Simbolos de Navidad

Belén
En uno de los evangelios apócrifos, el Protoevangelio de Santiago, se lee lo siguiente: Y habiendo llegado a tres leguas de Belén, José se volvió y vio que María estaba triste, y se dijo a sí mismo: “Tal vez lo que lleva en su vientre la hace sufrir” Y de nuevo José se volvió y vio que reía. Y le dijo: “María, ¿qué significa esto? Veo tu rostro tan pronto sonriente, tan pronto triste.” Y María dijo a José>: “Es que mis ojos contemplan dos pueblos, uno que llora y se aflige ruidosamente y, otro que se regocija y salta de alegría”. (Tomado de los evangelios de la Infancia de Cristo, textos presentados por Alexandre Micha, Editorial EDAF).
La Navidad, el nacimiento del niño Dios de Belén está rodeado de prodigios y símbolos extraordinarios. Conforme al Mito Solar, el nombre de la ciudad de Belén es profundamente simbólico. Bel, nos recuerda al dios Beleno o Belenus de la mitología celta adorado antiguamente en regiones de España, Francia, Irlanda y otras regiones de Europa. Belenus, significa brillante, resplandeciente y designa al dios de la luz, el fuego y el Sol. Algunas tradiciones afirman que los iberos denominaban al Sol con el nombre de Beleno.
Con las herramientas de la Antropología Gnóstica, Belén, también se asocia a la famosa Torre de Babel. El Presidente Fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, explica al respecto: “Bel es una raíz caldea que significa «Torre del Fuego». De manera que, propiamente dicho, «Belén» es «Torre de Fuego». ¿Quién podría ignorar que Bel es un término caldeo que corresponde, precisamente, a la Torre de Bel, la Torre del Fuego?. Así, pues, Belén es simbólico completamente”.
Explica además el Avatara en su conferencia:“El verdadero significado de la Navidad, que: El Sol físico no es más que un símbolo del Sol espiritual, del Cristo-Sol. Cuando los antiguos adoraban al Sol, cuando le rendían culto, no se referían propiamente al Sol físico. No, se le rendía culto al Sol espiritual, al Sol de la medianoche, al Cristo-Sol. Es necesario aprender a conocer los movimientos simbólicos del Sol de la medianoche. Él es quien guía siempre al iniciado, él es quien nos orienta, él es quien nos indica lo que debemos y no debemos hacer. No se trata de la adoración a un Sol físico, no, sino a lo que oculta tras ese símbolo físico. Obviamente, se adoraba al Logos Solar, al Segundo Logos. Ese Logos Solar es unidad múltiple perfecta (la variedad es unidad).

La mula y el buey
En Guatemala, tradicionalmente se adornan las representaciones del nacimiento de Cristo, los “nacimientos”, pesebres o belenes con la figura de dos animales: una mula y un buey. Ambos animales encierran un simbolismo esotérico maravilloso.
La mula es un animal estéril y el buey es eunuco, La mula viene al mundo estéril, mientras el buey fue castrado por el ser humano. Esto nos recuerda el pasaje del Evangelio “Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mt 19:12). Indiscutiblemente, entre la tradición de ubicar junto al niño a la mula y el buey, como en este pasaje del Evangelio, se encierra un simbolismo alquimista relacionado con la verdadera castidad, indispensable para que nazca Cristo en el ser humano.
Pero además, desde el punto de vista de la Gnosis, se explica que Cristo nace en medio de los animales del deseo. La tradición de otros pueblos del mundo, coloca a un burro en lugar de la mula. Así, en otro de los evangelios de la infancia de Cristo, el libro de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo y sus infancias según el pseudo Mateo, se lee lo siguiente: El tercer día después del nacimiento del dulce y sabio niño, su madre, la Virgen María, salió de la gruta. Las Escrituras que no son una fábula, dicen que entró en un establo, depósito a su hijo en un pesebre, un viejo pesebre completamente seco. El buey y el asno le adoraron y le manifestaron su respeto. Más adelante se lee en la obra citada: Entonces se cumplió la profecía anunciada por Isaías. “El buey y el asno conocieron a su Señor al que veían en el pesebre”. Se lee también en este Evangelio que se cumplió lo que profetizó Habacuc, que se reconocería a Dios porque estaría entre dos animales.

