno de los israelitas y la captura del campamento de Madián a manos de Gedeón: “Cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó. Y su compañero respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento. Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos”. (Jue 7:13-15)

  1. finalmente, en la primera de Reyes, se narra el diálogo que en sueños tuvo Salomón con Jehová.

“Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos. E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar. Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día. Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio,  he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días. Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos”. (1ª. R 3:3-15)

En el Nuevo Testamento, también hay pasajes relativos a los sueños premonitorios, de sueños en los que se orienta la toma de decisiones o se advierte de peligros inminentes que urge evitar. En el Evangelio de Mateo, José piensa que María le engañó al quedar en cinta y el ángel en sueños le aclara el asunto: “he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados… Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer”. (Mt 1: 20,21, 24) Asimismo, en Mateo se lee que los reyes magos fueron avisados en sueños de no volver al rey Herodes: “Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”. (Mt 2:12) También en sueños, un ángel avisa a José de que debe huir a Egipto ante la inminente muerte de los inocentes: “Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo”. (Mt 2:13 Tiempo después un ángel avisa a José que ya puede regresar de Egipto a Galilea: “Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea”. (Mt 2:19-22)

También, del Nuevo Testamento, es célebre el versículo de la Pasión del Señor, cuando Pilatos, estando sentado en el tribunal, “su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con este justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él”. (Mt 27:19) No se dice nada más en el relato bíblico de porqué la mujer sufre en sueños por la tortura y muerte de Jesús. Ni el nombre de la esposa de Poncio Pilatos, ni si fue por algún sueño premonitorio, pesadilla o compasión que pronunció esa advertencia. Sin embargo, por la tradición cristiana y por un texto apócrifo: “Las cartas de Pilatos”, se sabe que se trata de Claudia Prócula; de quien, se dice en las cartas de Pilatos a Tiberio, que era nieta del emperador. En otro texto apócrifo, “El Evangelio de Nicodemo” se entrevé que Claudia, lo que tuvo fue una revleación en sueños: “Viendo esto, Pilatos quedó sobrecogido de espanto y comenzó a agitarse en su asiento. Y, cuando pensaba en levantarse, su mujer, llamada Claudia Prócula, le envió un propio para decirle: No hagas nada contra ese justo, porque he sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él.
Pilatos, que tal oyó, dijo a todos los judíos: Bien sabéis que mi esposa es pagana y que, sin embargo, ha hecho construir para vosotros numerosas sinagogas. Pues bien: acaba de mandarme a decir que Jesús es un hombre justo y que ha sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él. Mas los judíos respondieron a Pilatos: ¿No te habíamos dicho que era un encantador? He aquí que ha enviado a tu esposa un sueño”.

José y los sueños

Entre los pasajes de la Biblia dedicados al significado oculto de los sueños, el más conocido es el de José y su gran capacidad para interpretarlos. Entre los capítulos 37 y 41 del libro de Génesis, se narran los prodigios de José, uno de los doce hijos de Jacob. José y Benjamín fueron los dos hijos que Jacob tuvo con Raquel. Ya en su adolescencia tenía sueños proféticos en los que se le anunciaba que sus restantes hermanos y su padre se postrarían ante él y reinaría sobre ellos. En uno de esos sueños, ve como el Sol, la Luna y once estrellas se inclinan ante su presencia.

 

Pero, detrás de todos esos relatos se encuentra la enseñanza que para desarrollar la capacidad interpretativa de los sueños, se requiere de una conducta recta: recta manera de pensar, recta manera de sentir, recta manera de actuar; entre otras cualidades; pero especialmente, la castidad. Así se entrevé en el relato en el que José no aceptó dormir con la mujer de su amo, Potifar y prefirió la cárcel antes que desviarse de su camino de realizaciones espirituales. Es una lástima que en muchas versiones de la Biblia, se haya perdido un detalle, aparentemente irrelevante, relativo a Potifar, “el eunuco de faraón”, como si se lee en la “Septuaginta” o la Biblia de los setenta (Gn 39:1 –Septuaginta versión de Jünemann). El significado esotérico de “eunuco” es el de hombre casto. Solo así se entiende que Potifar haya tenido esposa.

Ya en la cárcel, tiene la oportunidad de interpretar los sueños de dos eunucos siervos del Faraón: el panadero y el copero reales, no sin antes preguntar: ¿No son de Dios las interpretaciones? En Bereshit (Génesis, en la Torah, la versión hebrea del Pentateuco) hay una ligera variante en el texto, muy oportuna por cierto: “¿No pertenecen las interpretaciones a Elohim?”. Elohim en hebreo antiguo es una palabra plural, que significa: “dioses y diosas”.

Los vaticinios de José se cumplieron tal como lo profetizó: el copero salió libre al tercer día y el panadero fue ejecutado.  No se puede negar que detrás de la historia del copero y del panadero, hay más simbología oculta: “en la cárcel del dolor no tenemos más consuelo que el pan y el vino de la transubstanciación” (SAW).

Los sueños de Faraón son por demás extraordinarios. En el primero sueña que siete vacas flacas y de feo aspecto devoran a siete vacas gordas y hermosas a la vista. En el segundo, sueña que siete espigas menudas, marchitas y abatidas, devoran a siete espigas gruesas y llenas. Cuando Faraón dice a José “he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos”, este responde que: “No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón”. Indudablemente se requiere de una persona sabia y prudente en la que “esté el espíritu de Dios” para interpretar adecuadamente los sueños y acatar sus designios. Al desentrañar esos pasajes de las Sagradas Escrituras se va encontrando el medio para la adecuada interpretación de los símbolos ocultos en un sueño: algún grado de preparación espiritual, de congruencia entre lo que decimos y lo que somos, es decir, conducta recta, cierta preparación o conocimiento del código de interpretación, intuición, aprender a escuchar la voz del corazón y reconocer que es el Ser, el dios interior quien da las respuestas y propiciar la revelación mediante la oración, pidiendo al Padre interno, a dios dentro de sí mismo que dé la respuesta.

