Gnosis en la civilización Maya (segunda parte)

La primera parte de este tema la cerramos con una cita del Popol Vuh o Popol Wuj por parte del Avatara de Acuario, Samael Aun Weor. Iniciaremos esta segunda parte, transcribiendo una cita del Popol Vuh del V.M. Huiracocha , el doctor Arnoldo Krumm Heller. En su libro: «Logos Mantram Magia«, publicado en la colección Miscelanea de la Editorial Kier. “No había –dicen- excepto el Caos, aunque cubierto majestuosamente por un cielo eterno. Sólo Dios existía, Tepiu K’ocumatz, en forma andrógina. Es decir, hombre y mujer a un tiempo, Padre y Madre a la vez, creador y criatura. De Él, salió el Huracán (voz maya que después fue llevada a los mares caribes) y que significa, para los indios antiguos, viento, soplo y palabra…”

La Cruz maya

Así como el maíz tiene enorme importancia en el esoterismo maya, la cruz ocupa también significativa importancia en la extraordinaria Civilización maya. A este respecto, muchos investigadores se han referido a la Cruz maya. Así por ejemplo, J. Enrique Ardón, en su libro: “Cuando se rompió el hilo» (la Atlántida y los Mayas) afirma que: “la realidad es que esa cruz de brazos iguales (+), que aparece en Palenque y se puede ver también en un monolito antiquísimo que se encuentra en el Museo Arqueológico de Guatemala, así como en un monolito de la Acrópolis en el Templo VI de Tikal y en una estela de “Dos Pozas”, Petexbatún (Petén) es la votánica que trajeron aquellos cultos enviados del Oriente, entre los que destacó Valum Votán como lo narra nuestra historia”.

Muy oportuno, nos parece citar el siguiente párrafo del V.M. Huiracocha en su obra ya citada: “Votan o Wotan, era el gran Dios de los antiguos alemanes, el Dios del viento, representación del Aliento divino, de que nos habla Tácito. En Rusia hay un pueblo, los Votajas, que hablan un idioma parecido al Sánscrito y que conserva voces mayas. Por eso, no es extraño que volvamos a encontrar en Yucatán y Guatemala, al Dios Votan con el mismo nombre”.

David Freídel, Linda Schele y Joy Parker en el capítulo II de su obra. “El Cosmos Maya” publicada en castellano por el Fondo de Cultura Económica, muestran un análisis formidable, relacionando la Cruz maya con la Astronomía. En las páginas 72 y 73 citan una frase de extraordinaria importancia para los estudios gnósticos: “…me había advertido que acudiera siempre a la naturaleza en busca de la fuente del simbolismo mitológico”.

Los autores citados demuestran en el contenido de su obra que en sentido astronómico la Cruz maya está formada por la Eclíptica y la Vía Láctea. Además que los animales ahí representados, son nada más y nada menos, que los animales de las constelaciones. Así por ejemplo el ave mitológica que generalmente corona la Cruz maya corresponde a Wuqub Kak’ix (Siete guacamayo) y este a su vez con la constelación de la Osa Mayor. Es significativo que esta hermosa y enorme constelación, que en Guatemala, parece un barrilete (cometa) gigante, en Europa es denominada: carro o trineo. Dicha constelación presenta siete estrellas observables a simple vista. De ahí que el Wuqub Kak’ix podría denominarse: Guacamayo de siete estrellas.

Es innegable que todas las religiones han ubicado a sus dioses y diosas en el cielo. Así por ejemplo en la Cultura clásica: diosas, dioses, héroes y mensajeros de los dioses griegos y latinos se encuentran en el firmamento. Ahí encontramos a Marte, a Venus, a Mercurio, Júpiter, Hércules y Casiopea, entre otros.

En forma similar, los mayas, también representan su mitología en el Cosmos. Los autores en mención citan a Bárbara y Dennis Tedlock autores de una de las versiones más autorizadas del Popol Wuj y coinciden con ellos en que, por ejemplo, la constelación de Géminis, para los mayas corresponde a la pareja creadora: Ixpiyacoc e Ixmucané. Sin embargo, es conveniente aclarar a la luz de la Gnosis, que no es que afirmemos que los planetas,estrellas o constelaciones, sean dioses. Los objetos astronómicos, son en realidad símbolos o representaciones didácticas de la divinidad. Aunque en todos los pueblos antiguos, el planeta Tierra por ejemplo, es considerado como un ser vivo. Por consiguiente, como todo ser vivo tiene su alma o su ánima mundi, la cual es divinal.

Francisco de Paula, García Peláez, arzobispo de Guatemala de 1846 a 1867, expuso en el primer tomo de sus “Memorias para la Historia del Antiguo Reyno de Goathemala” que en el entrecruzamiento central de la cruz de Palenque se encuentra el árbol de la vida hebraica y que dentro de este símbolo, se lee una letra T, que nos recuerda, tanto a la palabra nahua: Teocalli, como al latín Theos. García Peláez afirma que es indudable que para los mayas, igual que para los cristianos, la cruz era un símbolo sagrado. El V.M. Huiracocha en la obra citada anteriormente, afirma que: “es la Cruz, el símbolo más antiguo de la Tierra”. La cruz de Palenque y más precisamente la cruz de la que desciende el sumo sacerdote Pacal en la loza monolítica del templo de la Inscripciones en Palenque, está hecha de cañas de maiz, de milpa.