El establo
La tradición y los evangelios apócrifos hablan del niño Dios en un establo de Belén. El símbolo del establo, lo encontramos también en uno de los famosos 12 trabajos de Hércules o Heracles. La mitología griega cuenta que Augías, el rey de Elis tenía una enorme grey de vacas y bueyes, pero sus establos no habían sido limpiados en mucho tiempo. “Era esta la causa de un hedor y de una insalubridad sin igual que invadía todo el Peloponeso” (Mitología griega, Editorial Porrúa). Se lee en la obra citada que Hércules: “rompió la pared del establo en dos partes y por cada una de ella hizo entrar un río, que fueron el Alfeo y el Peneo. Inmediatamente acarrearon con toda la inmundicia. Pasó a limpiar los campos y cumplió lo que había prometido”.
Indudablemente, el establo de Belén y los establos de Augías, son la morada del deseo y se encuentran en nuestra propia psiquis. Los animales del deseo, constituyen la personificación de los elementos indeseables de nuestra conducta, la personificación de nuestros errores, el yo pluralizado, el yo de la Psicología Gnóstica. El yo psicológico, personifica al orgullo, al odio, la pereza, la ira, la lujuria, la mentira y miles y miles de defectos de carácter que posee la máquina humana.
Cristo debe nacer el corazón del ser humano auténtico para limpiar el establo de la psiquis, como lo hizo Hércules en el Peloponeso, con la fuerza de la castidad auténtica, combinando sabiamente las aguas de los dos ríos de la vida, las corrientes energéticas que en Oriente son conocidas con el nombre de Idá y Pingalá.

El pesebre:
“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento”. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. (Lc 2:6,7).
El Cristo que debe nacer en el corazón del ser humano auténtico, nace entre la paja del pesebre. La paja representa la palabra vacía, insustancial, sin fundamento, sin experiencia, sin comprobación, sin conocimiento de causa, alejada de la verdad. Cristo es la luz del mundo que nos muestra la verdad. Por eso recomienda: “Encuentra la verdad y ella te hará libre”.
La verdad no se encuentra fácilmente, tampoco se encuentra fuera de nosotros mismos, Samael Aun Weor explica que “la verdad es lo desconocido de instante en instante”. La verdad se encuentra en el conocimiento de sí, en la autognosis. Con la eliminación del yo psicológico, que es la mentira, surge la verdad. Los alquimistas medievales decían: “blanquea tu latón y quema tus libros”.

Los reyes magos y la estrella
En los evangelios canónicos se habla poco de los reyes magos que visitan al señor en Epifanía. No hablan de sus nombres, sus características o su procedencia. Sin embargo, estos datos han sobrevivido por la tradición y gracias a los evangelios de la infancia de Cristo. Así, en el libro armenio de la Infancia, se encuentra lo siguiente: “En primer lugar llegó Gaspar, rey de la India. Esparció precioso nardo, mirra, canela, cinamomo, incienso y otros aromas y esencias olorosas. Y de inmediato se expandió un perfume de inmortalidad por la cueva en la que se hallaban. Después, Baltasar, el rey de los árabes, abriendo sus opulentos tesoros, extrajo de ellos para ofrecerle al niño oro y plata, piedras preciosas, magníficas perlas y zafiros de gran valor. A su vez, Melchor, el rey de los persas, aportó mirra, áloe, muselina, púrpura y también cintas de lino”.
Mucho se ha dicho también en la tradición acerca de los colores de los reyes magos. Samael Aun Weor, en su conferencia: El verdadero significado de la Navidad, explica: Todo el simbolismo relacionado con el nacimiento de Jesús, es alquimista y Cabalista. Se dice que tres reyes magos vinieron a adorarle, guiados por una estrella. ¿Cuál es esa estrella y quiénes eran esos reyes magos? Yo les digo a ustedes que esa estrella no es otra que la del Sello de Salomón, la estrella de seis puntas, símbolo del Logos Solar. En cuanto a los tres reyes magos, éstos no existieron como personas; son únicamente, el símbolo de los colores de la Gran Obra, es decir de la Piedra Filosofal
También explica el Venerable Maestro, en el capítulo titulado La Cruz de San Andrés, de su obra: «la Doctrina Secreta de Anáhuac» lo siguiente: Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo.
En los sagrados templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la Iniciación, un Maestro se acercaba a él y le murmuraba al oído esta frase misteriosa: «¡Acuérdate que Osiris es un Dios negro!”. Evidentemente, éste es el color específico de las tinieblas, de las sombras cumerías, el del Diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunden totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo.
Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad. Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la Sangre del Cordero (el Fuego sexual), serán siempre vestidos con vestiduras blancas… En la Tierra sagrada de los faraones, Path, el Regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos.
El color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los Reyes sagrados de las Dinastías Solares se sucede siempre al amarillo… Cuando el Bendito llegó a la Tierra del color rojo, ciñó sobre sus hombros la púrpura de los Reyes divinos y resucitó de entre los muertos.”
Por esta explicación alquimista se entiende la tradición los reyes magos y sus colores distintivos: negro, blanco, amarillo y porqué todos visten la púrpura (de color rojo) propia de los reyes. Aunque, también la tradición habla de un cuarto rey mago. Es claro que el cuarto rey mago corresponde al color rojo. Por ese motivo, este último, logra conocer a Cristo hasta en su viacrucis, después de que Cristo ha sido vestido con la púrpura y ha llegado a la tierra del color rojo
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Feliz Navidad

Tradiciones de Navidad

El pasado miércoles 9 de diciembre de 2009, miembros del equipo de Gnosis Guatemala, asistieron a la conferencia: Tradiciones de Navidad que se impartió en el Movimiento Gnóstico Cristiano Guatemalteco, ubicado en la 3a. avenida 11-43, zona 1 de la ciudad de Guatemala.