Daniel y la interpretación de los sueños

En el libro de Daniel, se explica con más detenimiento las cualidades necesarias para aprender a interpretar los sueños. Se dice en la Biblia que a Daniel, Dios le dio conocimiento e inteligencia en todas las ciencias y letras y que tuvo entendimiento en toda visión y sueños. “Fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas”. Se dice además que en Daniel, moraba “el espíritu de los dioses santos” y a quien ningún misterio se le esconde. En dicho libro, se narran los sueños de Nabuconodosor, quien puso en verdaderos apuros a todos los sabios de Babilonia ya que al requerir de ellos la interpretación de un sueño que había tenido, ellos le indicaron que necesitaban que les contara el sueño para lograr interpretarlo. Sin embargo, el rey objetó indicando que lo había olvidado. Y ante la imposibilidad de poder descifrar el sueño y su significado, la sentencia de Nabuconodosor fue terrible: mandó a matar a todos los sabios de Babilonia, incluidos Daniel y demás sabios judíos secuestrados en Babilonia en dicha ciudad.

 

Daniel muestra sabiduría y prudencia y junto con sus amigos ora al cielo pidiendo misericordia de Dios sobre dicho misterio y así el secreto le fue revelado en visión de noche. Profundas son las palabras de Daniel al respecto: “Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. 23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos (Daniel 2:20-23). También afirma: “hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios”. (Daniel 2:28). A continuación, Daniel da a conocer el sueño del rey relacionado con una imagen gigantesca, cabeza de oro, pecho y brazos de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido; hasta que una piedra hirió los pies de la imagen y la desmenuzó. Luego viene la interpretación de Daniel relativa a los reinos sucesivos de Babilonia y Persia.

Otro sueño de Nabuconodor fue aquel en el que vió en sueños un árbol gigantesco cuya copa llegaba hasta el cielo y que podía verse desde todos los confines del mundo y que con él, el designio de un vigilante del cielo que ordenaba habría de ser cortado y derribado. Entonces, Daniel quedó atónito durante una hora y finalmente explicó al rey que el sueño anunciaba el fin de su reinado, hasta que logra recuperarlo cuando recupera la cordura.

Ya en el reinado de Belsasar, Daniel tuvo un sueño extraordinario, en el que cuatro vientos libran batalla en el mar y cuatro bestias grandes subían desde el mar. Una bestia tenía forma de león con alas de águila que al perder las alas, se alzó como hombre y adquirió corazón humano. Una segunda bestia, con forma de oso que llevaba tres costillas entre los dientes y con orden de devorar mucha carne. La tercera bestia con forma de leopardo con cuatro cabezas y con cuatro alas de ave en sus espaldas. La cuarta bestia “espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos”. (Daniel 7:7). Mientras se divisaba tal imagen, “otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas”.

Daniel sigue narrando el sueño con las siguientes palabras, indicando que en la visión, apareció el Anciano de los días y el Hijo del hombre. En su interpretación, asocia las bestias con cuatro reyes en la Tierra. Del cuarto reino surgirán diez reyes y detrás de estos, se erigirá uno diferente que vencerá a tres reyes más.

Posteriormente, está la visión que tiene Daniel para los tiempos del fin. Ve un macho cabrío con un cuerno notable entre sus ojos y que derriba a un carnero de dos cuernos que se encontraba junto a la ribera de un río, le quiebra los dos cuernos. Posteriormente, el cuerno del macho cabrío fue quebrantado y en su lugar aparecieron cuatro cuernos nuevos orientados hacia los cuatro vientos. Luego surgió un cuerno pequeño que creció y se engrandeció hasta los cielos.

La pérdida de la revelación por sueños

En varios pasajes de la Biblia, se narra que también es posible perder la capacidad de recibir sueños proféticos o de interpretarlos adecuadamente: En la primera de Samuel, se lee que el rey Saúl consultaba a Dios y esperaba que este le respondiera a través de los sueños; pero Dios ya no le respondía: “Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas. Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación”. (1 S 28:6-7). Desesperado Saúl por no recibir el conocimiento por revelación, ni por ningún oráculo sagrado, ni por boca de profeta, comete el error de apoyarse en la adivinación.

 

Al consultar a la adivina, este le invoca a Samuel quien le recuerda los motivos por los cuales ya no es merecedor de recibir los oráculos sagrados: “Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere. Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto. La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel. Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. Él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia. Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?  Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. (1 S 25:8-17)

En Isaías 29, se narra acerca de la ceguera e hipocresía de Israel, por lo que Jehová cierra los ojos a los profetas y pone velo en la cabeza de los videntes porque el corazón de los hombres se ha alejado de él. Lo mismo se lee en Jeremías 23 y 29 en donde Jehová advierte contra los que anuncian sueños mentirosos

Los sueños en la cultura clásica

En la Odisea, una de las grandes novelas épicas de Homero, se narran los sueños de Penélope esperando a su amado Odiseo (Ulises). En uno de ellos, se narra que mientras Penélope duerme, la diosa Atenea le envía en sueños a una mujer para que le dé esperanzas contándole que su amado ya va de regreso al hogar. En el canto XIX (Homero, 548 y 549), Ulises, disfrazado de mendigo anciano, escucha a Penélope contarle un interesante sueño profético en el que veinte gansos comían en su casa trigo remojado, hasta que llegó una gran águila que les rompió el cuello y mató a todos. En la conversación, Penélope, explica que “dos son las puertas de los débiles sueños: una construida con cuerno, la otra con marfil. De estos, unos llegan a través del bruñido marfil, los que engañan portando palabras irreali­zables; otros llegan a través de la puerta de pulimentados cuer­nos, los que anuncian cosas verdaderas cuando llega a verlos uno de los mortales”. Esta explicación, fue retomada tiempo después por Platón en su Diálogo:

“Y la prudente Penélope comenzó a hablar entre ellos: «Forastero, solo esto te voy a preguntar, poco más, que va a ser pronto la hora de dormir para aquel de quien el sueño se apodere dulcemente, aun estando afligido. A mí me ha dado un dios una pena inmensa, pues durante el día, aunque me la­mente y gima, me complace atender a mis labores y las de las esclavas en el palacio, pero luego que llega la noche y el sueño las invade a todas, yazco en el lecho mientras agudas angustias inquietan sin cesar mi agitado corazón…»

«Conque, vamos, interprétame este sueño, escucha: veinte gansos comían en mi casa trigo remojado con agua y yo me alegraba contemplándolos, pero vino desde el monte una gran águila de corvo pico y a todos les rompió el cuello y los mató, y ellos quedaron esparcidos por el palacio, todos juntos, mientras el águila ascendía hacia el divino éter».