Samael Aun Weor explicó magistralmente en su obra: “Dios Pacal y el Katún trece, lo siguiente: “aparece sobre la piedra, que pesa varias toneladas y que cubre al sepulcro, una gran cruz hecha con cañas de maíz, y esto nos invita a la reflexión. Entre los mayas, así como entre los náhuas, zapotecas, toltecas, etc., el maíz es sagrado. Alegoriza o simboliza a la simiente humana. Por ejemplo, en China, la India, Japón, etc., la simiente humana está alegorizada o simbolizada por el arroz y en los pueblos cristianos de Europa y del medio Oriente, la simiente fue alegorizada o simbolizada por el trigo. La cruz hecha de caña de maíz, obviamente resulta tremendamente significativa, pues bien sabemos nosotros (los gnósticos) que la cruz es un instrumento de liberación, no únicamente de martirio. Realmente, la inserción del phalus vertical dentro del Cteis formal hacen cruz. Bien y si tal cruz es hecha de cañas de maíz, nos está indicando algo extraordinario.

Es obvio que en el Ens seminis, dentro del cual está contenido el ens virtutis del fuego, existen poderes extraordinarios. El ens seminis, o entidad del semen, o esperma sagrado del ser humano, contiene poderes místicos trascendentales, formidables, que los mayas analizaron cuidadosamente en sus estudios, no solamente en Palenque, sino en Cancún, en Chichén Itzá, etc.”. La Cruz maya, entre otros simbolismos, representa a los cuatro puntos cardinales. En cada punto cardinal, rige una representación del Dios Chac, que no es solamente el dios del agua. Es el Señor y dador de vida, el Tercer logos, el Espíritu Santo, entre los mayas.

La cruz y la piedra filosofal

Entre los mayas, cada punto cardinal, se representa con un color diferente. Los colores son: rojo, amarillo, blanco y negro. En el Popol Wuj, se hace referencia a estos cuatro colores, cuando Jun Junajpu y Wuqub Junajpu descienden al valle de Xibalbá a competir en el juego de pelota con los 9 camé, con los nueve señores del inframundo: “enseguida llegaron donde se encontraban cuatro caminos y allí sí fueron vencidos, donde se entrecruzan los cuatro caminos: un camino era rojo los otros eran un camino negro, un camino blanco; y el otro un camino amarillo. Eran cuatro caminos.” (Versión de Luis Enrique Sam Colop, Editorial Cholsamaj). Se narra en el Popol Wuj que ahí empezó la derrota de Hun Hunahpú (Jun Junajpu) y Vucub Hunahpú (Wuqub Junajpu).

Tiempo después la doncella Ixkik (Ixquic) se encuentra en Xibalbá con un árbol de morro o JÍCARO. El sagrado IAO, el Gaio, Gallo o Abraxas de los gnósticos. Una de las calabazas o morros le habla a la doncella y con un escupitajo resulta en cinta. De ahí deviene la inmaculada concepción de Hunahpú (Junajpu) e Ixbalanqué (Xbalamke).

“De pronto habló la calavera que estaba entre las ramas del árbol: -¿Qué es lo que deseas de lo que son sólo huesos, los objetos redondeados en las ramas de los árboles? Dijo la cabeza de Jun Junajpu cuando le habló a la doncella”. “-¿Los deseas? Agregó. -¡Sí, los deseo! contestó la doncella. -¡Está bien! Extiende tu mano derecha, que yo la vea, dijo la calavera. -¡Sí! Respondió la doncella, extendiendo su mano derecha hacia la calavera”.

“En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que vino a dar directamente en la palma de la mano de la doncella. Cuando ella vio la palma de su mano que examinó de inmediato ya no había saliva de la calavera en su mano”. (tomado de la versión del Popol Wuj de Sam Colop).

Resulta muy significativo que el divino redentor del mundo haya sido crucificado en el monte de la Calavera y en la Cábala hebraica se estudie el árbol de la Vida.

Los dioses principales de todas las antiguas civilizaciones nacen de inmaculadas concepciones. Hitzilopochtli entre los aztecas, Mitra entre los persas, Horus en Egipto y el niño dios de Belén, Jesucristo. La doncella Ixquic (Ixkik), tiene los mismos atributos que Cuatlicue, Isis, Devaki, Mayevi, Rea, María.

Esos cuatro colores, se relacionan con la piedra filosofal. Los mayas adoraron a la piedra de obsidiana (de color negro) y los musulmanes adoran la piedra de la Caba (de color negro). En las sagradas escrituras, se hacen muchas referencias a la piedra. En el Nuevo testamento, Jesús narra la parábola de los dos cimientos (Mt 7.24-29). En Lc 20.17, se lee: «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo». «He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa» (1 P 2.6).