La conferencia forma parte del Ciclo de Conferencias de Navidad programado por este centro de estudios gnósticos de Guatemala. Permiten a la persona interesada en los estudios gnósticos, obtener una explicación amplia del significado de la fiesta de Navidad, desde el punto de vista de la Gnosis

En el tema desarrollado, se hizo una amplia y clara exposición de diferentes símbolos asociados a las tradiciones navideñas, en especial, las que corresponden al período denominado Adviento por los cristianos.

De acuerdo con lo que afirman muchos historiadores, esta tradición se originó en los pueblos nórdicos para anunciar el próximo acontecimiento del Mito Solar y el Drama cósmico, el esperado advenimiento del Sol, días después del Solsticio de Invierno. Es indudable que el nacimiento de Cristo tiene enorme relación con la noche más larga y los primeros rayos del Sol en el extremo norte del mundo a finales de diciembre.

La Corona de Adviento.
Entre el simbolismo esotérico que se encuentra detrás de esta tradición, aparece en primer lugar: el pino, del que sus ramas, generalmente forman esta significativa corona. El Venerable Maestro Samael Aun Weor, en su obra: Rosa Ignea, explica la siguiente relación entre el pino y la mente: El Pino es el árbol de Acuario. El pino es el árbol de la Nueva Era. El pino es signo del pensamiento acuariano. El Pino es el árbol de Navidad. El Pino es el árbol del Niño Dios. Debemos reconquistar la infancia perdida. El Pino es el símbolo de la mente de la Nueva Era.

Además, el pino cónico, nos da la imagen bidimensional del triángulo que representa a las Tres Fuerzas Primarias de la Naturaleza y del Cosmos, La Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, a la Trimurti hindú: Brahma, Vishnú y Shiva, la divina trilogía egipcia: Osiris, Horus e Isis. También representa a la Trinidad Maya: Itzamná, Kukulkán e Ixchel.

Los tres principios creadores en la aurora de del Día Cósmico son reconocidos en todas las civilizaciones antiguas. Corresponden a las fuerzas: positiva, negativa y neutra de la Naturaleza.
Cabalísticamente, la Corona de Adviento, nos recuerda a la Corona Sephirótica, los tres primeros sephirotes de la Cábala hebraica: Keter, Chocmah y Binah. Nuevamente, encontramos a los tres principios creadores. La corona, simboliza también el Círculo Gnóstico que explica las leyes de retorno y recurrencia : El principio es igual al final, más la experiencia del ciclo. Asimismo representa al Binario serpentino, al doble significado de la serpiente, en especial, Kundalini, la serpiente ígnea de los mágicos poderes.

A este respecto, conviene trasladar la siguiente explicación que da el Kalki Avatar, Samael Aun Weor en el capítulo titulado precisamente: El Binario serpentino, de su obra: «La Doctrina Secreta de Anahuac»: Binarios serpentinos, ya danzando exóticamente debidamente enroscados en la mística figura del Santo Ocho, ya en forma encadenada formando círculo al estilo maya, etc., nos están indicando algo misterioso, extraordinario y mágico. No está de más en este Tratado citar enfáticamente al doble carácter esotérico de la serpiente. Distíngase entre la serpiente tentadora del Edén y la Serpiente de bronce que sanaba a los israelitas en el desierto; entre la horripilante Pitón que se arrastraba entre el lodo de la tierra y que Apolo, irritado hirió con sus dardos y esa otra que ascendía por la vara de Esculapio, el Dios de la Medicina.

Los cuatro cirios de la Corona de Adviento, nos recuerdan el Arcano cuatro de la Cábala, al santo Tetragrammatón, el Nombre Sagrado del Eterno, las cuatro letras hebreas: Iod, He, Vau, He. También nos recuerda a las cuatro puntas de la cruz, que simbolizan los cuatro elementos de la Naturaleza: fuego, aire, agua y tierra; así como los cuatro elementos de la Alquimia: sal, mercurio, azufre y azoe. Para más información relacionada con la simbología del santo cuatro, invitamos a consultar el capítulo IV del Curso Esotérico de Kábala de Samael Aun Weor.