«Yo lloraba a gritos, aunque era un sueño, y se reunieron en torno a mí las aqueas de lindas trenzas, mientras me lamentaba quejumbrosamente de que el águila me hubiera matado a los gansos. Entonces volvió esta y se posó sobre la parte superior del palacio y, lla­mando con voz humana, dijo: «Cobra ánimos, hija del muy ce­lebrado Icario, que no es un sueño, sino visión real y feliz que habrá de cumplirse. Los gansos son los pretendientes y yo an­tes era el águila, pero ahora he regresado como esposo tuyo, yo que voy a dar a todos los pretendientes un destino ignominioso.» Así dijo y luego me abandonó el dulce sueño. Cuando miré en derredor vi a los gansos en el palacio comiendo trigo junto a la gamella en el mismo sitio de costumbre».

«Y le contestó y dijo el muy astuto Odiseo: «Mujer, no es posible en modo alguno interpretar el sueño dándole otra intención, después que el mismo Odiseo te ha manifestado cómo lo va a llevar a cabo. Clara parece la muerte para los pretendientes, para todos en verdad; ninguno escapará a la muerte y a las Keres.»

«Y le contestó la prudente Penélope: «Forastero, sin duda se producen sueños inescrutables y de oscuro lenguaje y no todos se cumplen para los hombres. Por­que dos son las puertas de los débiles sueños: una construida con cuerno, la otra con marfil. De estos, unos llegan a través del bruñido marfil, los que engañan portando palabras irreali­zables; otros llegan a través de la puerta de pulimentados cuer­nos, los que anuncian cosas verdaderas cuando llega a verlos uno de los mortales. Y creo que a mí no me ha llegado de aquí el terrible sueño, por grato que fuera para mí y para mi hijo».

Sócrates y los sueños

En el Diálogo titulado el Fedón, el filósofo griego Platón, narra que Sócrates se interesaba por la interpretación de sus sueños y que este, tenía un tipo de sueños recurrentes que lo exhortaba a componer música y poesía; hasta que finalmente se decidió a componer algo de poesía.

 

En la monumental obra de Platón: La república, al final de capítulo 2, apartado 382e; en palabras de Sócrates, afirma que: “La divinidad es, por tanto, absolutamente simple y veraz en palabras y en obras y ni cambia por sí ni engaña a los demás en vigilia ni en sueños con apariciones, palabras o envíos de signos”.

Al inicio del capítulo IX, específicamente, en los numerales 571 y 572 de la república, se encuentra la siguiente reflexión acerca de los deseos propios de un hombre tiránico:

-¡Y qué deseos -preguntó- son esos de que hablas?

-Los que surgen en el sueño -respondí-, cuando duerme la parte del alma razonable, tranquila y buena rectora de lo demás y salta lo feroz y salvaje de ella, ahíto de manjares o de vino, y, expulsando al sueño, trata de abrirse camino y saciar sus propios instintos. Bien sabes que en tal estado se atreve a todo, como liberado y desatado de toda vergüenza y sensatez, y no se retrae en su imaginación del intento de cohabitar con su propia madre o con cualquier otro ser, humano, divino o bestial, de mancharse en sangre de quien sea, de comer sin reparó el alimento que sea; en una palabra, no hay disparate ni ignominia que se deje atrás.

-Verdad pura es lo que dices -observó.

-Pero, por otra parte, a mi ver, cuando uno se halla en estado de salud y templanza respecto de sí mismo y se entrega al sueño después de haber despertado su propia razón y haberla dejado nutrida de hermosas palabras y conceptos; cuando ha reflexionado sobre sí mismo y no ha dejado su parte concupiscible ni en necesidad ni en hartura, a fin de que repose y no perturbe a la otra parte mejor con su alegría o con su disgusto, sino que la permita observar en su propio ser y pureza e intentar darse cuenta de algo que no sabe, ya sea esto de las cosas pasadas, ya de las presentes, ya de las futuras; cuando amansa del mismo modo su parte irascible y no duerme con el ánimo excitado por la cólera contra nadie, sino que, apaciguando estos dos elementos, pone en movimiento el tercero, en que nace el buen juicio, y así se duerme, bien sabes que es en este estado cuando mejor alcanza la verdad y menos aparecen las nefandas visiones de los sueños.

-Eso es enteramente lo que yo también creo -dijo.

-Pero nos hemos dejado arrastrar demasiado lejos; lo que queríamos reconocer era esto: que hay en todo hombre, aun en aquellos de nosotros que parecen mesurados, una especie de deseo temible, salvaje y contra ley, y que ello se hace evidente en los sueños. Mira, pues, si te parece que vale algo lo que digo y si estás conforme.

En el numeral 574 y siempre, refiriéndose al hombre tirano describe algunas características indeseables de este tipo de hombre que se expresan en sus sueños, como en el estado de vigilia.

Más adelante, en el numeral 576b; se lee:

“En cuanto al hombre más perverso. Este es, según creo, el que sea tal en vela cual lo describimos antes en sueños”.

En el Carmides, al narrar un sueño, hace referencia a un sueño narrado en la Odisea, de Homero y plantea la duda si fue pasado por cuerno o por marfil. Los sueños pasados por el marfil son engañosos y los que han pasado por el cuerno, anuncian hechos que han de verificarse.