Los alquimistas medievales se esforzaban por encontrar la piedra filosofal. Una vez encontrada, la esculpían con mucha dedicación a base de cincel y martillo y la sometían a fuego incesante. Al cocer la piedra, esta presentaba diferentes colores en forma sucesiva. Los colores de la piedra filosofal, eran: negro, blanco, amarillo y rojo. Estos colores, nos recuerdan la leyenda de los reyes magos. Se dice en la leyenda que hubo un rey mago de etnia negra, otro de etnia blanca y otro de etnia amarilla. También se afirma en la leyenda, que los reyes magos vestían mantos de púrpura, de color rojo.

En relación con los cuatro colores simbólicos, el Presidente fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, en el capítulo titulado: La Cruz de San Andrés, de su obra ya citada: «La Doctrina Secreta de Anáhuac, expone lo siguiente: «en Caldea, los ziggurats, generalmente torres de tres pisos, a cuya categoría perteneció la famosa Torre de Babel, estaban pintados de tres colores: negro, blanco y rojo púrpura. Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía Hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo».

«En los sagrados templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la iniciación, un maestro se acercaba a él y le murmuraba al esta frase misteriosa: !Acuérdate que Osiris es un dios negro!». «Evidentemente, este es el color específico de las tinieblas, de las sombras cumerías, el del diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunde totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo».

«Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad. Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la sangre del cordero (el fuego sexual, serán siempre vestidos con vestiduras blancas». En la tierra sagrada de los faraones, Path, el regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos».

Más adelante, el Kalki Avatar, afirma que: «el color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los reyes sagrados de las dinastías solares se sucede siempre al amarillo». Explica además el Maestro que por ese motivo, en el Viacrucis, colocan el manto púrpura (rojo) a nuestro señor el Cristo.

Volviendo al Popol Vuh, una vez han crecido Hunahpú e Ixbalanqué deciden ir a preparar el terreno para la siembra. Después de un día entero de trabajo limpiando la maleza, van a descansar a su hogar y regresan al día siguiente a continuar sus labores agrícolas. Pero al llegar al terreno de cultivo, se encuentran con la sorpresa de que la maleza ha crecido nuevamente. Como no entienden qué ocurrió, deciden regresar en la noche para acechar a los animales. Cuando aparecen los animales, intentan atraparlos, pero todos se les escapan, no logran capturarlos. Por fin logran cazar al ratón. El ratón les habla entonces del juego de pelota y vuelven al hogar a recuperar sus implementos del juego.

Este mito tiene enorme significación esotérica. Desde el punto de vista astronómico, resulta sumamente interesante la explicación que da César Augusto Coto De León en su obra: “Bajo el cielo de los mayas”. Según Coto la crecida de la maleza ocurre entre un año y otro. Después de transcurrido un año y, con el cambio de las estaciones, es natural que vuelva a crecer la maleza. Los animales, como ya se explicó anteriormente, en su significado astronómico, simbolizan a las constelaciones. La mayoría de animales se escapan porque casi todas las constelaciones, durante el año, tienen determinado número de días en el que no son visibles en el cielo nocturno. La característica de ser visibles todo el año en determinada latitud, solo la poseen las denominadas constelaciones circumpolares.

Lo más extraordinario, es que según Coto De león, en muchos pueblos mayas de Guatemala, se relaciona al ratón con la constelación de la Osa menor, Explica además Coto, que la Osa menor, es la única constelación circumpolar en Guatemala. Así explica Coto De León que la pelota, representa al planeta Tierra y que el descubrimiento del juego de pelota corresponde al descubrimiento de la redondez de la Tierra por los mayas.

Desde el punto de vista más profundo del esoterismo, la maleza, representa a las manifestaciones del Ego, es decir, de los elementos indeseables de la conducta humana, que no permiten que crezca la semilla, el maíz. Los animales representan al deseo, a los defectos de carácter. El juego de pelota tiene una significación alquimista extraordinaria. En el Popol Vuh, este juego ritual se practica en parejas: por el binario. “De dos en dos jugaban eran cuatro por todos”.

“Cuando se reunían para entretenerse en el campo de juego llegaba un halcón a observarlos. Era el mensajero de Jun Raqan, Ch ‘ipi Kaqulja Raxa Kaqulja. Ahora bien, para este halcón no quedaba lejos la Tierra no quedaba lejos Xibalba, y en un instante subía al Cielo a donde Jun Raqan” (Popol Wuj, versión de Sam Colop).

Corazón del Cielo es triuno, es una trimurti, la Trinidad. Resulta muy significativo, que en el antiguo Egipto, el halcón representa al dios Horus.

En el colosal patio de juego de pelota de Chichén Itzá aparecen esculpidos en la piedra siete jugadores. En este caso, se representa al septenario teosófico. Para los yoguis de la India y para los teósofos, el ser humano es septuble en su constitución. El ser humano, además de su cuerpo físico, posee: vitalidad, emociones, pensamientos, voluntad, conciencia y espíritu.
El juego de pelota mesoamecano, representa la lucha de los contrarios, la lucha entre las fuerzas del día y de la noche, de la luz y la oscuridad, de la vida y de la muerte.

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