La Quema del Diablo
En Guatemala, desde la época de la Colonia, se celebra esta tradición. Algunos historiadores afirman que se inició con luminarias asociadas a las vigilias para esperar el día de la Inmaculada Concepción. Es tradicional en la Quema del Diablo encender fogarones o fogatas frente a las casas. Es costumbre limpiar previamente la casa y quemar las cosas viejas e inservibles que resulten combustibles.

Años atrás los niños juntaban paja y ramas muertas de plantas (chirivisco) recolectadas en sitios baldíos y barrancos. Esta fiesta se celebra cada vez menos, entre otras razones, por las ecológicas. Sin embargo, su simbolismo esotérico es profundo. A la luz de la Gnosis y con apoyo de la Psicología Gnóstica, esta tradición se explica en la necesaria limpieza y “quema”, de los elementos indeseables de la conducta que moran en nuestra casa psicológica, nuestra propia psiquis. Simboliza la muerte del Ego o yo psicológico, que personifica a nuestros errores. Es claro, que en los estudios gnósticos no se apoyaría la destrucción de los bienes de la Naturaleza, pero nos limitamos a explicar el simbolismo escondido en esta tradición. Más importante que la quema de basura física, es la limpieza de nuestro interior y la quema de nuestros defectos, el yo pluralizado.

Las posadas
El nacimiento del niño Dios, es un acontecimiento que tiene suma importancia para la conciencia. De nada hubiera servido que Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en nuestro corazón también. Es importante celebrar la Navidad , como el nacimiento del Mesías, pero de acuerdo con la Antropología Gnóstica, resulta más importante celebrar la Navidad del corazón, el nacimiento de Cristo en cada uno de nosotros.

El Gnosticismo universal enseña que Jesús de Nazareth es el iniciado solar más exaltado de la Logia Blanca, pero que su misión debe completarla cada uno de nosotros imitando su ejemplo y realizar el milagro del nacimiento de Cristo en nuestro interior.

Para que este milagro ocurra, hay que trabajar en la Novena Espera. Las tradicionales posadas que se celebran nueve días antes de Navidad, simbolizan este trabajo supremo. Cristo intenta nacer en la casa de cada uno de nosotros y, de ahí que el Padre y la Madre interna pidan posada, día con día en nuestra casa para que nazca el niño dios de Belén.

El arcano 9 de la Cábala simboliza el sexo, la piedra filosofal de los alquimistas, la novena esfera, los nueve círculos del Infierno, tal como lo explica Dante Alighieri en su Divina Comedia y como lo enseña la religión de los mayas. Samael Aun Weor, Presidente fundador de las instituciones gnósticas, en su obra: «Mensaje Supremo de Navidad 1967-1968», explica: El estudio del novenario sagrado concluye siempre con la piedra cúbica de punta, que en sus nueve caras maravillosas, reúne en sí misma toda la perfección espléndida del cubo y la elevación equilibrada de la pirámide de base cuadrangular.

Dice además el Avatara que: En esta piedra viva del templo, se encuentra la clave de la Auto Realización Íntima. La piedra filosofal es el sexo. Esta es la piedra cúbica de Jesod. En otras palabras, nadie puede llegar a la maestría, al adeptado, sin haber trabajado en la Novena esfera. La piedra cúbica de punta tiene nueve caras, nueve vértices y dieciséis aristas”.

La piedra cúbica de punta nos está diciendo que toda elevación requiere una previa humillación; es preciso bajar primero a los mundos infiernos, al noveno circulo, bajo la superficie de la tierra, para tener derecho a subir al Cielo.

Al referirse a la novena esfera, Samael Aun Weor, en su libro Curso Esotérico de Kábala, dice lo siguiente: Allí baja Marte para retemplar su espada flamígera y conquistar el corazón de Venus (la iniciación Venusta), Hércules para limpiar los establos de Augías (los bajos fondos animales), Perseo para cortar la cabeza de la Medusa (el yo psicológico o Adam terrenal) con su espada flamígera, Por esa misma razón descienden también a Xibalbá los heroes gemelos del Popol Wuj.

La Virgen María
Antes de nacer, Cristo debe ser concebido entre el vientre de la Madre Divina particular e individual de cada quien y que está representada por la Virgen María y todas las vírgenes y doncellas de la mitología universal. María tiene los mismos atributos divinales que Isis, Devaki, Ixkik y todas las diosas madres de la antigüedad. Al referirse específicamente a la iniciada María madre de Jesús, Samael Aun Weor, en su obra: «El libro de la Virgen del Carmen», dice lo siguiente: Ante los ojos del Alma desaparecen por completo las púrpuras y sedas con que se ha querido envolver el recuerdo de María, la Divina Madre de Jesús de Nazareth. No fue María aquella verdad mundanal pintada en todas las acuarelas.