Los sueños o revelaciones en la Eneida

En la cultura romana, también se hacen referencias a los sueños proféticos. Así, en la Eneida, se encuentra la historia del peregrinar de Eneas y los sobrevivientes troyanos de la guerra con Grecia. Cómo fueron a consultar el oráculo de Apolo en Delfos y lo interpretaron erróneamente. Antes de volver a una nueva consulta, Eneas tuvo un sueño con sus dioses penates. “Era la noche, y el sueño embargaba en la tierra a todas las criaturas, cuando se me aparecieron en sueños, iluminadas por la clara luz de la luna llena, que penetraba por mis ventanas, las sagradas efigies de los dioses y los penates frigios que traje conmigo de Troya, sacándolos de entre las llamas de la ciudad. Entonces me pareció que me hablaban así, disipando mis angustias con estas palabras: “Lo que Apolo te diría si fueses a Ortigia a consultarle te lo va a vaticinar aquí y para eso nos envía a tus umbrales. Nosotros te hemos seguido después del incendio de Troya, a ti y a tus armas, y contigo y en tus naves hemos surcado el vuelto piélago… no son éstas las playas a que el delio Apolo te persuadió que fueras, ni te mandó fijar tu asiento en Creta. Hay una gran región –los griegos le dan por nombre Hesperia- tierra antigua, poderosa en armas y rica en frutos, poblada en otro tiempo por los enotrios; ahora es fama que sus descendientes la llaman Italia, del nombre de su caudillo. Allí tenemos nuestras moradas propias, de allí procede Dárdano y nuestro ascendiente Iaso, de quien desciende el linaje troyano”.

 

Artemidoro de Daldis o de Efeso

 

Es el autor del estudio más antiguo que se conozca sobre la onirocrítica: Oneirocriticón o la Interpretación de los sueños. Se dice que nació en Efeso, pero se trasladó a Daldis (Lidia) a mitad del siglo II de nuestra Era. Silvia Cruz Lapeña, en su obra: “Interpretación de los sueños, explica que: “Según Artemidoro, hay dos tipos de sueños, los especulativos y los alegóricos. Los primeros se refieren a la inmediatez y no requieren de interpretación: un hombre se queda dormido durante un vuelo y sueña con que el avión cae al mar; el hombre se despierta sobresaltado por la pesadilla y se da cuenta de que la nave está, en efecto, cayendo en picado. Obviamente, este ejemplo es válido únicamente para los que vivimos en el siglo XXI, pero nos sirve para dar una idea cercana de qué era un sueño especulativo para Artemidoro.

De la historia de Roma, es famosa la trágica muerte de César y los idus me marzo, que según los historiadores, corresponden al 15 de marzo. Indro Montanelli, en su Historia de Roma, narra que “Aquella noche, César cenaba en casa de algunos amigos. Según la costumbre de los anfitriones romanos, propuso un tema de conversación: «¿Qué muerte preferiríais?» Cada cual se pronunció por un fin rápido y violento. El día siguiente, por la mañana, Calpurnia le dijo que había soñado con él cubierto de sangre y le rogó que no fuese al Senado”. Narra también el historiador que “Por la calle un quiromante le gritó que se guardase de los idus de marzo. «Ya estamos en ellos», respondió César. «Pero no han pasado», replicó el otro”.

El Psicoanálisis y los sueños

El Psicoanálisis, Freud y los sueños. En la obra: “Los textos fundamentales del psicoanálisis”[1], una selección de textos de Freud elaborada por Anna Freud, hija del gran psicoanalista, se lee que Freud cita a Schubert para quien “el sueño sería la liberación del espíritu del poder de la naturaleza exterior, un desligamiento del alma de las cadenas de los sentidos” (Freud, 110). En dicha obra, Freud explica que en tiempos antiguos, la interpretación de los sueños era cosa corriente. También anota que los sueños “son una propia función psíquica del durmiente” y que necesitan explicación y aún más, demandan una satisfactoria solución, aún no hallada. Algo sumamente interesante para el tema que surge de los estudios de Freud es que descubrió que la opinión popular relativa a que los sueños tienen algún sentido desconocido, está más cerca de la verdad que, en su tiempo, la opinión médica, que no le daba ningún valor. (Freud, 115)

Para este psicoanalista: del inconsciente, “son aquellas representaciones latentes de las que tenemos algún fundamento para sospechar que se hallan contenidas en la vida anímica, como sucedía en la memoria”.

La interpretación de los sueños y Carl Gustav Jung. Al igual que Freud, Jung también estuvo interesado en elaborar un método de análisis e interpretación de los sueños con finalidad terapéutica. Jung, estudió sus sueños desde la niñez. Fue el primer psicólogo moderno en creer que los sueños eran creativos y relevantes al comprender acontecimientos de la vida. Jung creía firmemente en que lo que ocurre en la psique, es absolutamente real en la persona que ha tenido el sueño. Jung, curó casos de enfermedades psicológicas, escuchando los sueños de sus pacientes.

Según Jung, en los sueños aparecen a menudo diversos arquetipos. Para Jung, los arquetipos, son las imágenes oníricas (relativas al sueño) ancestrales y autónomas correlacionadas con motivos universales presentes en mitos, leyendas y las religiones universales. Son constituyentes de lo que él denominó: el inconsciente colectivo. Jung decía que el inconsciente corresponde todo lo que sé, pero que ahora no estoy pensando. Todo lo que alguna vez estuve consciente una vez, pero me he olvidado. Todo lo que mis sentidos perciben, pero ahora no me doy cuenta. Todo lo que involuntariamente, pero sin prestar atención, pienso, siento, recuerdo, deseo y hago. Todas las cosas del futuro que se están formando dentro de mí y algún día llegarán al consciente. Hay niveles y niveles en el inconsciente. Hay capas sucesivas del inconsciente que se pierden en la historia. Es un contenido universal, de ocurrencia regular, inherente a todos los humanos, mezcla de instintos y arquetipos. No somos realmente distintos a como éramos en el pasado.