Con los ojos del Espíritu sólo contemplamos una virgen morena quemada por el sol del desierto. Ante nuestras atónitas miradas espirituales se desdibujan esbeltos cuerpos y rostros provocativos de figuras femeninas, para aparecer en su lugar una mujercita sencilla de pequeña estatura, cuerpo delgado, rostro pequeño y ovalado, nariz roma, labio superior algo saliente, ojos gitanos y amplia frente.

Aquella humilde mujer vestía con túnica color carmelita o marrón y sandalias de cuero. Caminando a través de los desiertos africanos rumbo a la tierra de Egipto, parecía una pródiga con su túnica vieja y rota, y su rostro moreno humedecido en copioso sudor. No es María aquella estatua de púrpura y diamantes que hoy adorna la catedral de Notre Dame de París. No es María aquella estatua cuyos dedos de armiño, engarzados en puro oro, alegra las procesiones de la casa parroquial.

No es María aquella beldad inolvidable que desde niños contemplamos sobre los suntuosos altares de nuestras iglesias pueblerinas, cuyas campanas metálicas alegran los mercados de nuestras parroquias.

Ante nuestros sentidos espirituales sólo vemos una virgen morena quemada por el sol del desierto. Ante la vista del espíritu desaparecen por completo todas las fantasías para aparecer en su lugar una pródiga humilde, una humilde mujer de carne y hueso.

Más adelante, el Venerable Maestro, resume tradiciones contenidas en los evangelios apócrifos, en especial el Protoevangelio de Santiago, el libro de la Natividad de María, y el Pseudo Mateo. En dichos libros se habla de los padres de María: Ana y Joaquín, aceptados por la tradición y el santoral, pero ignorados en los Evangelios Canónicos. Se narra además, que María fue una sacerdotiza del templo de Salomón.

Continúa diciendo el Avatara de la Era de Acuario, en «El Libro de la Virgen del Carmen»: María conoció la Doctrina secreta de la tribu de Leví. María se educó a la sombra augusta de los pórticos de Jerusalén, entre el follaje núbil de esas palmeras orientales, a cuyas sombras descansan los viejos camelleros del desierto. María fue iniciada en los misterios de Egipto, conoció la sabiduría de los faraones, y bebió en el cáliz del antiguo Cristianismo, calcinado por el fuego ardiente de las tierras orientales”.

Más adelante, el Avatara, narra en el Capítulo II de la obra citada, como se eligió a José como esposo de María. Había en el templo de Jerusalén 33 varones sacerdotes de la Tribu de Leví. José el padre de Jesús de Nazareth, era uno de los 33 ancianos del templo de Salomón. Después de la Anunciación, el Sumo Sacerdote ordenó que todos los 33 sacerdotes del templo depositaran sus varas detrás del altar. Y se dispuso que aquella vara que amaneciera florecida, sería la del esposo de María.

Cada uno de los sacerdotes, uno a uno en orden sucesivo, fueron colocando sus varas detrás del altar. El último que debía colocar su vara fue el Sacerdote José, pero éste se resistía a la orden del Sumo Sacerdote, alegando su avanzada edad. Empero, tuvo que obedecer la orden, y depositó su vara detrás del altar. Al otro día, muy de mañana, fueron los sacerdotes al altar para recoger sus varas, y cuánta no sería su sorpresa al hallar la vara de José toda florecida. Así fue como se designó a José por esposo a María.

Resulta muy curioso que parte de esta leyenda, la cuentan personas de la tercera edad o adultos mayores. La aprendieron como parte de la doctrina Cristiana durante la infancia, pero desafortunadamente no se incluyeron en el Nuevo Testamento.

Gnosis en la civilización Maya (segunda parte)

La primera parte de este tema la cerramos con una cita del Popol Vuh o Popol Wuj por parte del Avatara de Acuario, Samael Aun Weor. Iniciaremos esta segunda parte, transcribiendo una cita del Popol Vuh del V.M. Huiracocha , el doctor Arnoldo Krumm Heller. En su libro: «Logos Mantram Magia«, publicado en la colección Miscelanea de la Editorial Kier. “No había –dicen- excepto el Caos, aunque cubierto majestuosamente por un cielo eterno. Sólo Dios existía, Tepiu K’ocumatz, en forma andrógina. Es decir, hombre y mujer a un tiempo, Padre y Madre a la vez, creador y criatura. De Él, salió el Huracán (voz maya que después fue llevada a los mares caribes) y que significa, para los indios antiguos, viento, soplo y palabra…”

La Cruz maya

Así como el maíz tiene enorme importancia en el esoterismo maya, la cruz ocupa también significativa importancia en la extraordinaria Civilización maya. A este respecto, muchos investigadores se han referido a la Cruz maya. Así por ejemplo, J. Enrique Ardón, en su libro: “Cuando se rompió el hilo» (la Atlántida y los Mayas) afirma que: “la realidad es que esa cruz de brazos iguales (+), que aparece en Palenque y se puede ver también en un monolito antiquísimo que se encuentra en el Museo Arqueológico de Guatemala, así como en un monolito de la Acrópolis en el Templo VI de Tikal y en una estela de “Dos Pozas”, Petexbatún (Petén) es la votánica que trajeron aquellos cultos enviados del Oriente, entre los que destacó Valum Votán como lo narra nuestra historia”.

Muy oportuno, nos parece citar el siguiente párrafo del V.M. Huiracocha en su obra ya citada: “Votan o Wotan, era el gran Dios de los antiguos alemanes, el Dios del viento, representación del Aliento divino, de que nos habla Tácito. En Rusia hay un pueblo, los Votajas, que hablan un idioma parecido al Sánscrito y que conserva voces mayas. Por eso, no es extraño que volvamos a encontrar en Yucatán y Guatemala, al Dios Votan con el mismo nombre”.

David Freídel, Linda Schele y Joy Parker en el capítulo II de su obra. “El Cosmos Maya” publicada en castellano por el Fondo de Cultura Económica, muestran un análisis formidable, relacionando la Cruz maya con la Astronomía. En las páginas 72 y 73 citan una frase de extraordinaria importancia para los estudios gnósticos: “…me había advertido que acudiera siempre a la naturaleza en busca de la fuente del simbolismo mitológico”.

Los autores citados demuestran en el contenido de su obra que en sentido astronómico la Cruz maya está formada por la Eclíptica y la Vía Láctea. Además que los animales ahí representados, son nada más y nada menos, que los animales de las constelaciones. Así por ejemplo el ave mitológica que generalmente corona la Cruz maya corresponde a Wuqub Kak’ix (Siete guacamayo) y este a su vez con la constelación de la Osa Mayor. Es significativo que esta hermosa y enorme constelación, que en Guatemala, parece un barrilete (cometa) gigante, en Europa es denominada: carro o trineo. Dicha constelación presenta siete estrellas observables a simple vista. De ahí que el Wuqub Kak’ix podría denominarse: Guacamayo de siete estrellas.

Es innegable que todas las religiones han ubicado a sus dioses y diosas en el cielo. Así por ejemplo en la Cultura clásica: diosas, dioses, héroes y mensajeros de los dioses griegos y latinos se encuentran en el firmamento. Ahí encontramos a Marte, a Venus, a Mercurio, Júpiter, Hércules y Casiopea, entre otros.

En forma similar, los mayas, también representan su mitología en el Cosmos. Los autores en mención citan a Bárbara y Dennis Tedlock autores de una de las versiones más autorizadas del Popol Wuj y coinciden con ellos en que, por ejemplo, la constelación de Géminis, para los mayas corresponde a la pareja creadora: Ixpiyacoc e Ixmucané. Sin embargo, es conveniente aclarar a la luz de la Gnosis, que no es que afirmemos que los planetas,estrellas o constelaciones, sean dioses. Los objetos astronómicos, son en realidad símbolos o representaciones didácticas de la divinidad. Aunque en todos los pueblos antiguos, el planeta Tierra por ejemplo, es considerado como un ser vivo. Por consiguiente, como todo ser vivo tiene su alma o su ánima mundi, la cual es divinal.

Francisco de Paula, García Peláez, arzobispo de Guatemala de 1846 a 1867, expuso en el primer tomo de sus “Memorias para la Historia del Antiguo Reyno de Goathemala” que en el entrecruzamiento central de la cruz de Palenque se encuentra el árbol de la vida hebraica y que dentro de este símbolo, se lee una letra T, que nos recuerda, tanto a la palabra nahua: Teocalli, como al latín Theos. García Peláez afirma que es indudable que para los mayas, igual que para los cristianos, la cruz era un símbolo sagrado. El V.M. Huiracocha en la obra citada anteriormente, afirma que: “es la Cruz, el símbolo más antiguo de la Tierra”. La cruz de Palenque y más precisamente la cruz de la que desciende el sumo sacerdote Pacal en la loza monolítica del templo de la Inscripciones en Palenque, está hecha de cañas de maiz, de milpa.