Para Jung hay dos tipos de inconsciente: el personal y el colectivo. Ambos influyen en los sueños. En primer lugar, está el inconsciente personal, que constituye la memoria individual y profunda de la persona. Contiene las vivencias y experiencias individuales, los pensamientos (incluso los olvidados), las sensaciones, los deseos y las proyecciones a acciones futuras. En segundo lugar, está el inconsciente colectivo, que se construye a partir de los símbolos y conceptos universales, comunes a todos los seres humanos. Son los instintos, los mitos, la cultura, las religiones, la historia, etc. Jung llamó “arquetipos” a este conjunto de imágenes y representaciones universales.

Para Jung, lo “que llamamos símbolo es un término, un nombre o aun una pintura que puede ser conocido en la vida diaria aunque posea connotaciones específicas además de su significado corriente y obvio” (Jung, El hombre y sus símbolos, 14). Explica además, que: “hay objetos, tales como la rueda y la cruz, que son conocidos en todo el mundo y que tienen cierto significado simbólico bajo ciertas condiciones… Así es que una palabra o una imagen simbólica cuando representa algo más que su significado inmediato y obvio. Tiene un aspecto «inconsciente» más amplio que nunca está definido con precisión o completamente explicado. Ni se puede esperar definirlo o explicarlo”. (Jung, 14) Para Jung, todas las religiones emplean símbolos y que de manera individual, “el hombre también produce símbolos inconsciente y espontáneamente en forma de sueños” (Jung, 15). Hay innumerables fenómenos y sucesos de los que no tenemos una percepción consciente, se quedan en las diferentes capas o niveles del inconsciente. Para Jung, “Por regla general, el aspecto inconsciente de cualquier suceso se nos revela en sueños, donde aparece no como un pensamiento racional sino como una imagen simbólica”. (Jung, 17)

A criterio de Jung, afirmar que el ser humano tiene un conocimiento total de la psique, sería tan falso como afirmar que el ser humano tiene el conocimiento de todo lo que se debe saber en el Universo.

El inconsciente colectivo, se comprende en la concepción multidimensional del espacio. Es así como se encuentra en el mundo astral (la quinta dimensión o mundo de los vivos y de los muertos) y en las supra e infradimensiones del espacio.

Para Jung, Cinco arquetipos, tienen una importancia mayor; son: la máscara, es decir, la persona, (la personalidad [el contenido, lo aprendido, la educación, los hábitos, las costumbres y tradiciones, el carácter]); la sombra, que agrupa a todo lo que un hombre (o una mujer) no quiere que se conozca de él (de ella), lo que se resiste a tomar conciencia. (los defectos de carácter, los malos recuerdos, las angustias, las experiencias dolorosas, los elementos indeseables de conducta, etc.) También, entre los arquetipos, se encuentran los principios masculinos y femeninos (el animus y el ánima), el sí mismo (la Esencia, envuelta en el Ego) y el Ser, el Espíritu, asociado a figuras ancestrales de autoridad: magos, sacerdotes, monjes, patriarcas, etc.

Para Jung, los sueños son la fuente más frecuente y universalmente accesible para la investigación de la facultad simbolizadora del hombre (El hombre y sus sueños, 25)

Según Jung, a diferencia de Freud, las imágenes del sueño no esconden un deseo insatisfecho, sino que revelan significados profundos. No están generadas necesariamente por un conflicto interno. Jung tiene un planteamiento más constructivo que Freud, en cuanto cree que el sueño tiene una función compensadora y educativa.

La simbología de los sueños

El Buda Maitreya explica en Doctrina Secreta de Anahuac,  que “Muchos sueños se refieren al lugar donde estamos es el mundo interior invisible desde el cual surgen las diversas circunstancias de la vida. El lenguaje de los sueños es  exactamente comparable al lenguaje de las parábolas”.

Aquellos que interpretan todo literalmente piensan que el Sembrador del Evangelio Crístico salió a sembrar y que la semilla cayó en pedregales, etc., etc., etc., más no entienden el sentido de tal parábola porque este, en sí mismo, pertenece el lenguaje simbólico del centro emocional superior.

No está de más recordar que todo sueño, por absurdo o incoherente que este sea, tiene algún significado pues nos indica no solo el centro psíquico al cual se halla asociado sino, también, al estado psicológico de tal centro.

Muchos penitentes que presumían de castos, cuando fueron sometidos a pruebas en los mundos internos, fallaron en el centro sexual y cayeron en poluciones nocturnas. En el adepto perfecto los cinco centros psíquicos: intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual, funcionan en plena armonía con el infinito.

¿Cuáles son los funcionalismos mentales durante el sueño? ¿Qué emociones nos agitan y conmueven? ¿Cuáles son nuestras actividades fuera del cuerpo físico?¿Qué sensaciones instintivas predominan? ¿Hemos tomado nota de los estados sexuales que tenemos durante el sueño?

Debemos sincerarnos con nosotros mismos. Con justa razón dijo Platón: «El hombre se conoce por sus sueños». La cuestión del funcionalismo equivocado de los centros es un tema que exige un estudio de toda la vida, a través de la observación de sí mismo en acción y del examen riguroso de los sueños.

La yoga del sueño

Sigue explicando el maestro que “Aquellos aspirantes que sinceramente anhelen la experiencia mística directa, incuestionablemente deben comenzar con la disciplina del yoga del sueño. Se debe ser exigente consigo mismo y aprender a crear condiciones favorables para el recuerdo y comprensión de todas esas experiencias íntimas que siempre ocurren durante el sueño. Antes de acostarnos para el descanso de los afanes y fatigas del diario vivir, conviene poner la debida atención al estado en que nos encontramos. Los devotos, que debido a las circunstancias llevan vida sedentaria, nada pierden y mucho ganan su antes de acostarse realizan un paseo corto a paso vivo y al aire fresco; tal paseo aflojará sus músculos. Sin embargo, conviene aclarar que jamás debemos abusar de los ejercicios físicos; necesitamos vivir armoniosamente. La cena, merienda o comida final del día, debe ser ligera, libre de manjares pesados o estimulantes, evitando cuidadosamente el ingerir elementos que puedan desvelarnos, quitarnos el sueño”.