Samael Aun Weor explicó magistralmente en su obra: “Dios Pacal y el Katún trece, lo siguiente: “aparece sobre la piedra, que pesa varias toneladas y que cubre al sepulcro, una gran cruz hecha con cañas de maíz, y esto nos invita a la reflexión. Entre los mayas, así como entre los náhuas, zapotecas, toltecas, etc., el maíz es sagrado. Alegoriza o simboliza a la simiente humana. Por ejemplo, en China, la India, Japón, etc., la simiente humana está alegorizada o simbolizada por el arroz y en los pueblos cristianos de Europa y del medio Oriente, la simiente fue alegorizada o simbolizada por el trigo. La cruz hecha de caña de maíz, obviamente resulta tremendamente significativa, pues bien sabemos nosotros (los gnósticos) que la cruz es un instrumento de liberación, no únicamente de martirio. Realmente, la inserción del phalus vertical dentro del Cteis formal hacen cruz. Bien y si tal cruz es hecha de cañas de maíz, nos está indicando algo extraordinario.

Es obvio que en el Ens seminis, dentro del cual está contenido el ens virtutis del fuego, existen poderes extraordinarios. El ens seminis, o entidad del semen, o esperma sagrado del ser humano, contiene poderes místicos trascendentales, formidables, que los mayas analizaron cuidadosamente en sus estudios, no solamente en Palenque, sino en Cancún, en Chichén Itzá, etc.”. La Cruz maya, entre otros simbolismos, representa a los cuatro puntos cardinales. En cada punto cardinal, rige una representación del Dios Chac, que no es solamente el dios del agua. Es el Señor y dador de vida, el Tercer logos, el Espíritu Santo, entre los mayas.

La cruz y la piedra filosofal

Entre los mayas, cada punto cardinal, se representa con un color diferente. Los colores son: rojo, amarillo, blanco y negro. En el Popol Wuj, se hace referencia a estos cuatro colores, cuando Jun Junajpu y Wuqub Junajpu descienden al valle de Xibalbá a competir en el juego de pelota con los 9 camé, con los nueve señores del inframundo: “enseguida llegaron donde se encontraban cuatro caminos y allí sí fueron vencidos, donde se entrecruzan los cuatro caminos: un camino era rojo los otros eran un camino negro, un camino blanco; y el otro un camino amarillo. Eran cuatro caminos.” (Versión de Luis Enrique Sam Colop, Editorial Cholsamaj). Se narra en el Popol Wuj que ahí empezó la derrota de Hun Hunahpú (Jun Junajpu) y Vucub Hunahpú (Wuqub Junajpu).

Tiempo después la doncella Ixkik (Ixquic) se encuentra en Xibalbá con un árbol de morro o JÍCARO. El sagrado IAO, el Gaio, Gallo o Abraxas de los gnósticos. Una de las calabazas o morros le habla a la doncella y con un escupitajo resulta en cinta. De ahí deviene la inmaculada concepción de Hunahpú (Junajpu) e Ixbalanqué (Xbalamke).

“De pronto habló la calavera que estaba entre las ramas del árbol: -¿Qué es lo que deseas de lo que son sólo huesos, los objetos redondeados en las ramas de los árboles? Dijo la cabeza de Jun Junajpu cuando le habló a la doncella”. “-¿Los deseas? Agregó. -¡Sí, los deseo! contestó la doncella. -¡Está bien! Extiende tu mano derecha, que yo la vea, dijo la calavera. -¡Sí! Respondió la doncella, extendiendo su mano derecha hacia la calavera”.

“En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que vino a dar directamente en la palma de la mano de la doncella. Cuando ella vio la palma de su mano que examinó de inmediato ya no había saliva de la calavera en su mano”. (tomado de la versión del Popol Wuj de Sam Colop).

Resulta muy significativo que el divino redentor del mundo haya sido crucificado en el monte de la Calavera y en la Cábala hebraica se estudie el árbol de la Vida.

Los dioses principales de todas las antiguas civilizaciones nacen de inmaculadas concepciones. Hitzilopochtli entre los aztecas, Mitra entre los persas, Horus en Egipto y el niño dios de Belén, Jesucristo. La doncella Ixquic (Ixkik), tiene los mismos atributos que Cuatlicue, Isis, Devaki, Mayevi, Rea, María.

Esos cuatro colores, se relacionan con la piedra filosofal. Los mayas adoraron a la piedra de obsidiana (de color negro) y los musulmanes adoran la piedra de la Caba (de color negro). En las sagradas escrituras, se hacen muchas referencias a la piedra. En el Nuevo testamento, Jesús narra la parábola de los dos cimientos (Mt 7.24-29). En Lc 20.17, se lee: «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo». «He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa» (1 P 2.6).

Los alquimistas medievales se esforzaban por encontrar la piedra filosofal. Una vez encontrada, la esculpían con mucha dedicación a base de cincel y martillo y la sometían a fuego incesante. Al cocer la piedra, esta presentaba diferentes colores en forma sucesiva. Los colores de la piedra filosofal, eran: negro, blanco, amarillo y rojo. Estos colores, nos recuerdan la leyenda de los reyes magos. Se dice en la leyenda que hubo un rey mago de etnia negra, otro de etnia blanca y otro de etnia amarilla. También se afirma en la leyenda, que los reyes magos vestían mantos de púrpura, de color rojo.