 

“La forma más elevada de pensar es no pensar. Cuando la mente está quieta y en silencio, libre de los afanes del día y de las ansiedades mundanas, se encuentra entonces en un estado ciento por ciento favorable para la práctica del yoga del sueño. Cuando realmente trabaja el centro emocional superior concluye, aunque sea por breve tiempo, el proceso del pensar. Es evidente que el mencionado centro entra en actividad con la embriaguez dionisíaca. Tal arrobamiento se hace posible al escuchar con infinita devoción las sinfonías deliciosas de un Wagner, de un Mozart, de un Chopin, etc”.

“La música de Beethoven, muy especialmente resulta extraordinaria para hacer vibrar intensivamente al centro emocional superior. En ella encuentra el gnóstico sincero un inmenso campo de exploración mística, porque no es música de forma sino de ideas arquetípicas inefables; cada nota tiene su significado; cada silencio una emoción superior. El yoga del sueño resulta extraordinario, maravilloso, formidable; sin embargo, suele ser muy exigente”.

“La recámara debe estar siempre muy bien perfumada y ventilada, mas no inundada con el sereno frío de la noche. Después de una detallada revisión de sí mismo y de la recámara en la que hemos de dormir, el gnóstico debe examinar su cama. Si observamos cualquier brújula, podemos verificar por nosotros mismos que la aguja se orienta hacia el norte. Incuestionablemente, es posible aprovechar conscientemente esa corriente magnética del mundo que fluye siempre de Sur a Norte. Orientemos el lecho en forma tal que la cabecera quede siempre hacia el Norte; así podremos usar inteligentemente la corriente magnética indicada por la aguja. El colchón no tiene que ser exageradamente duro ni tampoco demasiado blando, es decir, tiene que tener una elasticidad tal que en modo alguno afecte a los procesos psíquicos del durmiente. Los resortes chillones o una cabecera que cruja y gima al menor movimiento del durmiente, constituyen un serio obstáculo para estas prácticas”.

“Se colocan debajo de la almohada un cuaderno o libreta y un lápiz, de modo tal que se les pueda encontrar fácilmente en la oscuridad. Las ropas de cama deben ser frescas y muy limpias; debe perfumarse la funda de la almohada con nuestra fragancia preferida. Después de cumplir con todos estos requisitos, el asceta procederá a dar el segundo paso de esta disciplina esotérica. Se meterá en su lecho y, habiendo apagado las luces, se acostará en decúbito dorsal, es decir, sobre sus espaldas, con los ojos cerrados y las manos sobre el plexo solar”.

“Se quedará completamente quieto durante algunos instantes y, después de haberse aflojado o relajado totalmente, tanto en lo físico como en lo mental, se concentrará en Morfeo, el dios del sueño. Incuestionablemente, cada una de las partes aisladas de nuestro Real Ser ejerce determinadas funciones, y es precisamente Morfeo (no se confunda con Orfeo) el encargado de educarnos en los misterios del sueño”.

“Sería algo más que imposible trazar un esquema del Ser; empero, todas las partes espiritualizadas, aisladas, de nuestra presencia común, quieren la perfección absoluta de sus funciones. Cuando nos concentramos en Morfeo, este se alegra por la brillante oportunidad que le brindamos. Es urgente tener fe y saber suplicar. Nosotros debemos pedirle a Morfeo que nos ilustre y despierte en los mundos suprasensibles. A esta altura comienza a apoderarse del gnóstico esoterista una somnolencia muy especial, y entonces adopta la postura del león”.

«Echado sobre su costado derecho, con la cabeza apuntando hacia el Norte, recoge las piernas hacia arriba lentamente hasta que las rodillas queden dobladas. En esta posición la pierna izquierda se apoya sobre la derecha; luego coloca la mejilla derecha  sobre la palma de la mano derecha y deja que el brazo izquierdo descanse sobre la pierna del mismo lado».

“Al despertar del sueño normal no debemos movernos, porque es claro que con tal movimiento se agitan nuestros valores y se pierden los recuerdos. Indubitablemente, el ejercicio retrospectivo se hace indispensable en tales instantes, cuando deseamos recordar con entera precisión todos y cada uno de nuestros sueños”.

“El gnóstico debe anotar muy cuidadosamente los detalles del sueño o sueños en la libreta o cuaderno que colocó debajo de la almohada para este propósito. Así podrá llevar un record minucioso sobre su progreso íntimo en la yoga del sueño”.

“Aunque solo quedaren en la memoria vagos fragmentos del sueño o sueños, estos deben ser cuidadosamente registrados. Cuando no ha quedado nada en la memoria, debe iniciarse el ejercicio retrospectivo con base en el primer pensamiento que hayamos tenido en el instante preciso del despertar; obviamente, aquél se encuentra asociado íntimamente al último sueño. Necesitamos aclarar solemnemente que el ejercicio retrospectivo se inicia antes de haber retornado totalmente al estado de vigilia, cuando aún nos encontramos en estado de somnolencia tratando de seguir conscientemente la secuencia del sueño. La práctica del mencionado ejercicio se comienza siempre con la última imagen que hubiéramos tenido instantes antes de regresar al estado de vigilia”.

“Terminaremos este capítulo afirmando solemnemente que no es posible pasar más allá de esta parte relacionada con la disciplina del yoga del sueño a menos que hayamos logrado la memoria perfecta de nuestras experiencias oníricas. Indubitablemente, resulta urgente repasar mensualmente nuestro cuaderno o libreta de notas con el propósito de verificar por nosotros mismos el progresivo adelanto de la memoria onírica”.

“Cualquier posibilidad de olvido debe ser eliminada. No debemos continuar con las prácticas subsiguientes en tanto no hayamos logrado la memoria perfecta”. En este sentido, es de resaltar que, en la actualidad, es lamentable la pérdida de la memoria onírica por parte de muchas personas, en especial, quienes viven en las ciudades, víctimas del trajín diario y tienen la mala costumbre de despertarse mediante la ayuda de un aparato despertador, la alarma de un reloj o del teléfono celular. Al sonar la alarma, al instante que se despiertan, se mueven o ponen de pie para apagar la alarma y los recuerdos desaparecen. Quien durante años ha realizado esta rutina, ha perdido irremediablemente su memoria onírica. Ha de trabajar muchísimo con el ejercicio retrospectivo y a condición de abandonar el uso de las alarmas y relojes despertadores para recuperar la memoria onírica. También es aconsejable la oración, en especial a su madre divina a Morfeo y al apóstol Felipe para que trabajen reparando las conexiones dañadas entre el cuerpo físico y los cuerpos internos..

Resultan particularmente interesantes aquellos dramas que parecen salir de otros siglos o que se desarrollan en medios o ambientes que nada tienen que ver con la existencia de vigilia del soñador.

Hay que estar en estado de alerta percepción, alerta novedad, y poner muy especial atención al estudio de los detalles que incluyen cuestiones específicas, pláticas, reuniones, templos, actividades inusitadas con otras personas, etc., etc., etc.

Logrado el desarrollo íntegro de la memoria onírica, eliminada ya cualquier posibilidad de olvido, el proceso de simbolización abrirá el camino de la revelación. A la ciencia básica de la interpretación de los sueños debemos buscarla en la ley de las analogías filosóficas, en la ley de las analogías de los contrarios y en la ley de las correspondencias y de la numerología.

La numerología, se refiere específicamente al significado astral de los números. Cada número tiene su correspondiente significado. Recuérdese que el número es santo y es infinito. Por eso en Salmos 119 (el más largo de la Biblia), cada capítulo se relaciona directamente con una letra del alefbet (alfabeto hebreo). Cada letra y su correspondiente número tiene un significado.  En Cábala, todos los números se reducen a 22. De esta manera, si aparece un número mayor, por ejemplo 2017, este se suma en sus valores absolutos. Se suma 2 + 0 + 1 + 7 = 10 y se busca el significado del número 10.

 

A continuación las 22 letras y sus correspondientes significados cabalísticos:

 

  1. Alef. Kéter. El poder equilibrador. El Mago del primer arcano del Tarot, cuyo jeroglífico primitivo está representado por un hombre.
  2. Bet.. Chokmah. La sabiduría. La Papisa del Tarot. La sabiduría oculta, la Sacerdotisa. La segunda carta del Tarot. La Luna, primitivo jeroglífico, es la boca del hombre.
  3. Guímel. Binah. La inteligencia. Planeta Venus, tercera carta del Tarot, la Emperatriz. El Símbolo primitivo es una mano en actitud de agarrar.

Estos tres Sephirotes son la corona sephirótica. Luego los siete Sephirotes inferiores van en el orden siguiente:

  1. Dálet. Chesed. Júpiter. El ser divino, Atman. Jeroglífico primitivo: Un seno. La cuarta carta del Tarot: La misericordia. La lámina del Emperador.
  2. He. Geburah. El rigor. La quinta carta del Tarot. El Papa , el jerarca o el Hierofante del Tarot. Marte, el guerrero de Aries.
  3. Vau. Thipereth. Venus de Tauro. La belleza, el amor del espíritu santo, el cuerpo búddhico del hombre. La sexta carta del Tarot. El Enamorado, la indecisión.
  4. Zain. Hod. Mercurio de Géminis. El carro del Tarot. La carta séptima y la Eternidad del todo. El triunfo.
  5. Chet. Netsah. La Justicia del arcano. La carta octava del Tarot; Saturno: La Victoria.
  6. Tet. Jesod. El Sol de Leo. La novena carta del Tarot. El Ermitaño, el eremita. El Absoluto.
  7. Yod. Malchut. El universo entero. María o Virgo. La Naturaleza. La retribución.

Estos diez Sephirotes viven dentro de nuestro ser y son nuestro sistema solar.   El Tarot está íntimamente relacionado con la Astrología esotérica y con la Iniciación, que mide el crecimiento espiritual.

  1. Caf. La persuasión
  2. Lámed. El apostolado
  3. Mem. La inmortalidad
  4. Nun La temperancia
  5. Sámec. La pasión
  6. Ayin. La fragilidad
  7. Pe. La esperanza
  8. Tsade. El crepúsculo
  9. Cof. La inspiración
  10. Resh. La resurrección
  11. Sin. La transmutación
  12. Tau. El regreso

La ley de correspondencias, nos indica que “Tal como es arriba es abajo”, de manera que si se sueña con la mamá o la abuela y ella da un mensaje, una enseñanza, esta es una enseñanza que viene de la madre espiritual, de la madre divina particular de cada quien. La ley de los contrarios se refiere a que muchas veces soñar determinada situación, anuncia su contrario. Por ejemplo se sueñan cosas dulces: caramelos o pasteles, se avecinan amarguras. La ley de las analogías filosóficas indica que los acontecimientos humanos, espirituales van conforme a la Naturaleza, están relacionados o guardan cierta proporción, que dos situaciones (una en el sueño y otra en la vida, son análogas o tienen una relación directa, que las cosas que se sueñan tienen una relación directa con nuestra vida. Si se sueña lluvia, esta anuncia llanto, dolor. Se sueña un río sucio, este se refiere a los ríos interiores, que están sucios y en consecuencia, vienen enfermedades.

Las imágenes astrales, reflejadas en el espejo mágico de la imaginación, jamás se deben traducir literalmente pues son solo representaciones simbólicas de las ideas arquetípicas y deben ser utilizadas de la misma manera que un matemático utiliza los símbolos algebraicos.

No está de más afirmar que tal género de ideas desciende del mundo del Espíritu puro.

Obviamente, las ideas arquetípicas que descienden del Ser devienen maravillosas informándonos, yo sobre el estado psicológico de tal o cual centro de la máquina, ya sobre asuntos esotéricos muy íntimos, ya sobre posibles éxitos o peligros, etc., envueltas siempre entre el ropaje del simbolismo.