En relación con los cuatro colores simbólicos, el Presidente fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, en el capítulo titulado: La Cruz de San Andrés, de su obra ya citada: «La Doctrina Secreta de Anáhuac, expone lo siguiente: «en Caldea, los ziggurats, generalmente torres de tres pisos, a cuya categoría perteneció la famosa Torre de Babel, estaban pintados de tres colores: negro, blanco y rojo púrpura. Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía Hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo».

«En los sagrados templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la iniciación, un maestro se acercaba a él y le murmuraba al esta frase misteriosa: !Acuérdate que Osiris es un dios negro!». «Evidentemente, este es el color específico de las tinieblas, de las sombras cumerías, el del diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunde totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo».

«Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad. Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la sangre del cordero (el fuego sexual, serán siempre vestidos con vestiduras blancas». En la tierra sagrada de los faraones, Path, el regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos».

Más adelante, el Kalki Avatar, afirma que: «el color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los reyes sagrados de las dinastías solares se sucede siempre al amarillo». Explica además el Maestro que por ese motivo, en el Viacrucis, colocan el manto púrpura (rojo) a nuestro señor el Cristo.

Volviendo al Popol Vuh, una vez han crecido Hunahpú e Ixbalanqué deciden ir a preparar el terreno para la siembra. Después de un día entero de trabajo limpiando la maleza, van a descansar a su hogar y regresan al día siguiente a continuar sus labores agrícolas. Pero al llegar al terreno de cultivo, se encuentran con la sorpresa de que la maleza ha crecido nuevamente. Como no entienden qué ocurrió, deciden regresar en la noche para acechar a los animales. Cuando aparecen los animales, intentan atraparlos, pero todos se les escapan, no logran capturarlos. Por fin logran cazar al ratón. El ratón les habla entonces del juego de pelota y vuelven al hogar a recuperar sus implementos del juego.

Este mito tiene enorme significación esotérica. Desde el punto de vista astronómico, resulta sumamente interesante la explicación que da César Augusto Coto De León en su obra: “Bajo el cielo de los mayas”. Según Coto la crecida de la maleza ocurre entre un año y otro. Después de transcurrido un año y, con el cambio de las estaciones, es natural que vuelva a crecer la maleza. Los animales, como ya se explicó anteriormente, en su significado astronómico, simbolizan a las constelaciones. La mayoría de animales se escapan porque casi todas las constelaciones, durante el año, tienen determinado número de días en el que no son visibles en el cielo nocturno. La característica de ser visibles todo el año en determinada latitud, solo la poseen las denominadas constelaciones circumpolares.

Lo más extraordinario, es que según Coto De león, en muchos pueblos mayas de Guatemala, se relaciona al ratón con la constelación de la Osa menor, Explica además Coto, que la Osa menor, es la única constelación circumpolar en Guatemala. Así explica Coto De León que la pelota, representa al planeta Tierra y que el descubrimiento del juego de pelota corresponde al descubrimiento de la redondez de la Tierra por los mayas.

Desde el punto de vista más profundo del esoterismo, la maleza, representa a las manifestaciones del Ego, es decir, de los elementos indeseables de la conducta humana, que no permiten que crezca la semilla, el maíz. Los animales representan al deseo, a los defectos de carácter. El juego de pelota tiene una significación alquimista extraordinaria. En el Popol Vuh, este juego ritual se practica en parejas: por el binario. “De dos en dos jugaban eran cuatro por todos”.

“Cuando se reunían para entretenerse en el campo de juego llegaba un halcón a observarlos. Era el mensajero de Jun Raqan, Ch ‘ipi Kaqulja Raxa Kaqulja. Ahora bien, para este halcón no quedaba lejos la Tierra no quedaba lejos Xibalba, y en un instante subía al Cielo a donde Jun Raqan” (Popol Wuj, versión de Sam Colop).

Corazón del Cielo es triuno, es una trimurti, la Trinidad. Resulta muy significativo, que en el antiguo Egipto, el halcón representa al dios Horus.

En el colosal patio de juego de pelota de Chichén Itzá aparecen esculpidos en la piedra siete jugadores. En este caso, se representa al septenario teosófico. Para los yoguis de la India y para los teósofos, el ser humano es septuble en su constitución. El ser humano, además de su cuerpo físico, posee: vitalidad, emociones, pensamientos, voluntad, conciencia y espíritu.
El juego de pelota mesoamecano, representa la lucha de los contrarios, la lucha entre las fuerzas del día y de la noche, de la luz y la oscuridad, de la vida y de la muerte.