Abrir tal o cual símbolo astral, tal o cual escena o figura, con el propósito de extraer la idea esencial, solo es posible a través de la «meditación del Ser lógica y confrontativa».

 

Subconsciente, inconsciente e infra consciente

 

La Psicología Gnóstica enseña que la infraconsciencia se procesa en el estado de sueño y más precisamente en determinados tipos de sueño profundo, como la embriaguez del sueño. Este es un tipo de sueño que muchas veces se asocia a fanatismo, superstición, sugestión, ignorancia, calumnias, alevosía, bajos instintos. Puede desencadenar actos violentos delictivos y hasta criminales mientras se encuentre sumergido en el sueño y no haya vuelto a la vigilia plenamente en distintas variantes de sonambulismo. Como resultado de la infraconsciencia se puede confundir la realidad con el sueño, dando origen a falsas apreciaciones que pueden inducir a errores o hasta actos delictivos.

SAW explica en Nociones fundamentales de endocrinología y crimonología que: “En la Naturaleza existe la infraconsciencia. En la infraconsciencia de la Naturaleza están depositados los recuerdos tenebrosos de toda la historia de la Tierra y de sus razas. En la infraconsciencia de la Naturaleza viven los monstruos antediluvianos. Esos son los espectros del pasado, los fantasmas de las pesadillas (…) En la infraconsciencia de la Naturaleza solo existe la fatalidad”.

Más adelante afirma el Maestro que: “El infra-consciente es un remanente tenebroso de un remoto pasado. El sabio masoquista es el pervertido sexual que puede asesinar a la mujer por puro placer sexual. La perversión sexual es infraconsciente. Los valores infraconscientes del yo psicológico constituyen los más bajos fondos animales del ser humano.

El inconsciente

 

El inconsciente es diferente y amerita un estudio más profundo. Este es un término muy ambiguo, dudoso, confuso y discutible. En los estudios gnósticos lo abordamos desde diferentes puntos de vista. En primer lugar, lo inconsciente corre muy de la mano con lo subconsciente y se procesa en los estados de vigilia y de sueño. En el inconsciente de las personas se elabora la imaginación mecánica, la fantasía y cierto tipo de imágenes que durante el estado de sueño la personalidad y el ego les dieron vida a partir de determinadas impresiones mal transformadas. Estas son imágenes parecidas a similares que la humanidad mecánica percibe diariamente, pero al ser “mal transformadas” no se digieren y tomar forma  casi real en el plano mental de la Naturaleza.

En la Psicología Gnóstica, este tipo de imágenes son denominadas: “efigies mentales”. Son imágenes mentales fabricadas por el mismo soñador. Ejemplos de este tipo de imágenes recreadas por los soñadores, son las imágenes eróticas reproducidas por la mente durante el sueño a partir de una película pornográfica. En este caso explica el Maestro Samael que: “Cuando llega a la mente una representación pornográfica, el inconsciente atrapa esa representación y con ella elabora sus conceptos de contenido”. Otro ejemplo son las supuestas escenas de adulterio de la esposa fabricadas por un marido celoso.

Otro tipo de “imágenes” producidas en el inconsciente, son las que se originan con la combinación de una imaginación desnaturalizada o ardiente fantasía, enorme lujuria o lascivia, exuberante impudicia, la fornicación en soledad u onanismo y la facultad ideoplástica. Estos son los subcubos, incubos, basiliscos y demás larvas fluídicas o “elementales” creadas por la fantasía sexual ampliamente estudiadas por Samael Aun Weor en su obra: El Misterio del Aureo Florecer, así como por Franz de Harttmann en “Los Elementales”, Charles Waldemar en “La magia del sexo” y Paracelso en “De origine morborum invisibilium Lit. III”, entre otros.

En el inconsciente actúa el poder hipnótico que ejercen las condiciones anormales de vida sobre la humanidad mecánica incluida la propaganda, los medios de comunicación y la moda, entre otros agentes que esclavizan la conciencia humana.

Por otro lado, el término inconsciente se aplica a la realidad inefable de Sat, el Dios inmanifestado, el Absoluto increado. En el capítulo XXVIII del Mensaje de Navidad 1969-1970, el Cristo de Acuario explica que: “Podemos usar tal término en forma convencional para indicar o señalar un misterio creador, algo que está mucho más allá de la conciencia. Resulta incuestionable que Parabrahman, el espíritu universal de vida trasciende a todo eso que se llama conciencia y es obvio que podemos denominarle «Inconsciente». Pero este término tan escurridizo, en el microcosmos es  lo que está más allá del despertar y de la conciencia objetiva. En este sentido, explica el Maestro que: “El vacío iluminador es el «inconsciente» (usado este último término en el sentido de algo que está mucho más allá de la conciencia.)

En este sentido Elaine Pagels, en la página 185 de su obra: “Los evangelios gnósticos” anota: “Por tal razón, este tipo de gnosticismo comparte con la psicoterapia la fascinación por el significado no literal del lenguaje, ya que ambos tratan de comprender la cualidad interna de la experiencia. El psicoanalista C.G. Jung ha interpretado el mito de la creación según Valentín como una descripción de los procesos psicológicos. Valentín cuenta cómo todas las cosas tienen su origen en la «profundidad», el «abismo», o, dicho en términos psicoanalíticos, en el inconsciente. De esta «profundidad» surgen la Mente y la Verdad y de ellas, a su vez, la Palabra (Logos) y la Vida. Y fue la palabra la que dio el ser a la humanidad. Jung lo interpretó como una crónica mítica del origen de la conciencia humana”.

Las diferentes acepciones que damos a lo inconsciente se explican en la siguiente frase del Maestro: “La inconsciencia es tinieblas y estas últimas existen en nuestro interior”. Tenemos que ir de las tinieblas a la luz, esta luz es la conciencia. Pero en el vacío iluminador y en el Inmanifestado entramos a otro tipo de oscuridad.

 

 

[1] Publicada por Altaya, Barcelona 1993

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